Para la mayoría de
los países industrializados los mass media domésticos (especialmente la tv) son
la mayor fuente de información sobre los eventos internacionales en lugares
lejanos.
El modo en que los
medios selecciona e interpreta los eventos (lo que focaliza y lo que omite)
ayuda a definir cómo se construye la opinión pública. Una opinión pública que
puede estar bien informada (conocer no sólo la secuencia de acontecimientos
sino también las razones por las cuales ocurrieron, las metas que persiguieron
los líderes nacionales e internacionales y sus implicancias domésticas y
globales); o puede estar malo pobremente informada (inducida solo a ver los
momentos dramáticos más que los procesos a largo plazo y alentada a desarrollar
una mentalidad orientada hacia los ‘intereses nacionales’ en vez de apreciar
las cuestiones de política exterior).
La cobertura
internacional de noticias es un área controvertida y conflictiva en la
producción de los medios:
Mientras casi todos
los periodistas profesionales occidentales y muchos analistas de los medios
dicen que la cobertura de las noticias internacionales es objetiva, verdadera y
desprejuiciada; muchos investigadores críticos de los medios masivos de
comunicación han argumentado, por otro lado, que la cobertura que los medios
norteamericanos hacen de los asuntos internacionales tienden en lo sensacional,
superficial y son sobresimplificadas, concentrándose en las personalidades o en
los pronunciamientos de los gobiernos más que en la exploración de los
problemas que afectan a la gente común (los fenómenos complejos son con
vertidos por los medios de comunicación en eventos aislados y simples; y no se
dan explicaciones para un análisis de sus causas).
Cuanto menos
sabemos sobre otras culturas, se hace más difícil comprender cómo la pantalla
de los medios vela la realidad, cómo fue construida la historia, ver más allá
de los meros hechos. Una buena parte del mundo permanece invisible si no se
encuentra involucrado en algún hecho noticiable o un conflicto “telegenético”.
Ejemplo:
-La revolución
islámica de 1979 en Irán y sus subsecuentes secuestros de rehenes en la
embajada de EE.UU. en Teherán.
-La cobertura de
los medios norteamericanos resulta adecuado para remarcar los problemas típicos
que tienen los noticieros norteamericanos para informar sobre países
extranjeros.
Falta de análisis
independiente, la aceptación del privilegio de la visión del gobierno en
asuntos de política exterior, ignorancia de otras fuentes de información que
cubrieron las noticias internacionales y la producción y presiones económicas
son algunas de las características de este proceso. Todo sumado a que la
cobertura de noticias internacionales es cada vez más cara y no siempre atrae a
grandes audiencias.
Ejemplo:
-En la cobertura de
Irán, el lenguaje de los medios ayuda a acentuar las diferencias culturales.
-Los iraníes eran
descriptos con términos exagerados (“mullahs vestidos de negro”, “que usan
turbante”, “las mujeres que usan velos”).
-El código verbal
era acompañado por un código visual mucho más efectivo (los imágenes sobre Irán
eran soldados reales portando armas o de ciudadanos marchando en
manifestaciones, lo cual servía para sugerir metonímicamente, que el pueblo
entero estaba en un estado constante de movilización política externa.
-No se quería ver
la revolución de Irán como un movimiento popular que unió a diferentes sectores
de la sociedad. Se suponía que Irán era una cuasi colonia, una posesión a ser
“perdida2 por los Estados Unidos, más que una nación independiente en medio de
un doloroso y violento proceso de cambio social.
Otro Ejemplo: “la
crisis de los rehenes”
1980: cobertura a
lo largo de 444 días de la crisis de los rehenes –involucró a 53 rehenes
norteamericanos-, la cobertura superó la Guerra de Vietnam con más de 500 mil
efectivos. Había “noticiabilidad” del evento, una cantidad inusual de eventos,
relevantes para gran parte de la audiencia. Era casi un drama televisivo, con
muchos ingredientes propios de un mito cultural mediático; ofrecía una trama
simple donde se enfrentaban los “buenos muchachos” (rehenes norteamericanos) y
los “malos muchachos” (los mullahs con turbantes).
-Los soldados
norteamericanos fueron presentados como victimas.
-Las acusaciones
iraníes sobre espionaje norteamericano fueron ignoradas.
-Se le prestó poca
atención a las demandas iraníes sobre la represión política por parte del shah
y la explotación de la riqueza de Irán.
De esta forma los
ciudadanos norteamericanos no entendían por qué hubo una revolución y por qué
los rehenes fueron capturados; sólo sabían que Irán era un “enemigo” de Estados
Unidos, un Estado “terrorista2 compuesto por fanáticos musulmanes. Es así que
los medios ayudan a crear los mitos culturales.
Otro ejemplo:
“La primera Guerra
del Golfo”
Entre 1980 y 1988,
pelea entre Irán e Irak, hubo poca cobertura mediática porque el Oeste quería
que ninguno de los bandos –ni los fundamentalistas islámicos, ni los
autocráticos iraquíes- triunfara.
“La segunda Guerra
del Golfo”
1991: entre las
fuerzas del Oeste y el nuevo Hitler encarnado en Saddam Hussein. La cobertura
fue una operación de propaganda arbitraria, rápidamente conducida por el
Pentágono que omitió el costo real de la guerra y las numerosas voces críticas
que se oponían a la aventura militar.
La tendencia de los
medios informativos por lo dramático y por las historias visuales con relatos
fácilmente comprensibles y con actores identificables tienden a crear
estereotipos, etiquetas e impresiones que perduran mucho después de haber
ocurrido un evento en particular.
Parece haber una
distorsión de las noticias internacionales. Cada audiencia recibe la mayor
parte de las noticias sobre su región; en segundo lugar están las noticias de
Norteamérica y Europa que reciben considerable atención por las agencias al ser
juzgadas como noticiables por su fuerza de poder y no porque vivan alguna
crisis y en tercer lugar tenemos las noticias que proceden de áreas del Tercer
Mundo por sufrir alguna crisis. Aunque hay importantes “áreas invisibles” en
muchos sisteman mediáticos.
Los estereotipos
negativos de los medios pueden ser perniciosos a nivel doméstico porque
mantienen las relaciones desiguales de raza y género. Estereotipos mediáticos
pueden servir como combustible para los malentendidos, desconfianza y
conflictos. La opinión pública informada puede ayudar a una política exterior
racional y pacífica; la mal informada basada en estereotipos y prejuicios, es
más propensa a sostener relaciones hostiles.
Lo que necesitamos
no son más “buenas noticias” sino un mayor entendimiento y debate sobe lo que
es una “buena cobertura de las noticias”.
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