Para abordar la cuestión de la identidad, Wallerstein examina en primer lugar las concepciones actuales de las ciencias sociales acerca de la noción de “pueblo”. Luego estudia qué le dió origen a esa concepción.
En las ciencias
sociales es común la aparición de los términos “ raza”, “nación” y “grupo
étnico” como reemplazo de “pueblo”. Según el autor, “raza” es una categoría
genética, dotada de forma física visible; “nación” es una categoría cultural,
vinculada a un Estado; y “grupo étnico” es una categoría cultural, definida por
ciertos comportamientos persistentes que se transmiten de generación en
generación, pero no están vinculados a los limites del Estado. Esta última
categoría ha sustituido al término “minoría”.
Estos términos son
distintos modos de construir la noción de “pueblo”. Cada uno responde a un
rasgo estructural de la economía capitalista. En palabras del autor, el
concepto “raza” corresponde con la antinomia centro/ periferia, producto de la
división del trabajo. La raza y el racismo son la “expresión, el motor y la
consecuencia de las concentraciones geográficas asociadas a la división axial
del trabajo”.
El concepto “nación” se relaciona con la
superestructura política de este sistema histórico, con los Estados soberanos
que constituyen el sistema interestatal y se derivan de él. Muchas veces los
Estados (que preceden a las naciones y no al revés) de los sistemas
interestatales tienen problemas de cohesión, y se ven amenazados por la
desintegración interna y la agresión externa. La desintegración y las amenazas
tienden a disminuir a medida que aumenta el sentimiento “nacional”. Además el
nacionalismo ayuda a mantener posiciones privilegiadas dentro de la escala de
jerarquías que existen en el sistema interestatal.
El estado tiene una
nación y muchos grupos étnicos. El término “grupo étnico” lo relaciona con las
estructuras familiares que permiten que buena parte de la fuerza de trabajo ser
mantenga al margen de le estructura salarial en la acumulación de capital.
Según Wallerstein, los distintos tipos de relaciones de producción exigen
determinados comportamientos que deben aprenderse. La familia es la encargada
de enseñarlos. Así, el autor plantea que la cultura de un grupo étnico es el
conjunto de reglas que los padres deben inculcarles a sus hijos, entre los
cuales está la manera de comportarse en el trabajo. Cada grupo étnico lo hace a
su propia manera, por eso la jerarquía en el ámbito del trabajo trae consigo la
“etnificación” de la fuerza de trabajo.
De esta manera, la
etnificación resuelve la contradicción de la igualdad del capitalismo mediante
“la mentalidad de las capas trabajadoras”.
Como cierre del
texto, el autor plantea la importancia de tener en claro que “la idea de pueblo
no es una realidad social estable, sino un producto histórico complejo y
moldeable de la economía capitalista a través del cual las fuerzas antagónicas
luchan entre si”.
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