13.5.13

Módulo I

Bloque C

Televisión y la intervención intelectual. Periodismo, política y televisión: el caso de Pierre Bourdieu. Teórico: Intelectuales, expertos, académicos.


MANGONE – Un petit livre para un gran problema (1997)

Bourdieu sabía a qué se exponía; una suerte de corporación de periodistas-intelectuales y de intelectuales-mediáticos se sentiría afectada por sus denuncias. Se apunta que sus análisis discursivos sobre el formateado televisivo de la argumentación, los condicionamientos mercantiles del periodista y la propiedad de los medios, sólo condensa en forma de resumen lo que nadie ignora. Mangone se pregunta que si el nivel de las afirmaciones roza la obviedad descriptiva cuál es la explicación de que aparezcan tantas reacciones: se podría afirmar que había una situación previa en la que se encontraba el campo mediático en general y el subcampo periodístico en particularà no es el momento de apogeo ideológico de los multimedios ni la época más deslumbrante del imaginario periodístico.
Por dónde pasaría la incomodidad de escuchar el reclamo de organizarse para compensar estas desigualdades estimuladas e integradas por la industria cultural? Si bien Bourdieu adhiere a una caracterización de la tv como operación simbólica, retoma una discursividad de los setenta al manejar reiteradamente el término manipulación sin matices. En realidad los blancos polémicos de Bourdieu son los periodistas televisivos y los que llama pensadores rápidos, aquellos intelectuales que mediante concesiones al formato televisivo circulan como todólogos por cuanta consulta se realiza en los programas de opinión.
Bour. intenta una mixtura entre sociología y tv que parecería igualarlas en el hecho de que a pesar de las intenciones ninguna podría escapar del mundo y ambas serían de gran utilidad para la construcción de una sociedad democrática. El cientista social debe pensar en una intervención colectiva y aquí aparece tal vez el núcleo de la mayor incomodidad que provocó el libro de Bour. Volver a viejas tradiciones de intervención intelectual ante los nuevos problemas parece ser su preocupación más importante. La propuesta de Bour aparece en un momento de transición en que desaparecidos los viejos vínculos de los intelectuales con las organizaciones o con los Estados, la ultra precarización del campo intelectual, del académico y del periodístico ofrecen un panorama poco propicio para solidaridades de cualquier clase.
Mangone propone a modo de pregunta que Bour fue legítimamente criticado en su momento por no advertir los componentes de resistencia y enfrentamiento de las culturas populares; Bour sigue pagando aquella deuda teórica vinculada a su etapa más reproductivista. Entre el importante debe de Bour está la ausencia de una posibilidad de otra comunicación que no sea la masiva, de raíz mercantil o de auspicio estatal. De la misma manera que en otra época subestimaba la cultura popular, no se advierte en sus reflexiones lugar para la comunicación alternativa, de la misma forma que no encontraría otro espacio de formación que el sistema educativo y de investigación que la universidad. La intervención de Bour se podría relacionar en el tiempo y en el espacio con la revisión que se está efectuando en el seno de los estudios culturales, acerca de la tradición recepcionista y de estudios de las audiencias que vuelve a colocar en el centro del debate los efectos de la política de privatizaciones. Quizás paradójicamente en el texto de Bour se cierra una etapa signada por la renuncia a intervenir en ámbitos masivos y al mismo tiempo que se demuestra el fracaso de la política de no intervención, comienza a construirse conciencia de la necesidad de promover políticas que discutan el estatuto de la comunicación masiva.   

SARLO – Estética y política (1992)

1)      ¿Cuáles son las principales consecuencias, señaladas por la autora, del proceso de reorganización de la dimensión de lo simbólico introducidas por la TV y la cultura audiovisual?

La dimensión simbólica del mundo social ha sufrido una radical reorganización a partir de los mass-media. La estética de la televisión propone su modelo a la esfera pública: hoy que no hay política sin TV. El espacio de debate de ideas que construyeron los diarios hoy existe también en la TV con sus propias características. Actualmente la esfera política se ha massmediatizado y forma parte de una escena electrónica.

El primer lugar, la televisión ha reorganizado la esfera de la imaginación y de lo simbólico, hasta un punto que hace difícil responder a preguntas como ¿a qué nos oponemos? A partir de la cultura electrónica han entrado en crisis las formas de pensar distinciones entre lo popular y lo culto; y las formas anteriores pasaron a ser consideradas artesanales.

En segundo lugar la estética de los medios tiene un rol muy activo en la definición de otras estéticas. Lo que se ha producido es una verdadera revolución cultural. La distribución de discursos y prácticas simbólicas hoy se caracteriza por la simultaneidad y la creación de una escena cultural única. Se imponen nuevas modalidades de legitimación que muchos juzgan como un igualamiento homogeneizante que tiene en su base una barbarización. Los optimistas, en cambio, consideran a este proceso como un elemento democratizador.

2)      ¿A qué se refiere la autora con la idea de que la cultura de masas explota “la ilusión de una cultura para todos”?

Desde un punto de vista optimista, están quienes creen que los medios audiovisuales pueden proporcionar una oportunidad a nuevos estilos abiertos de conflicto cultural y a utopías de discurso contahegemónico; que igualan a la élite letrada y al gran público al verse obligados a compartir las mismas destrezas. En este sentido, la cultura audiovisual sería un lugar de encuentro entre diferentes clases sociales; la cultura de masas explota la persuasiva y halagadora ilusión de que es una cultura para todos.

El simulacro producido por los medios compacta la sociedad proyectando la imagen de una escena cultural unificada, un lugar común donde las oposiciones se disuelven en un poliglotismo que no produce polifonía: la cultura massmediática tributa la imagen de una cultura común que uniría a actores cuyo poder simbólico y material es diferente.

Esta perspectiva pone el acento sobre la difusión y el uso, no sobre el origen ni el contenido de los mensajes; sobre la posición relativa en un proceso de comunicación y no sobre su sustancia; sobre la creatividad y no sobre la manipulación; sobre la relación entre cultura popular y cultura de los media, como relación dinámica y no como ocupación del territorio de una por la otra.

3)      Desarrollar las críticas a las lecturas del papel del receptor desde una perspectiva que hace hincapié en la difusión y el uso.

La hipótesis que contradice la teoría clásica de los años sesenta de manipulación del receptor, establece que los mensajes de los mass media circulan en un espacio donde se producen procesos de mezcla e hibridación, intercambios, resignificación, desplazamiento de los sentidos, reciclaje y refuncionalización de los temas, géneros y formas. La hermenéutica indica que el sentido se construye en la intersección del horizonte del texto y el horizonte del receptor. Pero quién constituye el horizonte del receptor es la cultura hegemónica en su versión massmediática, auqneu no todos los contenidos de la cultura puedan ser reducidos a la cultura de los massmedia.

4)      Sintetizar los rasgos de la esfera audiovisual hegemónica.

Los rasgos formales de la esfera audiovisual se basan en que tanto la conyuntura política como el peso de otras instituciones culturales operan sobre la estética de los massmedia.

A)    La canibalización de formas culturales previas. La estética audiovisual trabaja con las marcas del costumbrismo en el registro lingüístico. El neo-costumbrismo audiovisual, opera una reducción narrativa y estilística. El hipercostumbrismo, en cambio, impone a todos un discurso que es celebración de la igualación plebeya. Se repiten los tics exteriores de la referencia o inventa tics y clisés que el público retoma, cerrando un círculo productivo y hermenéutico.

B)     La imposición de un estilo marco: el show. Éste impone una categoría de personaje que no puede modificarse desde fuera de su estética: la destreza del político se aprende en la escuela del show-man y es necesario aceptarlo para competir con su carisma.

C)     La hipercodificación y la fuerte estructuración según las pautas de géneros televisivos definidos por la serialidad que evita los imprevistos estilísticos y estructurales. La estética del show business exige como condición básica la iteración y el borramiento de los matices. La serialidad asegura a los discursos contra la discontinuidad del zapping: en todo momento, siempre uno sabe donde está. El binarismo valorativo, a su vez, baja el nivel de problematicidad y asegura contra la desestructuración formal e ideológica.

D)    El alto impacto de los mensajes y la gran frecuencia de impacto por unidad de tiempo. Se prefieren las formas de alto impacto y los formatos que no abren la posibilidad de la retrolectura, porque la velocidad del medio es superior a la capacidad de retención de sus contenidos: el medio es más veloz de lo que transmite. La pausa debe evitarse.


E)     La estética del movimiento incesante y del montaje culmina en el clip, que es una síntesis estética de toda la historia del discurso audiovisual. Este verdadero género construye su referencia por completo; adquiere unidimensionalidad y se aleja de los particulares por el recurso a la fragmentación y a la narración simulada, es decir, sintaxis de fragmentos que operan como si fueran narración sin serlo del todo. El video clip se impone como el espacio donde no se negocian valores, considera a la velocidad como la principal de sus virtudes.

F)      El desorden referencial del video clip tiene mucho que ver con el artificio referencial del video game. El naturalismo creciente del simulacro del mismo, está invariablemente acompañado por el saber de que no hay un referente previo temporalmente a la imagen, sino que es producto del encuentro del software con le jugador. Las imágenes son simulaciones en el sentido más fuerte y ello no disminuye sino que aumenta su poder hipnótico.

5)      ¿Por qué la cuestión de la verdad y de lo falsable queda al margen del sistema de lectura que propone la estética audiovisual hegemónica?

Los mensajes audiovisuales presentan un problema enorme para su control de falsabilidad por parte de los receptores. Nada de lo que sucede en la televisión es falsable, precisamente como efecto de la velocidad, y como consecuencia, nada puede ser tomado seriamente como verdadero. La cuestión de la verdad queda marginada en el sistema de lectura promovido por la estética audiovisual. Todo es indiferentemente verdadero o falso, porque todo aparece articulado en la sintaxis igualadora que propone el show-business.  En realidad es una ausencia de sintaxis, es básicamente una parataxis, en la que indistintamente se incluyen los publicitarios y los programas.

6)      ¿Por qué el zapping es definido como una ilusión?

En la práctica del zapping nada se pierde al saltar de un lugar a otro, porque en todos los lugares está lo efectivamente igual. El zapping es la ilusión de la elección simbólica en la ilusión del mercado audiovisual. En realidad no hay ni mercado, ni mercancías diferenciadas; en consecuencia, no hay elección. Más que un ejercicio de la libertad hay una respuesta del tedio: desplazarse para seguir en el mismo lugar, convertir a la programación en un video clip hogareño realizado desde el control remoto.


QUEVEDO – Política bajo el formato televisivo

El autor señala dos visiones, una positiva y otra negativa, sobre el tratamiento televisivo de la política. Señala efectos deseados (mayor alcance) y no deseados (condiciones limitadas para la enunciación) del discurso político en televisión. Tres ejemplos en los que el discurso político “recorta espacio” en la televisión: el discurso oficial, alguna forma de publicidad política, debate público entre candidatos. Subraya, finalmente el carácter productivo de la televisión que subsume todo a sus reglas, a sus tiempos de enunciación, etc. Señala la formación de una nueva sensibilidad política. Dos hipótesis de cierre: 1.       Renunciar: a la visión de una política sustancialista. 2. Admitir: que la política siempre requirió de artificios, mezcla de géneros y formas. Hoy es la televisión la que le imprime a “la mediación política características inéditas que la desligan de las tradiciones de la cultura letrada […] La nostalgia por un pasado mitológico donde imperaba el discurso parlamentario, el razonamiento preciso o la coherencia ideológica corren por nuestra cuenta y tienen la edad de nuestros prejuicios”.
Cuestionario:
¿Por qué para el autor la manera en que la televisión procesa la palabra política “revela la crisis de una forma de hacer política?
El autor dice que la política y los políticos tienen que amoldarse al género televisivo y por lo tanto adecuarse a las reglas propias del medio. Es necesario que sea un político “televisable”, tiene que encontrar otras formas de seducción para la audiencia. Es por ello que con la televisión se implementas nuevas formas de hacer política, con nuevas reglas (propias de la tv).

¿Cuáles son los aspectos deseados y no deseados de la circulación televisiva de la palabra política?
Los aspectos no deseados y que el político tiene que dejar de lado son que sea menos pretencioso con la palabra; más soft; menos grave con la verdad, las doctrinas y los mandatos de la Historia. Los aspectos deseados tienen que ver con el cuidado de la imagen; el hecho de adaptarse a lo que impone el medio: libreto, tiempo, humor, simpatía; el político tiene que asumir una dimensión de actuación, hace de personaje de político.
¿Qué es lo que hay que “admitir” según el autor en el cierre del artículo y qué implica esta postura?
Lo que hay que admitir es que no hay una única forma o privilegiada de hacer política. Esta siempre implica una mezcla de géneros y de formas que se articulan en los distintos momentos históricos. Hoy en día, los medios y la televisión imprimen en la mediación política características que la distancian de la cultura letrada para entrar en zonas culturales ligadas a la imagen, lo corporal, elementos de la vida cotidiana, humor y melodrama. 

SCHMUCLER – Epílogo: elogio de la discusión

Identifique las tesis de Oscar Landi (intervención páginas 168 en adelante y 171), Beatriz Sarlo (177), y de Nicolás Casullo (181) en torno la relación política y medios.
Landi: la política se desprendió de los lugares intelectuales. Dice que es necesario buscar un nuevo punto de apoyo para no ser tragados por la lógica del mercado y de la instrumentación técnica. La política se está reconfigurando en cuanto a los mecanismos de poder, los lenguajes. Hay un mecanismo de cambio en la política y de captura tecnocrática del espacio público. La televisión no destruye el sentido previo.
Sarlo: el estilo de los políticos y el presidencial es un estilo que define el espíritu público. Los años de presidencia de Alfonsín definieron el estilo público con gusto por las ideas, un espíritu soñador. El estilo presidencial actual es un estilo que coicide con la estética de los mass media. Se nos ofrece el show de lo político. El estilo massmediático sobreimprimió a lo político.
Cassullo: piensa que lo mediático no es sólo la televisión. Dice que el aparato ya lo cubrió todo y avanzó tanto que ya no vale la pena analizarlo porque son constitutivos de uno mismo. Piensa que en todo caso lo que uno podría pensar es cómo desligarse que aquel. 
1.                  Siga las intervenciones de M.C. Mata (180 en adelante). ¿Qué otra perspectiva aporta al debate?
Mata plantea que otro problema es seguir caracterizando la cultura mediática a partir de ciertos rasgos, de cierta estética de los medios dejando de lado otras cuestiones para su comprensión como la dimensión del consumo. El problema de la legitimación de la política está también es la transformación de los individuos en consumidores, y eso va más allá de su relación con los medios masivos. Además, plantea el hecho que las relaciones entre los sujetos y entre ellos y ciertos temas se modificaron a partir de la mediación técnica. Plantea que si sólo se queda en la mera descripción de cómo operan los medios en términos instrumentales es muy posible quedarse atrapado. Plantea otra mirada que tiene que ver con la búsqueda de los profundos cambios que se han producido en las reglas de la sociabilidad a raíz de la relación que tienen los sujetos con los medios. Termina su ponencia diciendo que en el mundo de las comunicaciones existe un pensamiento tranquilizador, más que un pensamiento crítico, que se complace en describir nuevos fenómenos sin advertir que ellos son manifestaciones de la misma cultura que uno pretende cuestionar. Entonces el problema no está en descubrir si sabemos más de los medios sino en si podemos saber de otra forma.    
BOURDIEU – Sobre la tv - De nuevo sobre la tv (1999)

Los profesionales viven en un estado de doble conciencia: una visión práctica que los lleva a sacar el máximo partido, y una visión teórica y moralizante que los lleva a negar públicamente la verdad de lo que hacen.
Los sociólogos pueden ofrecer a los periodistas lúcidos y críticos instrumentos de conocimiento y comprensión, de acción eficaces para dominar las fuerzas económicas y sociales que pesan sobre ellos. Bourdieu sostiene que se esfuerza en crear esas conexiones para resistir contra las fuerzas opresivas que pesan sobre el periodismo y que también se hacen pesar sobre toda la producción cultural, y por medio de ella, sobre toda la sociedad.
Los medios son en su conjunto un factor de despolitización, sobre todo la tv que arrastra cada vez más a la prensa en su desplazamiento hacia la demagogia y la sumisión a las presiones comerciales.
Retomando la dicotomía de Eco de apocalípticos e integrados, Bourdieu se siente en el grupo de los apocalípticos. Sostiene que la fuerza del nuevo orden dominante consiste en que ha sabido encontrar los medios específicos de integrar a un número cada vez mayor de intelectuales que siguen considerándose a sí mismos como críticos. Eso contribuye a otorgar una eficacia simbólica muy grande a su acción a favor de la adhesión al orden establecido.
Bourdieu considera que el papel de los intelectuales en el mundo mediático puede ser el de abstenerse de ser cómplices de esas fuerzas que amenazan con destruir su libertad, las fuerzas del mercado. Han hecho falta varios siglos para que los artistas y científicos conquistaran su autonomía respecto a los poderes y pudieran imponer sus normas propias, sus valores específicos de autenticidad. Esas conquistas de la libertad están amenazadas en todas partes, reencarnadas en figuras adecuadas para seducir a unos y a otros.
La tv pone en muy serio peligro las diferentes esferas de la producción cultural. El universo del periodismo es un campo sometido a los constreñimientos del campo económico; y este campo se impone a su vez sobre todos los demás campos, en tanto que estructura. Nada se comprende si no se comprende el campo que lo produce y que le confiere su reducida fuerza. Dentro del periodismo cabe pensar en alianzas entre periódicos que permitirían neutralizar algunos de los efectos de la competencia. Si los mecanismos estructurales que engendran las infracciones de la moral se volvieran conscientes, una acción consciente con el propósito de controlarlos resultaría posible. Bourdieu sostiene que actualmente todos los campos de producción cultural están sometidos a la coerción estructural del campo periodístico. Y esta coerción tiene unos efectos sistemáticos absolutamente equivalentes en todos los campos. El campo periodístico actúa sobre los otros, y está cada vez más dominado por la lógica comercial. A través de las mediciones de audiencia el peso de la economía se ejerce sobre la tv, y del mismo modo, el conjunto del campo periodístico pesa sobre todos los campos de producción cultural.
En cada uno de los campos hay dominadores y dominados según los valores internos del campo. Pero la heteronomía empieza cuando alguien que no es matemático puede intervenir para dar su parecer sobre los matemáticos. Estas intervenciones exteriores resultan muy amenazadoras porque pueden engañar.
Periodismo y política
Bourdieu trata de definir cómo el campo periodístico produce e impone una visión particular del campo político cuyo principio se asienta en la estructura de aquél y en los intereses específicos que engendra en los periodistas. En la tv el temor de los periodistas de aburrir, los lleva a otorgar prioridad al combate antes que al debate, a la polémica sobre la dialéctica, y a recurrir a cualquier medio para privilegiar el enfrentamiento entre las personas, en detrimento de la confrontación entre argumentos. Los periodistas poseen una posición ambigua en el mundo político, en el que son actores influyentes pero sin pertenecer a él como miembros de pleno derecho; están a disposición de ofrecer a los políticos unos servicios simbólicos indispensables que éstos no pueden asegurarse por sí solos. El marketing político explícitamente calculado es cada vez más necesario para triunfar en política ajustándose a las exigencias del campo periodístico. A estos efectos se le suman los de la competencia dentro del campo periodístico, como la obsesión por la primicia informativa, alentado por la competencia.
Todos estos mecanismos se aúnan para producir un efecto global de despolitización o de desencanto de la política. La búsqueda de la diversión tiende a reducir lo que se suele llamar la actualidad a una rapsodia de acontecimientos divertidos; a ofrecer una representación del mundo en la que predominan absolutamente la instantaneidad y la discontinuidad.
Es la lógica del periodismo, a través de la forma particular que toma en él la competencia y de las rutinas y   los hábitos de pensamiento que impone sin discusión, la que produce una representación del mundo en tanto que sucesión absurda de desastres respecto a los cuales no se entiende nada y sobre los cuales nada cabe hacer. La evocación periodística del mundo no está hecha para movilizar y politizar; al contrario, sólo puede contribuir a aumentar los temores. El sentimiento de que el mundo, tal como lo representa la tv, resulta inaprensible, se une a la impresión de que el juego político es un asunto de profesionales para impulsar el mantenimiento del orden establecido. Hay que tener una fe muy profunda en la capacidad de resistencia del pueblo para suponer que el cinismo de los productores de tv pueda hallar su límite o su antídoto en el cinismo activo de los espectadores.

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