Desde la segunda
guerra mundial toda revolución triunfante se definió en términos nacionales: la
revolución popular de China, la republica socialista de Vietnam.
No estamos en el fin
de la era del nacionalismo. La nacionalidad es el valor más universalmente legitimo
en la vida política de nuestro tiempo. No puede elaborarse ninguna definición
cientifican de la Nación. La teoría del nacionalismo representa el gran fracaso
histórico del marxismo. El nacionalismo
ha sido una anomalía incomodo para la teoría marxista.
Este libro trata de
ofrecer alguna interpretación más satisfactoria de la “anomalía” del
nacionalismo.
Mi punto de partida
es la afirmación de que la nacionalidad (o la calidad de nación) al igual que
el nacionalismo son artefactos culturales de una clase particular. Para
entenderlos mejor debemos considerar como han sido en la historia, en que
formas han cambio sus significados en el tiempo y por que, hoy tienen una legitimidad emocional tan
profunda. Demostrare que la creación de estos artefactos a fines del siglo 18
fue la destilación espontánea de un cruce complejo de fuerzas históricas discretas pero que una vez creados se
volvieron modulares, capaces de ser trasplantados con grados variables de
autoconciencia a una gran diversidad de terrenos sociales, de mezclarse con una
diversidad amplia de constelaciones políticas e ideológicas. Explicare también
por que estos artefactos culturales particulares han generado apegos tan
profundos.
Pero antes de
examinar estas cuestiones debemos considerar el concepto de nación y obtener
una definición operativa. El nacionalismo no ha producido jamás sus propios
grandes pensadores como Hobbes, Marx Weber. Mi definición es la siguiente: una comunidad política imaginada como
inherentemente limitada y soberana.
Es imaginada porque aun los miembros de la nación más pequeña no conocerán
jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán hablar de ellos,
pero en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión. Las comunidades no
deben distinguirse por su falsedad o legitimidad, sino por el estilo con el que
son imaginadas. Imaginadas como redes muy extensas de parentesco y clientela en
por Ej. los aldeanos javaneses.
La nación se
imagina limitada incluso la mayor de ellas porque tiene
fronteras finitas, aunque elásticas, mas allá de las cuales están otras
naciones.
Se imagina soberana porque el concepto nació cuando
la revolución y la ilustración destruían la legitimidad del reino dinástico
jerárquico, ordenado por dios. Y la garantía y el emblema de esta libertad es
el estado soberano.
Se imagina como comunidad, porque aunque pueda haber
explotación y desigualdad en ella en cada caso, la nación se concibe como un
compañerismo profundo, horizontal. Es esta fraternidad la que permitió en los 2
últimos siglos, que tantos millones de personas maten y que estén dispuestas a
morir imaginaciones tan limitadas.
Debajo de la
declinación de las comunidades, las lenguas y los linajes sagrados ocurría un
cambio en los modos de aprehensión del mundo que permitía pensar “a la nación”.
Para tener una idea
de este cambio pasamos a las representaciones visuales de las comunidades
sagradas, con los relieves y las ventanas de vitrales de las iglesias
medievales o las pinturas de los primeros maestros italianos y flamencos.
Afrontamos un mundo
donde la representación de la realidad imaginaria era esencialmente visual y
auditiva. El cristianismo asumió su forma universal a través de especificaciones
y particularidades. Este sermón, ese cuento, esa reliquia, etc. Era también
inimaginable representar a la virgen Maria con rasgos semíticos. El pensamiento
medieval no tenía una concepción de la historia como cadena interminable de
causa y efecto o de separaciones radicales entre el pasado y el presente. Si un
suceso como el sacrificio de Isaac se
interpreta como un anuncio del sacrificio de
cristo, se establecerá una
conexión entre dos sucesos que no están ligados en lo temporal y causal. Esta conexión solo se
establecerá si ambos sucesos están ligados a Dios. El aquí y ahora es
simultáneamente algo que no ha sido
siempre y q se cumplirá en el futuro y es,
ante los ojos divinos algo eterno. Esta idea de simultaneidad es ajena a
nosotros. Contempla el tiempo como una simultaneidad del pasado y el futuro en
un presente instantáneo. El mientras
tanto no tiene una asignación real
Para explorar la génesis del nacionalismo debemos comprender
nuestra propia concepción de la simultaneidad que se vino forjando en el tiempo
y que esta conectado con el desarrollo de las ciencias seculares.
Lo que toma el
lugar de esa concepción medieval de la
simultaneidad es según benjamín una idea
del tiempo homogéneo, vació, donde la simultaneidad es de tiempo cruzado, marcada
por la coincidencia temporal y medida por el reloj y el calendario
Para entender esta
transformación para el surgimiento de la comunidad imaginaria, de la nación
debemos considerar la estructura básica de dos formas de la imaginación en el
siglo 18: la novela y el periódico,
los que proveyeron los medios técnicos para la representación de la clase de
comunidad imaginada que es la nación
La estructura de la
novela antigua es un instrumento para la
presentación de la simultaneidad en tiempo vació. Lo ilustramos con un una
trama de una novela sencilla. –TIEMPO: A apela a b, a telefonea a c, d se
embriaga en un bar. - y HECHOS: c y de hacen el amor , b se va de compras , a
cena en casa con b, d juega billar y c
tiene un sueño ominoso. Donde c y de son se conocen y son dos concepciones
complementarias y están incorporados a sociedades como entidades sociológicas
de una realidad tan firme y estable que sus miembros pueden describirse aunque
no se conozcan.
El hecho de que
estos actos de realicen en la misma hora y día con actores que se desconocen
mutuamente, revela la novedad de este mundo imaginario evocado por el autor en
las mentes de los lectores. Entonces aparece la nación como un organismo sociológico, vació, como una comunidad
sólida que avanza sostenidamente de un lado a otro de la historia. Un ciudadano
no conoce a todos sus compatriotas, pero tiene una confianza en su actividad
sostenida, anónima y simultanea.
Este autor narra
cuatro ficciones de culturas y épocas diferentes ligadas tres de ellas a
movimientos nacionalistas. Y la imagen de una cena en Manila comentada por
centenares de personas innominadas que no se conocen entre si, en diferentes
rincones de la cuidad, evoca la comunidad imaginada. En este cuento, la
progresión causal de esta casa, del tiempo interior de la novela al tiempo
exterior de la vida diaria del lector –de Manila-, provee una confirmación hipnótica
de la solidez de una comunidad singular que abarca personajes, autor y lectores
moviéndose a través del tiempo de calendario. –pag50-
En una primera
página de un diario (producto cultural) se yuxtaponen diferentes eventos que no
tienen nada que ver uno con el otro. Y los actores no son conscientes de la
existencia de los otros o de sus intenciones. La arbitrariedad de su inclusión
y yuxtaposición revela que la conexión existente entre ellos es imaginada. Esta
conexión imaginada deriva de dos fuentes indirectamente relacionadas: la
coincidencia en el calendario –fecha del diario- que indica el avance del
tiempo homogéneo, vació. En ese tiempo el mundo sigue su marcha sin cesar. Y
esos hechos alguna vez volverán a aparecer en la trama del periódico.
La segunda fuente
es la relación del periódico como una forma de libro y el mercado.
El periódico es
solo una forma extrema del libro, un libro vendido en escala colosal pero de
popularidad efímera. Porque el diario tiene un consumo casi simultáneo
(imaginario) del diario como ficción en ese sentido es efímera al otro día esa
noticia no existe. Hay una ceremonia masiva extraordinaria. Y cada comunicante
esta consciente de que esa ceremonia masiva esta siendo repetida por miles de
otras personas en simultáneo, en cuya existencia confía y cuya identidad
desconoce. El lector al verse en otros lectores que leen el mismo diario en un
subte confirma de continuo que el mundo imaginado esta visiblemente arraigado
en la vida diaria. La ficción en uno de estos
cuentos se cuela silenciosa de continuo a la realidad, creando esa
notable confianza de la comunidad en el anonimato, que es la característica
distintiva de las naciones modernas.
En resumen, la mera posibilidad de imaginar a
la nación solo surgió en la historia cuando tres concepciones culturales
fundamentales, todas muy antiguas, perdieron su control axiomático sobre las
mentes de los hombres. La primera era la idea de que la lengua escrita
particular ofrecía un acceso privilegiado a la verdad antológica, porque era una
parte inseparable de esa verdad. Fue esta idea
la que creo las grandes hermandades del cristianismo el Islam y las demás.
La segunda era la creencia de que la sociedad estaba naturalmente organizada
alrededor y bajo centros elevados, como los monarcas, personas diferentes de
los demás, las lealtades humanas en base a jerarquías y el gobernante como la
escritura sagrada era un nudo de acceso al ser y a algo inherente a el. La tercera,
la concepción de la temporalidad donde la cosmología y la historia eran
indistinguibles, mientras el origen del hombre y del mundo eran idénticos en
esencia. Combinadas estas ideas arraigaban firmemente las vidas humanas a la
naturaleza misma de las cosas, dando cierto sentido a las fatalidades de la existencia diaria y
ofreciendo la redención de tales fatalidades.
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