Televisión y la intervención
intelectual. Periodismo, política y
televisión: el caso de Pierre Bourdieu. Teórico: Intelectuales,
expertos, académicos.
MANGONE – Un petit livre para un gran problema (1997)
Bourdieu sabía a qué se exponía; una suerte de corporación de periodistas-intelectuales
y de intelectuales-mediáticos se sentiría afectada por sus denuncias. Se apunta
que sus análisis discursivos sobre el formateado televisivo de la
argumentación, los condicionamientos mercantiles del periodista y la propiedad
de los medios, sólo condensa en forma de resumen lo que nadie ignora. Mangone
se pregunta que si el nivel de las afirmaciones roza la obviedad descriptiva
cuál es la explicación de que aparezcan tantas reacciones: se podría afirmar
que había una situación previa en la que se encontraba el campo mediático en
general y el subcampo periodístico en particularà no es el
momento de apogeo ideológico de los multimedios ni la época más deslumbrante
del imaginario periodístico.
Por dónde pasaría la incomodidad de escuchar el reclamo de organizarse
para compensar estas desigualdades estimuladas e integradas por la industria
cultural? Si bien Bourdieu adhiere a una caracterización de la tv como
operación simbólica, retoma una discursividad de los setenta al manejar
reiteradamente el término manipulación sin matices. En realidad los blancos
polémicos de Bourdieu son los periodistas televisivos y los que llama
pensadores rápidos, aquellos intelectuales que mediante concesiones al formato
televisivo circulan como todólogos por cuanta consulta se realiza en los
programas de opinión.
Bour. intenta una mixtura entre sociología y tv que parecería igualarlas
en el hecho de que a pesar de las intenciones ninguna podría escapar del mundo
y ambas serían de gran utilidad para la construcción de una sociedad
democrática. El cientista social debe pensar en una intervención colectiva y
aquí aparece tal vez el núcleo de la mayor incomodidad que provocó el libro de
Bour. Volver a viejas tradiciones de intervención intelectual ante los nuevos
problemas parece ser su preocupación más importante. La propuesta de Bour
aparece en un momento de transición en que desaparecidos los viejos vínculos de
los intelectuales con las organizaciones o con los Estados, la ultra
precarización del campo intelectual, del académico y del periodístico ofrecen
un panorama poco propicio para solidaridades de cualquier clase.
Mangone propone a modo de pregunta que Bour fue legítimamente criticado
en su momento por no advertir los componentes de resistencia y enfrentamiento
de las culturas populares; Bour sigue pagando aquella deuda teórica vinculada a
su etapa más reproductivista. Entre el importante debe de Bour está la ausencia
de una posibilidad de otra comunicación que no sea la masiva, de raíz mercantil
o de auspicio estatal. De la misma manera que en otra época subestimaba la
cultura popular, no se advierte en sus reflexiones lugar para la comunicación
alternativa, de la misma forma que no encontraría otro espacio de formación que
el sistema educativo y de investigación que la universidad. La intervención de
Bour se podría relacionar en el tiempo y en el espacio con la revisión que se
está efectuando en el seno de los estudios culturales, acerca de la tradición
recepcionista y de estudios de las audiencias que vuelve a colocar en el centro
del debate los efectos de la política de privatizaciones. Quizás
paradójicamente en el texto de Bour se cierra una etapa signada por la renuncia
a intervenir en ámbitos masivos y al mismo tiempo que se demuestra el fracaso
de la política de no intervención, comienza a construirse conciencia de la
necesidad de promover políticas que discutan el estatuto de la comunicación
masiva.
SARLO – Estética y política (1992)
1)
¿Cuáles son las principales
consecuencias, señaladas por la autora, del proceso de reorganización de la
dimensión de lo simbólico introducidas por la TV y la cultura audiovisual?
La dimensión simbólica del mundo social ha sufrido una radical
reorganización a partir de los mass-media. La estética de la televisión propone
su modelo a la esfera pública: hoy que no hay política sin TV. El espacio de
debate de ideas que construyeron los diarios hoy existe también en la TV con sus propias
características. Actualmente la esfera política se ha massmediatizado y forma
parte de una escena electrónica.
El primer lugar, la televisión ha reorganizado la esfera de la
imaginación y de lo simbólico, hasta un punto que hace difícil responder a
preguntas como ¿a qué nos oponemos? A partir de la cultura electrónica han
entrado en crisis las formas de pensar distinciones entre lo popular y lo
culto; y las formas anteriores pasaron a ser consideradas artesanales.
En segundo lugar la estética de los medios tiene un rol muy activo en la
definición de otras estéticas. Lo que se ha producido es una verdadera
revolución cultural. La distribución de discursos y prácticas simbólicas hoy se
caracteriza por la simultaneidad y la creación de una escena cultural única. Se
imponen nuevas modalidades de legitimación que muchos juzgan como un
igualamiento homogeneizante que tiene en su base una barbarización. Los
optimistas, en cambio, consideran a este proceso como un elemento
democratizador.
2)
¿A qué se refiere la autora con la
idea de que la cultura de masas explota “la ilusión de una cultura para todos”?
Desde un punto de vista optimista, están quienes creen que los medios
audiovisuales pueden proporcionar una oportunidad a nuevos estilos abiertos de
conflicto cultural y a utopías de discurso contahegemónico; que igualan a la
élite letrada y al gran público al verse obligados a compartir las mismas
destrezas. En este sentido, la cultura audiovisual sería un lugar de encuentro
entre diferentes clases sociales; la cultura de masas explota la persuasiva y
halagadora ilusión de que es una cultura para todos.
El simulacro producido por los medios compacta la sociedad proyectando la
imagen de una escena cultural unificada, un lugar común donde las oposiciones
se disuelven en un poliglotismo que no produce polifonía: la cultura
massmediática tributa la imagen de una cultura común que uniría a actores cuyo
poder simbólico y material es diferente.
Esta perspectiva pone el acento sobre la difusión y el uso, no sobre el
origen ni el contenido de los mensajes; sobre la posición relativa en un
proceso de comunicación y no sobre su sustancia; sobre la creatividad y no
sobre la manipulación; sobre la relación entre cultura popular y cultura de los
media, como relación dinámica y no como ocupación del territorio de una por la
otra.
3)
Desarrollar las críticas a las
lecturas del papel del receptor desde una perspectiva que hace hincapié en la
difusión y el uso.
La hipótesis que contradice la teoría clásica de los años sesenta de
manipulación del receptor, establece que los mensajes de los mass media
circulan en un espacio donde se producen procesos de mezcla e hibridación,
intercambios, resignificación, desplazamiento de los sentidos, reciclaje y
refuncionalización de los temas, géneros y formas. La hermenéutica indica que
el sentido se construye en la intersección del horizonte del texto y el
horizonte del receptor. Pero quién constituye el horizonte del receptor es la
cultura hegemónica en su versión massmediática, auqneu no todos los contenidos
de la cultura puedan ser reducidos a la cultura de los massmedia.
4)
Sintetizar los rasgos de la esfera
audiovisual hegemónica.
Los rasgos formales de la esfera audiovisual se basan en que tanto la
conyuntura política como el peso de otras instituciones culturales operan sobre
la estética de los massmedia.
A) La canibalización de formas
culturales previas. La estética audiovisual trabaja con las marcas del
costumbrismo en el registro lingüístico. El neo-costumbrismo audiovisual, opera
una reducción narrativa y estilística. El hipercostumbrismo, en cambio, impone
a todos un discurso que es celebración de la igualación plebeya. Se repiten los
tics exteriores de la referencia o inventa tics y clisés que el público retoma,
cerrando un círculo productivo y hermenéutico.
B) La imposición de un estilo marco: el
show. Éste impone una categoría de personaje que no puede modificarse desde
fuera de su estética: la destreza del político se aprende en la escuela del
show-man y es necesario aceptarlo para competir con su carisma.
C) La hipercodificación y la fuerte
estructuración según las pautas de géneros televisivos definidos por la
serialidad que evita los imprevistos estilísticos y estructurales. La estética
del show business exige como condición básica la iteración y el borramiento de
los matices. La serialidad asegura a los discursos contra la discontinuidad del
zapping: en todo momento, siempre uno sabe donde está. El binarismo valorativo,
a su vez, baja el nivel de problematicidad y asegura contra la
desestructuración formal e ideológica.
D) El alto impacto de los mensajes y la
gran frecuencia de impacto por unidad de tiempo. Se prefieren las formas de
alto impacto y los formatos que no abren la posibilidad de la retrolectura,
porque la velocidad del medio es superior a la capacidad de retención de sus
contenidos: el medio es más veloz de lo que transmite. La pausa debe evitarse.
E) La estética del movimiento incesante
y del montaje culmina en el clip, que es una síntesis estética de toda la
historia del discurso audiovisual. Este verdadero género construye su
referencia por completo; adquiere unidimensionalidad y se aleja de los
particulares por el recurso a la fragmentación y a la narración simulada, es
decir, sintaxis de fragmentos que operan como si fueran narración sin serlo del
todo. El video clip se impone como el espacio donde no se negocian valores,
considera a la velocidad como la principal de sus virtudes.
F) El desorden referencial del video
clip tiene mucho que ver con el artificio referencial del video game. El
naturalismo creciente del simulacro del mismo, está invariablemente acompañado
por el saber de que no hay un referente previo temporalmente a la imagen, sino
que es producto del encuentro del software con le jugador. Las imágenes son
simulaciones en el sentido más fuerte y ello no disminuye sino que aumenta su
poder hipnótico.
5)
¿Por qué la cuestión de la verdad y
de lo falsable queda al margen del sistema de lectura que propone la estética
audiovisual hegemónica?
Los mensajes audiovisuales presentan un problema enorme para su control
de falsabilidad por parte de los receptores. Nada de lo que sucede en la
televisión es falsable, precisamente como efecto de la velocidad, y como
consecuencia, nada puede ser tomado seriamente como verdadero. La cuestión de
la verdad queda marginada en el sistema de lectura promovido por la estética
audiovisual. Todo es indiferentemente verdadero o falso, porque todo aparece
articulado en la sintaxis igualadora que propone el show-business. En realidad es una ausencia de sintaxis, es
básicamente una parataxis, en la que indistintamente se incluyen los
publicitarios y los programas.
6)
¿Por qué el zapping es definido como
una ilusión?
En la práctica del zapping nada se pierde al saltar de un lugar a otro,
porque en todos los lugares está lo efectivamente igual. El zapping es la
ilusión de la elección simbólica en la ilusión del mercado audiovisual. En
realidad no hay ni mercado, ni mercancías diferenciadas; en consecuencia, no
hay elección. Más que un ejercicio de la libertad hay una respuesta del tedio:
desplazarse para seguir en el mismo lugar, convertir a la programación en un
video clip hogareño realizado desde el control remoto.
QUEVEDO – Política bajo el formato televisivo
El autor señala dos visiones, una positiva y otra
negativa, sobre el tratamiento televisivo de la política. Señala efectos
deseados (mayor alcance) y no deseados (condiciones limitadas para la
enunciación) del discurso político en televisión. Tres ejemplos en los que el
discurso político “recorta espacio” en la televisión: el discurso oficial,
alguna forma de publicidad política, debate público entre candidatos. Subraya,
finalmente el carácter productivo de la televisión que subsume todo a
sus reglas, a sus tiempos de enunciación, etc. Señala la formación de una nueva
sensibilidad política. Dos hipótesis de cierre: 1. Renunciar: a la visión de una política sustancialista. 2.
Admitir: que la política siempre requirió de artificios, mezcla de géneros y
formas. Hoy es la televisión la que le imprime a “la mediación política
características inéditas que la desligan de las tradiciones de la cultura
letrada […] La nostalgia por un pasado mitológico donde imperaba el discurso
parlamentario, el razonamiento preciso o la coherencia ideológica corren por
nuestra cuenta y tienen la edad de nuestros prejuicios”.
Cuestionario:
¿Por qué para el autor la manera en que la
televisión procesa la palabra política “revela la crisis de una forma de hacer
política?
El autor dice que la política y los políticos
tienen que amoldarse al género televisivo y por lo tanto adecuarse a las reglas
propias del medio. Es necesario que sea un político “televisable”, tiene que
encontrar otras formas de seducción para la audiencia. Es por ello que con la
televisión se implementas nuevas formas de hacer política, con nuevas reglas
(propias de la tv).
¿Cuáles son los aspectos deseados y no deseados de
la circulación televisiva de la palabra política?
Los aspectos no deseados y que el político tiene
que dejar de lado son que sea menos pretencioso con la palabra; más soft; menos
grave con la verdad, las doctrinas y los mandatos de la Historia. Los
aspectos deseados tienen que ver con el cuidado de la imagen; el hecho de
adaptarse a lo que impone el medio: libreto, tiempo, humor, simpatía; el
político tiene que asumir una dimensión de actuación, hace de personaje de
político.
¿Qué es lo que hay que “admitir” según el autor en
el cierre del artículo y qué implica esta postura?
Lo
que hay que admitir es que no hay una única forma o privilegiada de hacer
política. Esta siempre implica una mezcla de géneros y de formas que se
articulan en los distintos momentos históricos. Hoy en día, los medios y la
televisión imprimen en la mediación política características que la distancian
de la cultura letrada para entrar en zonas culturales ligadas a la imagen, lo
corporal, elementos de la vida cotidiana, humor y melodrama.
SCHMUCLER – Epílogo: elogio de la discusión
Identifique las
tesis de Oscar Landi (intervención páginas 168 en adelante y 171), Beatriz
Sarlo (177), y de Nicolás Casullo (181) en torno la relación política y medios.
Landi: la política se desprendió de los
lugares intelectuales. Dice que es necesario buscar un nuevo punto de apoyo
para no ser tragados por la lógica del mercado y de la instrumentación técnica.
La política se está reconfigurando en cuanto a los mecanismos de poder, los
lenguajes. Hay un mecanismo de cambio en la política y de captura tecnocrática
del espacio público. La televisión no destruye el sentido previo.
Sarlo: el estilo de los políticos y el
presidencial es un estilo que define el espíritu público. Los años de
presidencia de Alfonsín definieron el estilo público con gusto por las ideas,
un espíritu soñador. El estilo presidencial actual es un estilo que coicide con
la estética de los mass media. Se nos ofrece el show de lo político. El estilo
massmediático sobreimprimió a lo político.
Cassullo: piensa que lo mediático no es
sólo la televisión. Dice que el aparato ya lo cubrió todo y avanzó tanto que ya
no vale la pena analizarlo porque son constitutivos de uno mismo. Piensa que en
todo caso lo que uno podría pensar es cómo desligarse que aquel.
1.
Siga las intervenciones de M.C.
Mata (180 en adelante). ¿Qué otra perspectiva aporta al debate?
Mata
plantea que otro problema es seguir caracterizando la cultura mediática a
partir de ciertos rasgos, de cierta estética de los medios dejando de lado
otras cuestiones para su comprensión como la dimensión del consumo. El problema
de la legitimación de la política está también es la transformación de los individuos
en consumidores, y eso va más allá de su relación con los medios masivos.
Además, plantea el hecho que las relaciones entre los sujetos y entre ellos y
ciertos temas se modificaron a partir de la mediación técnica. Plantea que si
sólo se queda en la mera descripción de cómo operan los medios en términos
instrumentales es muy posible quedarse atrapado. Plantea otra mirada que tiene
que ver con la búsqueda de los profundos cambios que se han producido en las
reglas de la sociabilidad a raíz de la relación que tienen los sujetos con los
medios. Termina su ponencia diciendo que en el mundo de las comunicaciones
existe un pensamiento tranquilizador, más que un pensamiento crítico, que se
complace en describir nuevos fenómenos sin advertir que ellos son manifestaciones
de la misma cultura que uno pretende cuestionar. Entonces el problema no está
en descubrir si sabemos más de los medios sino en si podemos saber de otra
forma.
BOURDIEU
– Sobre la tv - De nuevo sobre la tv (1999)
Los profesionales viven en un
estado de doble conciencia: una visión práctica que los lleva a sacar el máximo
partido, y una visión teórica y moralizante que los lleva a negar públicamente
la verdad de lo que hacen.
Los sociólogos pueden ofrecer a
los periodistas lúcidos y críticos instrumentos de conocimiento y comprensión,
de acción eficaces para dominar las fuerzas económicas y sociales que pesan
sobre ellos. Bourdieu sostiene que se esfuerza en crear esas conexiones para
resistir contra las fuerzas opresivas que pesan sobre el periodismo y que
también se hacen pesar sobre toda la producción cultural, y por medio de ella,
sobre toda la sociedad.
Los medios son en su conjunto un
factor de despolitización, sobre todo la tv que arrastra cada vez más a la
prensa en su desplazamiento hacia la demagogia y la sumisión a las presiones
comerciales.
Retomando la dicotomía de Eco de
apocalípticos e integrados, Bourdieu se siente en el grupo de los
apocalípticos. Sostiene que la fuerza del nuevo orden dominante consiste en que
ha sabido encontrar los medios específicos de integrar a un número cada vez
mayor de intelectuales que siguen considerándose a sí mismos como críticos. Eso
contribuye a otorgar una eficacia simbólica muy grande a su acción a favor de
la adhesión al orden establecido.
Bourdieu considera que el papel de
los intelectuales en el mundo mediático puede ser el de abstenerse de ser
cómplices de esas fuerzas que amenazan con destruir su libertad, las fuerzas
del mercado. Han hecho falta varios siglos para que los artistas y científicos
conquistaran su autonomía respecto a los poderes y pudieran imponer sus normas
propias, sus valores específicos de autenticidad. Esas conquistas de la
libertad están amenazadas en todas partes, reencarnadas en figuras adecuadas
para seducir a unos y a otros.
La tv pone en muy serio peligro
las diferentes esferas de la producción cultural. El universo del periodismo es
un campo sometido a los constreñimientos del campo económico; y este campo se
impone a su vez sobre todos los demás campos, en tanto que estructura. Nada se
comprende si no se comprende el campo que lo produce y que le confiere su
reducida fuerza. Dentro del periodismo cabe pensar en alianzas entre periódicos
que permitirían neutralizar algunos de los efectos de la competencia. Si los mecanismos
estructurales que engendran las infracciones de la moral se volvieran
conscientes, una acción consciente con el propósito de controlarlos resultaría
posible. Bourdieu sostiene que actualmente todos los campos de producción
cultural están sometidos a la coerción estructural del campo periodístico. Y
esta coerción tiene unos efectos sistemáticos absolutamente equivalentes en
todos los campos. El campo periodístico actúa sobre los otros, y está cada vez
más dominado por la lógica comercial. A través de las mediciones de audiencia
el peso de la economía se ejerce sobre la tv, y del mismo modo, el conjunto del
campo periodístico pesa sobre todos los campos de producción cultural.
En cada uno de los campos hay
dominadores y dominados según los valores internos del campo. Pero la
heteronomía empieza cuando alguien que no es matemático puede intervenir para
dar su parecer sobre los matemáticos. Estas intervenciones exteriores resultan
muy amenazadoras porque pueden engañar.
Periodismo
y política
Bourdieu trata de definir cómo
el campo periodístico produce e impone una visión particular del campo político
cuyo principio se asienta en la estructura de aquél y en los intereses
específicos que engendra en los periodistas. En la tv el temor de los
periodistas de aburrir, los lleva a otorgar prioridad al combate antes que al
debate, a la polémica sobre la dialéctica, y a recurrir a cualquier medio para
privilegiar el enfrentamiento entre las personas, en detrimento de la
confrontación entre argumentos. Los periodistas poseen una posición ambigua en
el mundo político, en el que son actores influyentes pero sin pertenecer a él
como miembros de pleno derecho; están a disposición de ofrecer a los políticos
unos servicios simbólicos indispensables que éstos no pueden asegurarse por sí
solos. El marketing político explícitamente calculado es cada vez más necesario
para triunfar en política ajustándose a las exigencias del campo periodístico. A
estos efectos se le suman los de la competencia dentro del campo periodístico,
como la obsesión por la primicia informativa, alentado por la competencia.
Todos estos mecanismos se aúnan
para producir un efecto global de despolitización o de desencanto de la
política. La búsqueda de la diversión tiende a reducir lo que se suele llamar
la actualidad a una rapsodia de acontecimientos divertidos; a ofrecer una
representación del mundo en la que predominan absolutamente la instantaneidad y
la discontinuidad.
Es la lógica del periodismo, a
través de la forma particular que toma en él la competencia y de las rutinas
y los hábitos de pensamiento que impone
sin discusión, la que produce una representación del mundo en tanto que
sucesión absurda de desastres respecto a los cuales no se entiende nada y sobre
los cuales nada cabe hacer. La evocación periodística del mundo no está hecha
para movilizar y politizar; al contrario, sólo puede contribuir a aumentar los
temores. El sentimiento de que el mundo, tal como lo representa la tv, resulta
inaprensible, se une a la impresión de que el juego político es un asunto de
profesionales para impulsar el mantenimiento del orden establecido. Hay que
tener una fe muy profunda en la capacidad de resistencia del pueblo para
suponer que el cinismo de los productores de tv pueda hallar su límite o su
antídoto en el cinismo activo de los espectadores.
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