Creyendo con Weber que el hombre es un animal inserto en
tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa
urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser, por lo tanto, no una
ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en
busca de significaciones.
Lo que busco es la explicación, interpretando expresiones
sociales que son enigmáticas en su superficie.
La descripción
densa
define el objeto de la etnografía, una jerarquía estratificada de estructuras
significativas atendiendo a las cuales se producen, se perciben y se
interpretan los tics, los guiños fingidos, las parodias, los ensayos de
parodias.
El análisis consiste en desentrañar las
estructuras de significación y en determinar su campo social y su alcance.
Lo que encara el etnógrafo es una
multiplicidad de estructuras conceptuales complejas, muchas de las cuales están
superpuestas o enlazadas entre sí, estructuras que son al mismo tiempo
extrañas, irregulares, no explícitas, y a las cuales el etnógrafo debe
ingeniarse de alguna manera, para captarlas primero y para explicarlas después.
Una vez que la conducta humana es vista como
acción simbólica, pierde sentido la cuestión de saber si la cultura es conducta
estructurada o una estructura de la mente, o hasta las dos cosas mezcladas.
Aquello por lo que hay que preguntar es por
su sentido y su valor.
La cultura es pública porque la
significación lo es.
El estudio de la cultura, el análisis penetra
en el cuerpo mismo del objeto. Los escritos antropológicos son ellos mismos
interpretaciones.
Hay que atender a la conducta y hacerlo con
cierto rigorà es en el fluir de la conducta donde las formas culturales encuentran
articulación.
Por supuesto también la encuentran en
diversas clases de artefactos y en diversos estados de conciencia: pero éstos
cobran su significación del papel que desempeñan en una estructura operante de
vida.
Cualesquiera que sean los sistemas simbólicos
“en sus propios términos” tenemos acceso empírico a ellos escrutando los hechos
y no disponiendo entidades abstractas en esquemas unificados.
Una buena interpretación de cualquier cosa
nos lleva a la médula misma de lo que es la interpretación.
Con la escritura de esa interpretación, se
fija no el hecho de hablar, sino lo dicho en el hablar:
entendemos por lo dicho en el
hablar esa exteriorización intencional constitutiva de la finalidad del
discurso gracias a la cual el decir tiende a convertirse en enunciación, en lo
enunciado.
En suma lo que escribimos es el
pensamiento, el contenido, la intención del hablar. Se trata de la
significación del evento de habla, no del hecho como hecho.
El análisis
cultural
es (o debería ser) conjeturar significaciones, estimar las conjeturas y llegar
a conclusiones explicativas partiendo de las mejores conjeturas y no el
descubrimiento del continente de la significación y el mapeado de su paisaje
histórico.
La descripción
etnográfica presenta tres características: es interpretativa, lo que interpreta es el flujo del discurso social y
la interpretación consiste en tratar de rescatar lo dicho en ese discurso de
sus ocasiones perecederas y fijarlo en términos susceptibles de consulta.
Además tiene una cuarta característica: es microscópicaà esto quiere decir que el
antropólogo de manera característica aborda esas interpretaciones más amplias y
hace esos análisis más abstractos partiendo de los conocimientos
extraordinariamente abundantes que tiene de cuestiones extremadamente pequeñas.
En lugar de seguir una curva ascendente de
comprobaciones acumulativas el análisis cultural se desarrolla según una
secuencia discontinua pero coherente de despegues cada vez más audacesà los estudios se realizan sobre
otros estudios, pero no en el sentido de que reanudan una cuestión en el punto
en el que otros la dejaron, sino en el sentido de que con mejor información y
conceptualización, los nuevos estudios se sumergen más profundamente en las
mismas cuestiones.
Así llegamos a la segunda condición de la
teoría cultural. Esta no es predictiva.
Nuestra doble tarea consiste en descubrir las
estructuras conceptuales que informan los actos de nuestros sujetos, lo dicho
del discurso social y en construir un sistema de análisis en cuyos términos
aquello que es genérico de esas estructuras, aquello que pertenece a ellas
porque son lo que son, se destaque y permanezca frente a los otros factores
determinantes de la conducta humana.
èLa meta es llegar a grandes
conclusiones partiendo de hechos pequeños pero de contextura muy densa, prestar
apoyo a enunciaciones generales sobre el papel de la cultura en la construcción
de la vida colectiva relacionándolas exactamente con hechos específicos y
complejos.
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