13.5.13

Mattelart / Morley / Reguillo / Anderson / Barth / Contursi / Cuche


MATTELART, ARMAND Y MATTELART, MICHELLE (1995) “LOS ESTUDIOS CULTURALES Y LA ETNOGRAFÍA DE AUDIENCIAS”. DE “LOS EMPIRISMOS DEL NUEVO MUNDO”; “INDUSTRIA CULTURAL, IDEOLOGÍA Y PODER” Y “EL RETORNO DE LO COTIDIANO”.
Cultural Studiesà corriente que se despliega en los ’60 y ’70.

Tiene su fuente lejana en los estudios de crítica literaria de Frank Raymond Leavis.
Para este autor el desarrollo del capitalismo industrial y sus expresiones culturales tienen un efecto pernicioso sobre las diversas formas de la cultura tradicional (elitistas y populares).
Por su preocupación didáctica, estos estudios legan un abordaje diferente del texto literario fundado en el análisis textual, la búsqueda del sentido, y el estudio de los valores socioculturales, lugar desde el que se oponen a los métodos de la escuela funcionalista.
En los ’50 con la expansión del sistema escolar, un grupo de pedagogos de la escuela secundaria retoman este tipo de abordaje del textoà pero, a diferencia de los planteos elitistas de Leavis, valorizan los gustos de los estudiantes pertenecientes a la clase obrera.

El Centro de Birminghan

En 1964 se funda en la Universidad de Birminghan el Centre of Contemporary Cultural Studies (CCCS) centro de estudios doctorales sobre las “formas, las prácticas y las instituciones culturales y sus relaciones con la sociedad y el cambio social”.
La idea fundadora es de Williams, Hoggart y Thompson.
La obra de Williams, The Long Revolution (1965)à marca una doble ruptura que sitúa la cultura por fuera de la sociedad, para sustituirle una definición antropológica;
la cultura es ese proceso global a través del cual los significados son construidos social e históricamente; la literatura y el arte no son más que una parte de la comunicación social.
Ruptura también con el marxismo reduccionista: propone estudiar la relación entre la cultura y las otras prácticas sociales; se mete en el debate sobre la primacía de la base sobre la superestructura, que reduce la cultura a la determinación social y económica.
En The Making of the English Working Class (1968), Thompson entabla una polémica con Williams a propósito de su trabajo.
Le reprocha ser todavía tributario de una tradición literaria evolucionista que se refiere siempre a la cultura en singular, mientras que el trabajo de los historiadores muestra que se trata de culturas en pluralà la historia está hecha de luchas, tensiones, conflictos entre culturas y modos de vida, conflictos íntimamente ligados a las culturas y a las formaciones de clase.
En la búsqueda de un marxismo heterodoxo, los investigadores del Centro releen los estudios de historia literaria de Georg Lukacs y los trabajos sobre literatura rusa de Mikhail Bajtin, traducen a Walter Benjamin, se interesan en Lucien Goldman, Jean Paul Sastre y Roland Barthes.
Con Louis Althusser comparten las cuestiones ligadas a la naturaleza de la ideología, que toma un papel activo en la reproducción social.
El aporte de la obra del marxista italiano Gramsci reside principalmente en la noción de hegemonía.
En el análisis del poder, la noción de hegemonía introduce la necesidad de considerar las negociaciones, los compromisos y las mediaciones, y en su momento, llevaba precozmente a un primer plano la cuestión de la sociedad civil como diferente del Estado.
Todas estas influencias se constituirán en objeto de una apropiación crítica

Hacia el estudio de la recepción

El trabajo de Stuart May sobre el papel ideológico de los medios y la naturaleza de la ideología marca un momento importante en la constitución de una teoría capaz de refutar los postulados del análisis funcional norteamericano y de fundar una forma diferente de investigación crítica sobre los medios.
Su artículo “Encoding/Decoding” (1973)à encara el proceso de comunicación televisiva como una articulación entre producción, circulación, distribución/consumo, reproducción, momentos que están determinados por relaciones de poder institucionales.
La audiencia es a la vez el receptor y la fuente del mensaje.
En el análisis de la audiencia, Hall define 3 tipos de decodificación: dominante, oposicional, negociada.
Everyday Televisión Nationwide (1978) de C. Brundson y D. Morleyà marca un cambio en la producción de esos estudios sobre medios: se analizan programas de información general sobre los grandes problemas de la sociedad, dirigidos a un público especializado o de elite, la atención se centra en emisiones también denominadas de “comunicación política” pero destinadas a público más vasto.
Así, en la etapa siguiente, los estudios se desplazarán del estudio de los textos al de las audiencias.

Etnografía de las audiencias: La cuestión del lector

En los ’60, la investigación literaria trabajó sobre la problemática del lector y de la recepción.
Labor especialmente desarrollada en Alemania.
La conferencia pronunciada por Hans Robert Gauss (1967) es el punto de partida para el movimiento que contó con el aporte inicial también de Wolfgang Iser.
Gauss entiende el proceso de recepción como las “concretizaciones sucesivas de una obra”, la relación de diálogo entre el texto y el lector que libera, en cada época, el potencial semántico–artístico de la obra y lo inscribe en la tradición literaria.
Pero el lector puede ser también un factor conservador en la medida en que su horizonte de expectativa puede ofrecer una mayor o menor resistencia a las iniciativas innovadoras del escritor.

Cultural Studies y estudios feministas

En los ’80, los estudios van a centrarse muy especialmente en el papel activo del receptor en la construcción del sentido de los mensajes, y en la importancia del contexto de la recepción.
David Morley, en Family Televisión, Cultural Power and Domestic Leisure (1986) explora las interacciones en el seno de la familia alrededor de la pantalla chica, en el contexto natural de recepción de la televisión, el universo doméstico.
Morley también se interesó de la cuestión de las relaciones de poder entre los sexos y que aparecen en el uso de la televisión y la recepción de los programas.
Y se encuentra ya con una corriente de estudios feministas desarrollada especialmente en los Estados Unidos a partir de la “teoría feminista del film”, que se apoya en el psicoanálisis y en la semiótica del cine.
El consumidor y el usuario: apuestas estratégicas
El análisis de las lecturas y los usos diferenciados se expresa en un contexto particular.
La recepción y el individuo consumidor ocupan un lugar central en la concepción neoliberal de la sociedad.
No se trata de cualquier consumidor, sino de uno considerado soberano por sus elecciones, en un mercado denominado libre.
De allí los derivados neo–populistas de ciertas teorías de la recepción.
Algunos estudios comparativos sobre las interpretaciones diferenciadas que hacen los consumidores a partir de su propia cultura ayudan a empastar la cuestión del poder de la comunicación, que tanto ha obsesionado a las generaciones precedentes.
Llegan, en sordina, a la siguiente conclusión: como el poder de los emisores es muy relativo, contrariamente a lo que había llegado a pensarse, la idea de un emisor más poderoso que otro pierde en gran parte su pertinencia de la misma manera que la necesidad de una economía política establecida bajo un signo crítico.
La apuesta de un interés exclusivo en el tema de la recepción reaparece cuando la hegemonía de los productores de los Estados Unidos está en el centro de las discusiones sobre el libre intercambio y la libre circulación de los flujos en materia audiovisual, desarrolladas en el seno de instancias internacionales.

MORLEY, DAVID (1993) “TEORÍA DE LAS AUDIENCIAS ACTIVAS: PÉNDULOS Y TRAMPAS”.
En los viejos tiempos las audiencias de TV eran consideradas consumidores pasivos.
Después se descubrió que esto era inexacto porque eran activos de todas formas.
Los recientes estudios sobre las audiencias de los medios plantean dos supuestos:
-          que la audiencia es siempre activa y
-          que el contenido de los medios es siempre abierto a la interpretación.
La mayoría de las audiencias modifica o desvía cualquier ideología dominante reflejada en el contenido de los medios.
Los recientes estudios de recepción que plantean la autonomía de la audiencia servían para plantear la ausencia total de la influencia de los medios en la “democracia semiótica” del pluralismo posmoderno.
Pero el problema de esta democracia es que este modelo de competencia perfecta es inútil en la comprensión del funcionamiento del campo cultural como en el análisis económico, porque es obvio que algunos discursos y empresas tienen grandes recursos materiales y acceso preferencial a los principales medios.
Los trabajos actuales asumen que la gente habitualmente usa el contenido de los medios dominantes para investirlos de poder a ellos mismosà los estudios son optimistas: cualquier cosa que el mensaje codifique, la descodificación viene al rescate.
Pero el problema de todo esto es que las audiencias pueden ser activas pero no hay que igualar activo con poderoso.
El poder de los espectadores para reinterpretar significados no es equivalente al poder de las instituciones de los medios para construir los textos que el espectador después interpreta.

REGUILLO, ROSSANA (2004) “LOS ESTUDIOS CULTURALES. EL MAPA INCÓMODO DE UN RELATO INCONCLUSO”.
Definir con precisión y establecer los límites de lo que son y lo que representan en el mapa de la producción contemporánea de conocimiento los estudios culturales es una tarea no sólo compleja, sino imposibleà en tanto  no hay un “acuerdo” que establezca su definición y marque con claridad las fronteras.
Quizá sea más conveniente señalar primeramente que es lo que NO son los estudios culturales:

Primeramenteà los estudios culturales no son una disciplina.
Quien mejor ha interpretado el contexto y el sentido fue Emmanuel Wallerstein, para quien hay dos aspectos que no podemos ignorar:
 De un lado, la dimensión política que pese a que se le suele ignorar está presente en el proceso de producción de conocimientos y de manera especial en el modo en que se organizan los saberes disciplinarios que también obedece a una lógica de “beneficios” y de disputas por la asignación de recursos.
Tenemos una primera claridad: los estudios culturales emergen como respuesta al proceso de disciplinarización y (disciplinamiento) del saber.
“Nacen” marcados entonces por un fuerte componente político, que los sitúa en el territorio de “la sospecha” y del rechazo de aquellos que detentan el poder académico fundado en la compartimentación del saber.
Una segunda cuestión es el fuerte contenido irruptivo de los estudios culturales.
Al desmarcarse de los anclajes disciplinarios, los estudios culturales convocan especialistas provenientes de muy diversos campos que están más interesados en proveer marcos de lectura, es decir interpretativos de los fenómenos sociales que en defender ciertos cotos disciplinarios.
Al desmarcarse de anclajes disciplinarios los estudios culturales van a constituirse como una comunidad de hablantes que traen a la escena de la discusión marcos diferenciales desde los cuales hacen visible las intersecciones entre tres asuntos que van a resultar claves:
§  la importancia central del sujeto que actúa en un marco constreñido por el poder;
§  la necesidad de “deconstruir” los procesos de normalización que históricamente construidos han definido como “naturales” los procesos de exclusión, marginación, dominación; y,
§  la vinculación clave entre los “productos” de la cultura y sus productores.
Estas tres dimensiones pueden ser leídas desde tres ópticas conceptuales distintas: la subjetividad (el sujeto), el poder (la política) y la cultura (lo simbólico).
Por supuesto, que este pequeño mapa, es en el mejor sentido de lo que los estudios culturales han hecho posible, una mirada susceptible de ser “contestada” desde otras visiones.

En segundo lugarà los estudios culturales no representan ni un cuerpo homogéneo de saberes y mucho menos agrupan unas determinadas formas preestablecidas de prácticas intelectuales.
Es decir, una vez que es posible establecer su des–vinculación disciplinaria y su clara vocación política, es fundamental establecer sus diferencias.
Para ello habría que establecer la vertiente de los Estudios Culturales británicos a quiénes suele atribuirse la formación del concepto a partir de los trabajos de Raymond Williams y la llamada  Escuela de Birmingham.
De ahí provienen las tradiciones más sólidas en estudios culturales: el culturalismo y el estructuralismo (discusión que fue presentada por otra figura central de los estudios culturales en Birmingham, Stuart Hall).
Para Hall, dos paradigmas habían caracterizado la producción del círculo de intelectuales cercanos a Birmingham:
-          “el culturalista” que asumía al sujeto como libre de asignar y construir significados para reinscribirse en el marco de las instituciones sociales y,
-          “el estructuralista/posestructuralista” que enfatiza que el sujeto y las identidades son posiciones determinadas social e ideológicamente estructuradas.
Es quizás desde esta tensión en el que puede inscribirse la emergencia de los estudios culturales estadounidenses que no son tampoco homogéneos y cuentan con varios focos de interés y distintos centros de irradiación a lo largo y ancho del vasto territorio norteamericano.
La teoría crítica de los “frankfurtianos”, tuvo impactos en el proyecto de investigación de radio de Lazarfeld en Princeton y también entre el grupo de Estudios de Opinión en Berkeley donde destacaron los trabajos de Bruno Bettelheim y Morris Janowitz.
No hay una línea directa en la genealogía de los cultural studies estadounidenses y la Escuela Crítica de Frankfurt, pero es evidente que el impacto de pensadores de esta escuela como Walter Benjamín caló hondo en la perspectiva de lo que a partir más o menos de los años ’60 se conocería como “estudios culturales en su versión norteamericana”.
Una de las figuras centrales de estos, fue sin duda Fredric Jameson, Larry Grossberg, Any Nelson y Pamela Treichlere.
Llegados a este punto, hay un texto clave como bisagra entre la perspectiva norteamericana y la vertiente latinoamericana de los estudios culturales, que es el de Néstor García Canclini, “El malestar en los estudios culturales”.
Dice el autor: “En Estados Unidos, los cultural studies han modificado significativamente el análisis de los discursos, dentro del territorio humanístico, pero son escasas las investigaciones empíricas”.
Lo que esta cita nos permite pensar es que la crítica principal que se plantea a las vertientes “culturalistas” de los cultural studies es la de su dificultad para hacerse cargo de los marcos constrictivos del poder y de la centralidad de los procesos de carácter estructural que configuran lo cultural.
Lo relevante aquí, es que estas críticas permiten entender lo que sucede cuando a los estudiosos o intelectuales latinoamericanos se les preguntan si hacen “estudios culturales”; la respuesta suele ser una contundente negativa seguida de una explicación larga y a veces confusa para el interlocutor no “continental” de lo que se hace en América Latina son estudios de la cultura y que son los norteamericanos los que hacen estudios culturales.
Los estudios de la cultura en América Latina (de larga tradición) se han esforzado por visibilizar y poner en discusión temas, procesos, momentos, prácticas socio-históricas y políticas, como claves para la (auto)comprensión de las sociedades latinoamericanas en sus vínculos con el mundo y con el pensamiento metropolitano.
Más que un enfoque metodológico, lo “transdisciplinario” ha sido en Latinoamérica una necesidad. Pensar el mundo y la propia sociedad en condiciones asimétricas de poder no solo intelectual, obligó a que muy temprano los pensadores latinoamericanos construyeran sus andamiajes teóricos desde la lógica de las intersecciones.
Hoy, creo una de mas mayores “peleas” de los estudios culturales en América Latina es no perder esa densidad, ni la postura crítica frente a la realidad, ello ha derivado en intensos debates con algunas (no todas) posiciones del norte, que tienden a obviar el poder en sus análisis.
Para los estudiosos de la comunicación resultan de particular relevancia los aportes de los estudios de la cultura y el poder producidos desde América Latina:
-          las categorías para pensar el consumo y la economía política de los intercambios simbólicos;
-          las pertinencias culturales como mediaciones claves para la recepción/interpretación del mundo;
-          los medios de comunicación como dispositivos de poder e instituciones culturales, las identidades como categorías socio–culturalmente construidas y la gestión cultural.
Otras figuras importantes en América Latina son Jesús Martín Barbero y Renato Ortiz.

Problemas, objetos, circuitos

Problemas que están presentes en el campo de los estudios culturales o de lo estudios culturales y el poder:
a)    En primer lugar, la tensión entre el momento subjetivo y el momento objetivo de la cultura.
Esto es, la compleja relación entre las estructuras, las instituciones y la subjetividad que orienta las prácticas de los actores sociales.
b)    Un segundo frente problemático lo constituye lo que podríamos llamar las “políticas de reconocimiento”.
El problema persistente en los estudios culturales en su interface con la comunicación es cómo hacer hablar de manera productiva y creativa a las “diferencias”, es decir, los procesos de pertenencia diversa no como constitutivos de la acción, sino estos procesos de diferenciación y pertenencias como mediaciones y dinamizadores de la acción.
c)    Las transformaciones en la escena contemporánea exigen hoy más que nunca la atención sobre los diferentes planos en los que se produce, circula y se reconoce la cultura.
d)    Resistir a la tentación “salvífica” es una tarea política de los estudios culturales.
Esto señala que para los nuevos practicantes de esta perspectiva, es el peligro de apelar a lo que se llama “narrativas de sustitución” (los derechos humanos, la democracia, la interculturalidad, el género, el altermundismo entre otras causas) como espacios de discursos y prácticas liberadoras a priori.
e)    Queda la cuestión del método.
Es mejor poner a funcionar nuestros instrumentos de registro en clave multidimensional.
En lo que toca a los “objetos”, el mapa de los estudios de la cultura, el poder y la comunicación, es diverso.
Lo fundamental sería reconocer que esta perspectiva no se define por los objetos que toma, sino por el enfoque y las intersecciones que se privilegian para el análisis.
Lo central en este aspecto estriba en la “articulación”, en la construcción de relaciones “significativas” entre procesos y prácticas.


ANDERSON, BENEDICT (1983): “INTRODUCCIÓN” Y “CONCEPTOS Y DEFINICIONES”.

Vivimos una transformación fundamental en la historia del marxismo y de los Movimientos marxistas.

Ejemplos: guerras entre Vietnam, Camboya y China.
Entre diciembre de 1978 y enero de 1979 Vietnam ocupa Camboya.
En febrero de 1979 China ataca Vietnam.
Desde la segunda guerra toda revolución triunfante se ha definido en términos nacionales: La República Popular China, La República Socialista de Vietnam.

Eric Hobasbawn afirma que “los movimientos y los estados marxistas han tendido a volverse nacionales, en la forma y en la sustancia, es decir, nacionalistas.
Muchas naciones antiguas se ven amenazadas por “sub”nacionalismos dentro de sus fronteras.
El “Fin de la era del nacionalismo” no se encuentra la vista.
La nacionalidad es el valor más universalmente legítimo en la vida política de nuestro tiempo.

Nación, nacionalidad, nacionalismo son términos difíciles de definir.
Hugh Seton-Watson: no se puede elaborase ninguna definición científica de la Nación; pero el fenómeno ha existido y existe.
Tom Nairn afirma “La teoría del nacionalismo representa el fracaso histórico del marxismo”.
El nacionalismo ha sido una anomalía incómoda para la teoría marxista y se ha eludido en gran medida antes que confrontarlo.
Anderson dice que su libro da sugerencias para arribar a una interpretación satisfactoria de la “anomalía” del nacionalismo.
La nacionalidad (o la calidad de nación), al igual que el nacionalismo, son artefactos culturales de una clase particular.
La creación de estos artefactos a fines del siglo XVIII fue la destilación espontánea de un cruce complejo de purezas históricas discretas, pero que una vez creados se volvieron “modulares”.
Los artefactos culturales –nacionalidad y nacionalismo- generaron un apego profundo.
Los teóricos  del nacionalismo se han sentido a menudo desconcertados ante tres paradojas:
1.    la modernidad objetiva de las naciones a la vista del historiador, frente a su antigüedad subjetiva a la vista de los nacionalistas;
2.    la universalidad formal de la nacionalidad como un concepto socio-cultural, frente a la particularidad inmediata de sus manifestaciones concretas;
3.    el poder político de los nacionalismos, frente a su pobreza e incoherencia filosófica.

El nacionalismo no ha producido jamás sus propios grandes pensadores.
Tom Nairn dice: “el nacionalismo es la patología de la historia moderna del Desarrollo”.
La dificultad radica en la existencia del “Nacionalismo” y clasificarlo luego como una ideología.
Se propone como definición de Nación lo siguiente: una comunidad política imaginada como  inherentemente limitada y soberana.
Es imaginada porque los miembros de la nación no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas. Gellner dice que el nacionalismo no es el despertar de las naciones a la autoconciencia: inventa naciones donde no existen.
La nación se imagina limitada porque tiene fronteras finitas.
Ninguna nación se imagina con las dimensiones de la humanidad.
Se imagina como comunidad porque la noción se concibe siempre como comportamiento profundo, horizontal.

Las aprehensiones del tiempo

Sería miope la concepción de las comunidades de naciones imaginadas como algo que simplemente surgió de las comunidades religiosas y los reinos dinásticos para sustituirlos.
Cambia fundamentalmente en los modos de aprehensión del mundo que permitía “pensar” a la nación.
Simultaneidad: concepción fundamental, que si no la tomamos en cuenta, encontraremos dificultades para explorar la génesis oscura del nacionalismo.
Hubo dos formas de imaginarios del siglo XVIII: la novela y el periódico, que proveyeron los medios técnicos necesarios para la representación de la clase de comunidad imaginada que es la nación.

Nación: organismo sociológico que se mueve a través del tiempo homogéneo, vacío.
Se concibe también como una comunidad sólida que avanza sostenidamente de un lado a otro de la historia.
El libro fue el primer producto industrial producido en masa, al estilo moderno.
Es un objeto autónomo, reproducido en gran escala.
El periódico es sólo una “forma extrema” del libro, un libro vendida a escala colosal pero de popularidad efímera.
La obsolescencia del periódico al día siguiente de su impresión crea el consumo simultáneo (“imaginario”) del periódico como ficción.
El mundo imaginado está arraigado en la vida diaria.
La ficción se cuela silenciosamente y continuamente a la realidad, creando esa notable confianza de  la comunidad en el anonimato que es la característica de las naciones modernas.
La mera posibilidad de imaginar a la nación solo surgió en la historia cuando tres concepciones culturales fundamentales (todas ellas muy antiguas), perdieron su control axiomático sobre las mentes de los hombres.
-          La 1ra era que una lengua escrita particularmente ofrecía un acceso privilegiado a la verdad ontológica, porque era una parte inseparable de esa verdad.
-          La 2da era la creencia de que la sociedad estaba organizada alrededor y bajo centros elevados.
-          La 3ra era una concepción de la temporalidad donde la cosmología y la historia eran indistinguibles, mientras que el origen del mundo, y el del hombre eran idénticos en esencia.
La declinación lenta y desigual de estas certezas interconectas bajo el efecto del cambio económico, los “descubrimientos” y el desarrollo de comunicaciones cada vez más rápidas, introdujeron una cuña dura entre la cosmología y la historia.
No es sorprendente que se haya buscado una nueva forma de unión de la comunidad, el poder y el tiempo, dotada de sentido.

BARTH, F. (1976) “INTRODUCCIÓN”.
Este conjunto de ensayos se ocupa de los problemas de los grupos étnicos y su persistencia.
El razonamiento antropológico se funda en la premisa de que la variación cultural es discontinuaà existen:
-          por un lado, agregados de individuos que comparten esencialmente una cultura común y,
-          por otro, diferencias conectadas entre sí que distinguen a esta cultura discreta de todas las demás.
Puesto que la cultura es una forma de describir la conducta humana, se podría concluir que existen grupos discretos de individuos, es decir, unidades étnicas correspondientes a cada cultura.
La constitución de los grupos étnicos y la naturaleza de los límites entre éstos no han sido investigados en la forma correspondiente.
Ya nadie la sostiene la hipótesis ingenua según la cual cada tribu y pueblo han logrado conservar su cultura mediante un desdén con sus vecinos, pero sí subsiste todavía la opinión simplista que considera al aislamiento geográfico y al aislamiento social como los factores críticos en la conservación de la diversidad cultural.
Una investigación empírica del carácter de los límites étnicos produce dos descubrimientos:
 Primero, es evidente que los límites persisten a pesar del tránsito de personal a través de ellos.
En otras palabras, las distinciones étnicas categoriales no dependen de una ausencia de movilidad, contacto o información; sino que implican procesos sociales de exclusión e incorporación por los cuales son conservadas categorías discretas a pesar de los cambios de participación y afiliación en el curso de las historias individuales.
En segundo lugar, ciertas relaciones sociales estables, persistentes, y a menudo importantes, se mantienen por encima de tales límites y, con frecuencia, están basadas en los status étnicos en dicotomía.
En otras palabras, las distinciones étnicas no dependen de una ausencia de interacción y aceptación sociales.
Las diferencias culturales pueden  persistir a pesar del contacto interétnico y de la interdependencia.

Planteamiento general


Se requiere es un método que combine lo teórico y lo empíricoà necesitamos investigar los hechos empíricos de una variedad de casos y adaptar nuestros conceptos a estos datos empíricos con el objeto de aclararlos del modo más sencillo y adecuado posible que nos permita explorar sus implicaciones.
 Los grupos étnicos son categorías de adscripción e identificación que son utilizadas por los actores mismos y tienen la característica de organizar interacción entre los individuos.
En segundo término, todos los ensayos aplican un punto de vista generativo al análisis.
ƒ Por último, para observar estos procesos, desviamos el foco de la investigación de la constitución interna y de la historia de los grupos étnicos para centrarlo en los límites étnicos y su persistencia.

Definición del grupo étnico

El término grupo étnico es utilizado en la literatura antropológica para designar una comunidad que:
1.    en gran medida se autoperpetúa biológicamente
2.    comparte valores culturales fundamentales realizados con unidad manifiesta en formas culturales
3.    integra un campo de comunicación e interacción
4.    cuenta con unos miembros que se identifican a sí mismos y son identificados por otros y que constituyen una categoría distinguible de otras categorías del mismo orden.
Mi principal objeción es que tal formulación nos impide comprender el fenómeno de los grupos étnicos y su lugar en las sociedades y culturas humanas. .
Y esto se debe a que incurre en una petición de todos los principios, pues cuando se propone aportar un modelo típico ideal de una forma empírica recurrente, ya está presuponiendo una opinión preconcebida de cuáles son los factores significativos en la génesis, estructura y función de estos grupos.
A un nivel más crítico nos permite suponer que la persistencia de límites no es problemática y que está originada en el aislamiento que implican las características antes enumeradas.

Los grupos étnicos como portadores de cultura

En mi opinión, mucho se ganaría si se considerase al hecho de compartir una cultura común como una implicación o un resultado /// antes que como una característica primaria y definitiva de la organización del grupo étnico.
Si se insiste en considerar al aspecto de portadores de cultura de los grupos étnicos como característica primaria, nos tendremos que enfrentar a consecuencias de muy amplio alcance.
Se propendería a identificar y distinguir, a los grupos étnicos por las características morfológicas de las culturas de que son portadores.
Esto implica un punto de vista prejuiciado de:
1) la naturaleza de la continuidad en el tiempo de estas unidades y
2) del “locus” de los factores que determinan la formas de unidades.
La naturaleza de la continuidad en el tiempo de estas unidades
Hecho el hincapié en el aspecto de portadores de cultura, la clasificación de los individuos y los grupos locales como miembros de un grupo étnico, dependerá del grado en que muestren rasgos particulares de esa cultura.
Esto puede juzgarse en la actitud del investigador etnográfico que no toma en consideración las categorías y los prejuicios de los actores.
Las diferencias entre los grupo se convierten en simples diferencias en el inventario de rasgos; la atención se concentra en el análisis de las culturas y no en la organización étnica.
El “locus” de los factores que determinan la formas de unidades
Las formas culturales manifiestas que pueden ser clasificadas como rasgos culturales exhiben los efectos de la ecología.
Con esto me refiero a que reflejan las circunstancias externas a las cuales se debieron adaptar los actores mismos.
Con toda seguridad, un mismo grupo de individuos puestos frente a las diferentes oportunidades ofrecidas por un diferente medio, se verían obligados a adoptar diferentes patrones de existencia y a institucionalizar diferentes formas de conducta.
Por lo mismo, no nos deba sorprender, que un grupo étnico, diseminado en un territorio con circunstancias ecológicas variables, muestre variantes regionales de una conducta manifiesta institucionalizada, que no reflejan, sin embargo, diferencias en su orientación cultural.

ð  Es un error considerar las formas institucionales manifiestas como constitutivas de los rasgos culturales que en un momento dado distinguen a un grupo étnicoà estas formas manifiestas están determinadas tanto por la ecología como por la cultura trasmitida.
           
Los grupos étnicos como tipo de organización

Socialmente, los grupos étnicos son considerados como una forma de organizacional.
De acuerdo con esto, el rasgo crítico es la característica de autoadscripción y adscripción por otros.
Una adscripción categorial es una adscripción étnica cuando clasifica a una persona de acuerdo con su identidad básica, y más general supuestamente determinada por su origen y su formación.
En la medida en que los actores utilizan las identidades étnicas para categorizarse a sí mismos y a los otros, con fines de interacción forman grupos étnicos, en este sentido de organización.
Aunque las categorías étnicas presuponen diferencias culturales, es preciso reconocer que no podemos suponer una simple relación de paridad entre las unidades étnicas y las similitudes y diferencias culturales.
Los rasgos que son tomados en cuenta no son la suma de diferencias “objetivas”, sino solamente aquellas que los actores mismos consideran significativas.
Analíticamente, los contenidos culturales de las dicotomías étnicas parecen ser de dos órdenes:
1) señales o signos manifiestosà rasgos diacríticos que los individuos esperan descubrir y exhiben para indicar identidad. P/e: el vestido, el lenguaje, la forma de vivienda o un general modo de vida y
2) las orientaciones de valores básicosà normas de moralidad y excelencia por las que se juzga la actuación.
Las categorías étnicas ofrecen un recipiente organizacional capaz de recibir diversas proporciones y formas de contenido en los diferentes sistemas socioculturales.
El hincapié en la adscripción como el aspecto crítico de los grupos étnicos también resuelve las dos dificultades conceptuales que antes discutimos:
1)    Cuando se los define como grupos adscriptivos y exclusivos la naturaleza de la continuidad de las unidades étnicas es evidente: depende de la conservación de un límite.
Los aspectos culturales que señalan este limite pueden cambiar, del mismo modo que se pueden transformar las características culturales de los miembros; más aun, la misma forma de organización del grupo puede cambiar, no obstante, el hecho de que subsista la dicotomía entre miembros y extraños nos permite investigar también la forma y el contenido culturales que se modifican.
2)    Solamente los factores socialmente importantes pueden ser considerados diagnósticos para los miembros, no así las diferencias “objetivas” y manifiestas generadas por otros factores.

Los límites de los grupos étnicos

El foco de la investigación es el límite étnico que define al grupo y no el contenido cultural que encierra.
Por supuesto, los límites a los cuales debemos dedicar nuestra atención son los límites sociales, aunque bien puedan contar con su concomitante territorial.
El hecho de que un grupo conserve su identidad (aunque sus miembros interactúen con otros) nos ofrece normas para determinar la pertenencia al grupo y los medios empleados para indicar afiliación o exclusión.
Los grupos étnicos no están basados necesariamente en la ocupación de territorios exclusivosà necesitamos analizar los diferentes medios por los cuales logran conservar pues no es solo mediante un reclutamiento definitivo, sino en virtud de una expresión y una ratificación continuas.
Los límites étnicos canalizan la vida social y esto ocasiona una organización a menudo muy compleja de relaciones sociales y de conducta.
La identificación de otra persona como miembro del mismo grupo étnico entraña una coparticipación de criterios de valoración y de juicio.
La dicotomía que convierte a los otros en extraños y en miembros de otro grupo étnico supone un reconocimiento de las limitaciones para llegar a un entendimiento recíprocoà diferencias de criterio para emitir juicios de valor y de conducta y una restricción de la interacción posible a sectores que presuponen común acuerdo e interés.
Los grupos étnicos persisten como unidades significativas solo si van acompañados de diferencias en la conducta /// es decir, de diferencias culturales persistentes.
No obstante, cuando interactúan personas pertenecientes a culturas diferentes, es de esperar que sus diferencias se reduzcan, ya que la interacción requiere y genera una congruencia de códigos y valores; una similitud o comunidad cultural.
La persistencia de los grupos étnicos en contacto implica no solo criterios y señales de identificación, sino también estructura de interacción que permita la persistencia de las diferencias culturales.
Las relaciones interétnicas estables presuponen una estructura de interacción semejante:
-          por un lado, existe un conjunto de preceptos que regulan las situaciones de contacto y que permiten una articulación en algunos dominios de la actividad y,
-          por otro, un conjunto de sanciones que prohíben la interacción interétnica en otros sectores, asilando así ciertos segmentos de la cultura de posibles confrontaciones o modificaciones.
                       
Sistemas sociales poliétnicos

Sociedad poliétnica: integrada en la plaza del mercado, bajo el control de un sistema estatal dominado por uno de los grupos, pero con amplias zonas de diversidad cultural en los sectores domésticos y religiosos del a actividad.
La identidad étnica implica una serie de restricciones respecto a los tipos de función que a un individuo le es permitido desempeñar, así como a los socios que puede escoger para realizar diferentes tipos de transacciones.
En otras palabras, considerada como un status, la identidad étnica está sobrepuesta a la mayoría de los demás status y define las constelaciones permisibles de status /// es decir, de personalidades sociales que puede asumir un individuo con tal identidad.
En este respecto, la identidad étnica constriñe al sujeto en todas sus actividades y no solo en algunas situaciones sociales definitivas.
Se puede decir también que es imperativa, en cuanto no puede ser pasado por alto o suprimida por otras definiciones de la situación.
Las imposiciones en la conducta de una persona originadas en esta identidad étnica tienden a ser absolutas, y en las sociedades poliétnicas complejas, totalmente exclusivasà tanto los componentes morales como las convenciones sociales se vuelven todavía más resistentes al cambio al agrupárseles en grupos estereotipados como características de una identidad específica.

Las asociaciones de identidades y las normas de valor

El análisis de las características de la interacción y la organización de las relaciones interétnicas no ha prestado la debida atención a los problemas de la conservación de límites.
Para visualizar los requisitos básicos para la coexistencia de una diversidad étnica, sugeriré que primero nos preguntemos qué se requiere para que surjan distinciones étnicas en una zona dada.
Obviamente, los requisitos organizacionales son:
-          primero una categorización de los sectores de la población en categorías de status exclusivas e imperativas y,
-          segundo, una aceptación del principio de que las normas aplicadas a una categoría pueden ser diferentes de las aplicadas a otra.
Cada categoría puede asociarse con un conjunto separado de normas de valor.
Cuanto mayores sean las diferencias entre estas orientaciones de valor, mayores serán las restricciones en la interacción interétnicaà deben evitarse los status y las situaciones en el sistema total que envuelven conductas discrepantes con las orientaciones de calor de una persona, ya que tal conducta será negativamente sancionada por su parte.
Las nuevas formas de conducta tenderán a la dicotomíaà sería de esperarse que las restricciones sobre la conducta serán de tal suerte que las personas se mostrarán renuentes a actuar en formas nuevas por temor a que tal conducta resultase inapropiada para una persona de su identidad y que al punto clasificaran estas nuevas formas de actividades como asociadas con uno u otro grupo de características étnicas.
Así como las dicotomías de trabajo masculino versus trabajo femenino proliferan en algunas sociedades, del mismo modo la existencia de categorías étnicas básicas podría ser un factor que fomentara la proliferación de diferencias culturales.
En tales sistemas, las sanciones que producen adhesión a valores específicos de grupo son ejercidas no solo por aquellos que comparten esa identidad.

CONTURSI, MARÍA EUGENIA Y ARZENO, FEDERICO (2004) “LA CONSTRUCCIÓN DE LA INSEGURIDAD EN EL DISCURSO DE NUEVOS ‘AGENTES DE SEGURIDAD’. 
Para el estudio de la relación entre la comunicación y procesos identitarios se enfocan dos problemáticas:
-          La tensión de la idea de identidad que oscila entre una mirada científica que la considera como una construcción y la mirada de los actores que la experimentan como una esencia.
-          La relación entre procesos identitarios y procesos comunicacionales.

La construcción de la identidad se materializa en relatos, discursos y practicas, allí se pueden estudiar los procesos de identidad. La identidad cambia, por esto es que es un proceso. La identidad implica igualdad entre 2 o mas personas. Es una construcción simbólica que se hace en relación con un referente y funciona como marco de procesos históricos que dan como resultado la construcción de identidades.
La identidad no es vivida como una construcción por los propios sujetos sino como una esencia imposible de escapar y no como una construcción socia, histórica y cultural.
La etnográfica no nos alcanzo para dejar afuera lo particular de los procesos comunicacionales. La etnográfia nos sirve para construir nuestros corpus de análisis, la interpretación comunicacional (no se puede reproducir la interpretación antropológica que  tiene como objeto de análisis de la cultura), se necesita una teoría y una metodología para el análisis de los datos que recogemos etnográficamente.
El análisis de los discursos es una herramienta valida. La identidad construida tanto desde arriba (desde posicionamientos hegemónicos como los gobiernos) o la construcción desde abajo (por los sujetos en la vida cotidiana) adquieren materialidad en las personas del discurso en tanto objetos discursivos. Tomando como punto de partida el discurso, puede analizar las operaciones históricas de clasificación que operan desde arriba y penetran en los procesos identitarios de la vida cotidiana, así como las tensiones entre los diferentes discursos desde arriba que compitan entre si.
La construcción discursiva de la identidad desde arriba es asignándoles determinadas características.
Hay que dotas a los estudiantes de una definición de identidad que contenga positivamente la perspectiva de la comunicación. Una posibilidad seria pensar la identidad desde abajo como “procesos identitarios” de adscripción como la representación que uno tiene de su posición a la totalidad social. Mientras que para hablar de la identidad desde arriba se podría hablar de “procesos identitarios”, que tienen como resultado un discurso que cristaliza identidades en situaciones de desigualdad.
El discurso de los medios son construcciones que ponen en escena y reelaboran los diferentes tipos de discursos y garantizan su circulación masiva, de allí su poder: DISCURSOS CONSTITUYENTES.

CUCHE, DENYS (1996) “CULTURA E IDENTIDAD”.
Las nociones de cultura e identidad no pueden ser confundidas. La cultura se origina generalmente en procesos inconcientes, la identidad remite a una norma de pertenencia necesariamente conciente.
La identidad social de un individuo se caracteriza por el conjunto de sus pertenencias en el sistema social: pertenencia a una clase sexual, clase social, a una nación. La identidad social no solo concierne a los individuos sino también que todo grupo esta dotado de una identidad que corresponde a sus definición social, la cual permite situarlo en el conjunto social. La identidad es al mismo tiempo : INCLUSIÓN (nosotros) y EXCLUSIÓN (ellos): identifica al grupo y lo distingue de otros grupos. Identifica al grupo y lo diferencia del resto.
Desde un enfoque de herencia cultual o de un enfoque de herencia biológica, el resultado es igual: el individuo interioriza los modelos culturales que se le imponen y no puede hacer otra cosa que identificarse con el grupo de origen.
Lo que une a las diferentes teorías es una concepción objetivita de la identidad cultural. Acá se la define a partir de cierto numero de criterios determinados considerados objetivos. Esto es criticado  por los subjetivistas. Para ellos la identidad cultural no es recibida de una vez y para siempre, sino que es un sentido de pertenencia, lo que importa son las representaciones que los individuos hacen de la realidad social. Pero el punto subjetivista. Para ellos la identidad cultural no es recibida de una vez y para siempre, sino que es un sentimiento de pertenencia, lo que importa son las representaciones que los individuos se hacen de la realidad social. Pero el punto subjetivista en extremo concluye en una reducción de la identidad a una cuestión de elección individual ya que cada una es libre de realizar sus propias identificaciones.
No hay que adoptar un enfoque puramente objetivo o subjetivo para la cuestión de la identidad, sino que hay que tener en cuenta el contexto relacional.
La construcción de la identidad se hace en el interior de los marcos sociales que determinan la posición de los agentes y orientan sus representaciones y acciones. Una cultura no produce por si misma una diferencia, esta solo puede ser el resultado de las interacciones entre los grupos y los procedimientos de diferenciación que instauran sus relaciones. No hay identidad en si, esta es siempre una relación con el otro, la identidicacion se produce junto con la diferenciación. La identificación se considera como algo que se construye y re construye. La identidad se produce por diferenciación, en relacion con otro.. Si bien es relacional se va manteniendo y construyendo a traves del otro. La identificación es una negociación entre una autoidentificacion ( definida por si misma) y una heteroidentificacion (definida por los otros). La heteroidentificacion en una situación de dominacion se traduce en la estigmatizacion de los grupos minoritarios.
Definidos como diferentes por los grupos mayoritarios los grupos minoritarios solo se ven reconocidos en una diferencia negativa. El poder de indentificacion depende de la posición que se ocupa en el sistema de relaciones. No todos los grupos tiene la misma autoridad.
Con el estado moderno, la identificación se volvio un asunto de Estado. Este tiende a mono identificarse. La ideología macionalista es la de la logica. Esta accion del Estado implica una reaccion por parte del grupo dominante . Ellos no quieren reapropiarse de una identidad que generalmente fue concebida por el grupo dominante sino en reapropiarse de los medios para definir por si mismos su identidad. Se trata de transformar la heteroidentidad (que generalmente es una identificación negativa) en identificación positiva.
La supuesta “doble identificacion” de los jóvenes provenientes de la inmigración, es en realidad una identificación marxista. En ellos no hay dos identificaciones enfrentadas sino que el individuo que forma parte de varias culturas fabrica su identificación personal unica haciendo una síntesis original.
Para subrayar la dimension cambiante de la identidad, se utiliza el concepto de “estrategia identitaria”. Desde esta perspectiva la identidad es un medio para alcanzar un fin.. El individuo , en funcion de la situación , usa de manera estrategica sus recursos identitarios. El concepto de estrategia muestra que la identifdad se construye y reconstruye según las situaciones. Cada cambio social lo lleva a reformularse de manera diferente. Un tipo extremo de estrategia seria ocultar la identidad para escapar de la discriminación.
Lasa diferencias en largo plazo entre dos grupos étnicos no logran borrar las diferencias culturales, al contrario, se organizan para mantener la diferencias cultural.

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