13.5.13

Sunkel - La mirada desde el consumo

Sunkel señala que en un principio en América Latina todo daba a indicar que no se hacía hincapié en qué les pasa a los públicos, los receptores, las audiencias.
Pero con el correr de los años, la situación cambió y los investigadores de la región le empezaron a dar un papel relevante a el “consumo cultural”: quienes asisten o no a los espectáculos; quienes se quedan en su casa mirando televisión; qué ven,  leen o escuchan; qué uso le dan a los bienes culturales y como relacionan esos bienes con su vida cotidiana.
Sunkel toma a Martín Barbero y García Canclini para su trabajo, ya que considera que ambos autores fueron fundamentales porque detectaron la importancia de la temática del consumo en un momento en que la preocupación dominante era el análisis de los mensajes en los medios masivos en tanto soportes de la “ideología de la dominación”. Sunkel considera que los autores ayudaron a definir una cierta aproximación conceptual desde la cual sería posible abordar empíricamente el estudio del consumo.

A continuación los aportes de cada autor con sus similitudes y diferencias:

*García Canclini en su artículo “El consumo cultural: una propuesta teórica”.

-Toma como punto de partida las dificultades político-institucionales y teóricas para avanzar en el estudio del consumo.

-Descarta “la definición conductista de consumo”; es decir, aquella donde éste queda reducida a una simple relación entre necesidades y los bienes creados para satisfacerlas. Pero descartar esto hace a su vez replantearse dos elementos que sustentan esa definición: por un lado, “la concepción naturalista” de las necesidades, que implica reconocer que estas son construidas socialmente y hasta las más básicas son satisfechas de forma diferente según la cultura y el momento histórico; por otro lado, “la concepción instrumentalista de los bienes”, aquella que supone que los bienes tienen un solo valor de uso para satisfacer necesidades concretas.

-Examina distintos modelos que han sido utilizados para explicar el consumo: los modelos que definen el consumo como lugar donde las clases y los grupos compiten por la apropiación del producto social; o como lugar de diferenciación social y de distinción simbólica entre los grupos; o como sistema de integración y comunicación; o como proceso de objetivación de deseos; o como proceso ritual. De este proceso de análisis, el autor llega a l conclusión que si bien cada uno de ellos es necesario para explicar aspectos del consumo, ninguno es autosuficiente.

-Llega a establecer una perspectiva concordante con la sustentada por Mary Douglas y Baron Isherwood, al relevar el “doble papel” de las mercancías: “como proporcionadotes de subsistencias y establecedores de las líneas de las relaciones sociales”. Douglas e Isherwood consideran el consumo de cualquier tipo de mercancías como “práctica cultural” en tanto las mercancías “sirven para pensar”, “sirven para construir un universo inteligible”. Concordante con esto, Canclini va a definir el consumo como “el conjunto de procesos socioculturales en que se realiza la apropiación y los usos de los productos”. Es así que el consumo comienza a ser pensado como espacio clave para la comprensión de los comportamientos sociales.

*Martín Barbero en su libro “De los medios a las mediaciones”.

-Llega al consumo por un camino distinto, a través de la crítica al “mediacentrismo” y su elaboración de la categoría de mediaciones; pero en varios sentidos estará conectado con la apreciación del consumo de Canclini. Cuatro aspectos de esta conceptualización:

1-El desarrollo de una concepción no reproductivista del consumo, que permite una comprensión de los modos de apropiación cultural y de los usos sociales de la comunicación. Barbero considera el consumo no sólo como reproducción de fuerzas sino también producción de sentidos; lugar de una lucha que no se agota en la posesión de los objetos, pasa más por los usos que les dan forma social. Estas prácticas se ubican dentro de un sistema hegemónico; son prácticas del “escamoteo” que buscan burlar el orden establecido, donde los sectores populares se apropian y resignifican el orden dominante.
2-El énfasis en la dimensión constitutiva del consumo, lo cual supone una concepción de los procesos de comunicación como espacios de constitución de identidades y de conformación de comunidades. Barbero dice que los medios de comunicación no son solo comercial o de manipulación ideológica, sino también un fenómeno cultural a través del cual la gente vive la constitución del sentido de su vida.
3-Resalta la importancia estratégica de la investigación del consumo, en un momento donde la globalización de los mercados se encuentran unida a la fragmentación de los consumos.
4-La importancia de considerar que el consumo implica un cambio epistemológico y metodológico: cambia el lugar desde el cual se piensa el proceso de la comunicación.

El consumo cultural ¿una práctica específica?

La delimitación del “consumo cultural” como una práctica específica frente a la práctica más extendida del consumo se justificaría, según Canclini, por la parcial independencia alcanzada por los campos artísticos y culturales durante la modernidad –el arte, la literatura, la ciencia-. En este sentido, se ha propuesto que los bienes culturales se distinguen porque son bienes en los que el valor simbólico predomina por sobre su valor de uso o de cambio. Según Canclini los productos culturales tienen valores de uso y de cambio, contribuyen a la reproducción de la sociedad y a veces a la expansión del capital, pero en ellos los valores simbólicos prevalecen sobre los utilitarios y mercantiles.
Así el consumo cultural llega a ser definido como “el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica”.

Las mediaciones como “lugares” de apropiación

En Martín Barbero la “mediación” no implica una relación neutral o instrumental (que es el sentido que tiene en la política) ni tampoco una relación indirecta o distorsionadota (que es el sentido que se le ha dado en la investigación sobre la ideología de los medios). Por el contrario, considera que la mediación es una actividad directa y necesaria entre distintos tipos de actividad y la conciencia; la mediación es positiva y en cierto sentido autónoma, es decir, tiene sus propias formas.
Según Barbero, la forma de mediación entre la lógica del sistema productivo y las lógicas de los usos sociales de los productos comunicativos es el “género”. Este es concebido “como  una estrategia de comunicabilidad o como estrategia de interacción, esto es, “modos en que se hacen reconocibles y organizan la competencia comunicativa entre los destinadores y los destinatarios”.
A partir de esta categoría de género, Barbero desarrolla una propuesta metodológica para estudiar la telenovela y en esa propuesta dice que: “las mediaciones son entidades como ese ‘lugar’ desde el que es posible percibir y comprender la interacción entre el espacio de la producción y el de la recepción”.
Barbero propone partir la investigación desde “las mediaciones, esto es, de los lugares de los que provienen las constricciones que delimitan y configuran la materialidad social y la expresividad cultural de la televisión”. Esos “lugares” serían aquellos en que se desarrollan las prácticas cotidianas que estructuran los usos sociales de la comunicación: la cotidianidad familiar, las solidaridades vecinales y la amistad, la temporalidad social y la competencia cultural.
¿Cuál es la mediación que estos “lugares” cumplen en la configuración de la televisión? Para Barbero se trataría de una doble mediación: por un lado, la mediación familia inscribiría sus marcas en el discurso televisivo forjando los dispositivos básicos de comunicación entre los cuales el autor menciona la simulación del contacto y la retórica de lo directo; por otro lado, la cotidianeidad familiar media los usos sociales de la televisión (la familia/hogar es el lugar clave de lectura, resematización y apropiación de la televisión. Y son las dinámicas familiares las que estructuran las modalidades del consumo televisivo).

La reorganización de los consumos culturales

En García Canclini, en su estudio de cine en México, se pregunta por los cambios en los modos de ver cine al pasar de las salas a la exhibición doméstica.
El espectador de cine es producto de un cierto aprendizaje: se aprendió a ser espectador de cine, a ir a las salas oscuras, elegir la distancia adecuada de la pantalla, etc. Ahora, Canclini se pregunta qué pasó con todo esto cuando las películas se empezaron a ver por televisión, donde se pasó a la sala blanca de la casa, cortadas por publicidades, con interrupciones permanentes y hasta muchas veces se decide ir al video club o al azar se ve algo que transmite la tv.
Canclini llega a la conclusión que la tv y el video fomentan la sociabilidad restringida de la pareja o la familia, con una concentración débil en el filme. También afirma que se está produciendo una reorganización de los consumos culturales donde tiene a primar el consumo doméstico.
Canclini observa una pérdida de peso de las tradiciones locales y las interacciones barriales la que es “compensada” por los enlaces mediáticos. Se produce el reforzamiento del hogar y a través de este, la conexión con una cultura transnacionalizada y deslocalizada en que las referencias nacionales y los estilos locales se disuelven.

Los nuevos modos de ver/leer

Barbero sugiere que los cambios en el contexto socio-cultural estarían alterando una de las mediaciones fundamentales, que es la relación de los públicos con la televisión. Esta alteración se estaría produciendo particularmente en los modos de ver/leer de los jóvenes.
Barbero va a hablar de “des-ordenamiento cultural” que comenzó a hacerse visible con los movimientos del ’68, remite al entralazamiento de los modos de simbolización y ritualización del lazo social con las redes comunicacionales y los flujos audiovisuales. Va a se la tv el medio que más va a desordenar la idea y los límites del campo de la cultura, con sus tajantes separaciones entre alta cultura y cultura popular, entre realidad y ficción, entre espacio de ocio y de trabajo, entre saber experto y experiencia profana, entre razón e imaginación.
El proceso de des-ordenamiento cultural lleva a Martín Barbero a plantear el tema de los nuevos modos de ver/leer asociado a la formación de un nuevo sensorium audiovisual: la experiencia audiovisual replantea los modos mismos de la relación con la realidad, introduce transformaciones en nuestra percepción del espacio y del tiempo.
Esta nueva especialidad no surge de una experiencia doméstica convertida por la alianza televisión/computadora en un territorio virtual. Para Barbero entra en crisis el espacio nacional y en consecuencia la cultural nacional: “desanclada del espacio nacional la cultura pierde su lazo orgánico con el territorio y con la lengua”.
Por otro lado, la percepción del tiempo que instaura el sensorium audiovisual está marcada por las experiencias de la simultaneidad, de la instantánea y del flujo. Una de las tareas claves que realizan los medios es la fabricación del presente, lo que remite al debilitamiento del pasado y a la ausencia del futuro, instalando un presente continuo.
Para Barbero serían los jóvenes quienes encarnarían este sensorium audiovisual, por su apertura a las más diversas formas y contextos, y una enorme facilidad para los ‘ideomas’ del video y computador. Es por esa pluradidas de escritura por la que pasa hoy la construcción de ciudadanos que sepan leer tanto periódicos como noticieros de televisión, videojuegos, video clips e hipertextos.

Conclusión y aportes:

1-Barbero y Canclini contribuyeron a generar la inflexión teórico-metodológica desde el énfasis en el mensaje como estructura ideológica a los procesos de consumo, han situado el análisis comunicacional en el contexto de los procesos socio-culturales. El proyecto de Barbero consiste  en “pensar la comunicación desde la cultura”.
2-Han definido una cierta aproximación conceptual desde la cual se ha hecho posible abordar empíricamente el estudio del consumo, donde este pasa a ser pensado como clave para la comprensión de los procesos sociales.
3-La formulación de la temática del consumo supone vincular sus orientaciones con las demandas reales de la población.
4-Resaltar el planteamiento de Barbero de que la investigación del consumo significa un cambio teórico-epistemológico desde donde mirar el proceso de comunicación.

Interrogantes planteados:

1-¿No será necesario re-pensar la noción de “consumo cultural” elaborada por Canclini a la luz de los profundos cambios en el contexto sociocultural que han tenido lugar en la última década?. Con lo cual se está sugiriendo que la tajante separación de campos que supone la noción de consumo cultural desarrollada por Canclini se encuentra en un proceso de des-dibujamiento.
2-¿Qué relación tiene los nuevos modos de ver/leer que desarrollan especialmente los jóvenes, con las mediaciones en cuanto lugares de apropiación y uso de los productos?
¿Sigue siendo la cotidianeidad familiar, la solidaridad vecinal, la temporalidad social y la competencia cultural lugares que cumplen una mediación en la configuración de la tv y las nuevas tecnologías?
¿Cuáles serían las nuevas formas de mediación en el nuevo entorno comunicativo?
3-¿Qué queda de “lo popular” en el contexto de la globalización comunicacional y de desordenamiento cultural?.
¿Los indicios de la investigación del consumo, ha sido sustituida por la de los jóvenes, especialmente los que tiene acceso a las nuevas tecnologías?
¿Dónde quedan los jóvenes excluidos de la sociedad de la información?

Reflexión, dos ejes:

1-Una cierta paradoja: a lo teórico de este tipo de estudios se opone el escaso uso que se le ha dado en otros campos que no sean el de la propia investigación social.
2-La necesidad de profundizar en la relación entre consumo y acceso, a raíz del dramático aumento en la cantidad de imágenes, información y datos que se difunden a través de un espectro cada vez más amplio de medios, redes y dispositivos. Pero que también ah ido produciendo profundas desigualdades en el acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación (Ford habla de crecientes desigualdades “info-comunicacionales” a raíz de la ausencia de una política que busque enfrentar este nuevo panorama comunicacional. 

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