La etnometodología tiene como objeto de estudio empírico las
actividades prácticas, las circunstancias de cada día, el razonamiento
sociológico que habitualmente desplegamos en los asuntos ordinarios.
El
análisis trata de los hechos sociales como realizaciones; en aquello que
normalmente se ve como “cosas”, “datos” o “hechos”, el etnometodólogo ve, y trata de ver, los procesos mediante los cuales
se crean y sostienen de manera constante las características de escenarios
socialmente organizados.
Los ambientes en los que nos
movemos, hablamos, actuamos, las personas con las que estamos en interacción,
representan para nosotros un universo normal, al cual aplicamos conocimientos
comunes, dados por descontado: las prácticas, los métodos con los que
planteamos la normalidad, continuidad y estabilidad de la realidad social de la
vida cotidiana, son el objeto de estudio de la etnometodología.
Esta analiza las prácticas y
los modos en que los individuos construyen la estabilidad de su mundo social y
a la vez lo hacen descriptible, observable, objeto de informe. Para la etnometodología, la naturaleza regulada
de las relaciones sociales es secundaria respecto al trabajo con el que se
establece un mundo de sentido común. La
etnometodología se presenta común viaje por el mundo del sentido común.
Garfinkel afirma que el término
etnometodología indica el estudio de la actuación práctica en la vida cotidiana
y de los fenómenos problemas, resultados y métodos que acompañan el uso de tal
actuación. Cinco puntos caracterizan el estudio etnometodologico:
1)
Analiza cualquier coyuntura social (desde ritos
propiciatorios, a la adivinación; de la actuación práctica común a la
teorización, etc.) según el punto de vista por el que cada elemento de sentido,
de hecho, de método, es la realización lograda de acciones prácticas, y esto
para cada caso particular de investigación, sin excepciones.
2)
Los sujetos de una ordenación social organizada
están continuamente comprometidos en el decidir, reconocer, evidenciar el
carácter racional de su forma de actuar. No es satisfactorio describir la forma
en que aquellos operan diciendo que invocan alguna regla para definir el
carácter coherente o coordinado o planificado (racional) de su actuación real.
En cambio, toda observación sobre la racionalidad del comportamiento en la vida
cotidiana (por ejemplo: “prueba adecuada”, “referencia adecuada”) es una glosa
acerca de fenómenos de organización sobre conjuntos de prácticas realizadas por
los sujetos.
3)
La perspectiva etnometodologica rechaza por
tanto el punto de vista acostumbrado según el cual la eficiencia, la
concreción, la inteligibilidad, la coherencia, la planeabilidad, la tipicidad,
la uniformidad, la reproducibilidad de las acciones (las propiedades racionales
del comportamiento práctico) son fijadas, reconocidas, categorizadas, descritas
sirviéndose de una regla y de un modelo obtenido independientemente de la
situación en que tales propiedades son reconocidas, usadas, producidas, etc.
Toda propiedad “racional” de la acción, todo aspecto del sentido de una
actividad, de su factibilidad, objetividad, explicabilidad, de su
comunicabilidad, es considerada como una realización contingente de prácticas
comunes organizadas socialmente.
4)
Cada situación social ha de ser considerada
como autoorganizada en cuanto al carácter inteligible de sus propias
apariencias. Toda situación organiza las actividades que la componen de modo
que forme un contexto coherente de actividades prácticas explicables. Los modos en que se organiza una situación
coinciden con los métodos que utilizan los sujetos para poner de manifiesto que
los caracteres de la situación consisten en conexiones claras, coherentes,
proyectadas, coordinadas, etc. Las personas, en las ocasiones ordinarias de sus
interacciones, descubren, demuestran, persuaden, manifiestan las apariencias de
organizaciones coordinadas, coherentes, claras, elegidas y proyectadas.
5)
Una constante realización de las actividades
organizadas de la vida cotidiana es la de demostrar la racionalidad y
comprensibilidad de las expresiones y de las acciones indexicables (específicas
de un contexto particular). También para los etnometodólogos el centro del
análisis es la vida cotidiana, pero esta vez observada a partir de los
modos, los métodos con los cuales se
construye un escenario de sentido común, un ambiente social cuyos caracteres
son los de una realidad preexistentes, dada, indiscutible.
El tema crucial de la etnometodología (...) es el análisis de los modos
comunes en que los individuos hacen racionales y explicables sus experiencias
de todos los días. La etnometodología es una sociología de la vida cotidiana.
Lo que diferencia el estudio
etnometodológico de otras sociologías es que el centro de su indagación es el proceso con que los miembros sociales
producen y sostienen un sentido de la estructura social en la cual
interaccionan. Garfinkel afirma que el carácter “obvio” y “natural” del
mundo social en que los actores operan, es el resultado de prácticas sociales
difundidas que constituyen el elemento esencial de la competencia de sujetos
socialmente educados. Estamos habituados a dar por descontado un cierto numero
de conocimientos, razonamientos, etc.: no es necesaria una ulterior atención o
reflexión, porque todo ello supone ya un instrumento inmediato, al alcance,
para la interacción y actuación del mundo, sin que cada vez haya que volver a
poner todo en discusión.
La objetividad y la realidad
de lo que sucede en cada situación dada depende del hecho de que los miembros
ven la ocasión presente como colocada en un orden social estable, objetivo. La
impresión de los miembros de que las características del orden social son
objetivas y reales, es una realización de los miembros en esa ocasión
especifica. El carácter organizado de cada ocasión social depende
reflexivamente de sí mismo. El sentido
del individuo de vivir en un mundo real compartido con los otros es el
fundamento de su existencia en el mundo.
Uno de los procedimientos usados por Garfinkel para
explicar el papel de las asunciones de sentido común empleadas en la vida
cotidiana, es el de obstaculizar, romper las practicas y las expectativas que
automáticamente ejecutamos y planteamos para hacer comprensibles las escenas de
interacción.
Normalmente en las interacciones cotidianas se postula
que el interlocutor entenderá que se usan expresiones cuyo significado está
ligado a la ocasión específica, que un enunciado se puede utilizar para aclarar
algo que ya se ha dicho o para anticipar la comprensión de algo que se dirá a
continuación.
3. Lo que todos
saben
El mundo de la vida cotidiana representa la escena de un
orden social y moral en el que el individuo se coloca. El análisis
etnometodológico de los conocimientos de sentido común y de la actitud natural
trata de describir el punto de vista del sujeto, su percepción de la realidad
social.
La etnometodologica es así el estudio de los
conocimientos de sentido común que usamos en las practicas cotidianas,
incluidos los resúmenes, las explicaciones, las glosas con que reconstruimos la
racionalidad de tales prácticas.
“La actitud natural ve los caracteres de las situaciones
sociales particulares como productos de la sociedad que está alrededor,
mientras la actitud etnometodologica ve los elementos de la sociedad que hay
alrededor como productos de particulares situaciones sociales”.
Por actitud natural,
Garfinkel entiende el “mundo del sentido común”, el “mundo cotidiano” como es
conocido y visto por el sujeto en el alcance de los fines prácticos de sus
acciones: este se presenta como una totalidad de “autoevidencias” que cambian
de situación a situación.
Cuando un acontecimiento, acción, estudio, se presenta
como “conocido en común con los otros”, pertenece en consecuencia a “lo que
saben todos”, se funda sobre algunos presupuestos que constituyen los
caracteres decisivos de los acontecimientos del mundo de sentido común.
Un acontecimiento forma parte del mundo de sentido común
cuando: a) el sujeto asume, b) asume que su interlocutor asuma, c) asume que
del mismo modo que él asume respecto al interlocutor, el interlocutor asume,
respecto de él.
Frente a la ruptura de la actitud natural, el sujeto
puede asumir otra actitud para restablecer la “cotidianidad de los
acontecimientos”: “puede” redefinir la realidad social, cambiar las reglas del
juego estableciendo unas nuevas.
3.1 La
Reflexividad
La reflexividad es una practica cotidiana: esto es, desde
el punto de vista de la etnometodologia, que el uso cotidiano, normal, del
lenguaje, representa, inevitablemente, y al mismo tiempo, tanto una descripción
de las escenas de interacción social como un elemento de estas mismas escenas
que aquél consigue ordenar. Un enunciado
no “transmite” sólo una cierta información, sino que al mismo tiempo crea un
contexto en el cual la información misma puede aparecer.
El conocimiento de sentido común de los hechos de la vida
social es para los miembros de la sociedad un conocimiento institucionalizado
del mundo real.
Las actividades con que los miembros producen y tratan
escenas de acontecimientos cotidianos organizados son idénticas a los
procedimientos que los sujetos usan para hacer tales escenas “explicables”. El
carácter reflexivo de las prácticas de resumen (justificaciones, explicaciones,
exposiciones) constituye el punto crucial de este enfoque.
En el rendir cuentas de las acciones, en el explicarlas
de forma racional, los sujetos producen la
racionalidad de tales acciones y a la vez convierten la vida social en una
realidad comprensible, coherente.
El tratamiento de la reflexividad en las interacciones y
en el uso habitual del lenguaje, en un cierto sentido, “la esconde”, remarcando
la asunción incorregible de una realidad social objetiva y compartida: el
interés etnometodologico es el de hacer observar el carácter reflexivo de las
actividades prácticas.
La atención sobre el concepto de reflexividad hace
necesario subrayar que “los
procedimientos de descripción, sus resultados y los usos de sus resultados son
elementos integrantes del mismo orden social que tales procedimientos ayudan a
describir.
Cuando se describe una situación social, la selección de
los elementos de la descripción misma es percibida por el destinatario como
medio para localizar aquello que el locutor está tratando de hacer comprensible
con su descripción, y a la vez aquello que se percibe como fin del locutor
puede ser usado por el destinatario para comprender un elementos de la misma
descripción.
Hay una unión de reflexividad entre el acto de
seleccionar un elemento de una descripción y el acto de comprender el fin
práctico por el que éste es seleccionado.
Del concepto de reflexividad deriva el interés de los
etnometodólogos por todo aquello que se refiere a los métodos que los sujetos
utilizan para describir, hacer resúmenes de acciones, dialogar; de dicho
concepto se coligen también las indicaciones de Garfinkel de “tratar las
propiedades racionales de las actividades prácticas como “antropológicamente
ajenas” de “dar a las actividades más comunes de la vida cotidiana la atención
normalmente reservada a los acontecimientos extraordinarios”, “de descubrir las
propiedades formales de las acciones prácticas de sentido común desde el interior de los escenarios,
como progresivas realizaciones de es-tos ambientes sociales”. Desde este punto
de vista, el problema de “capturar” los procesos de construcción y negociación
de la realidad requiere una fuerte atención sobre el uso del lenguaje en los
ambientes estudiados. Grabación de las conversaciones, cuidadas descripciones
etnográficas de las escenas de interacción, identificación de los conocimientos
de sentido común usados por los sujetos
estudiados y por el investigador
que los estudia, para comprender el sentido de las acciones de los sujetos,
constituyen así etapas obligadas para todo trabajo etnometodologico.
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