MATTELART, ARMAND Y MATTELART, MICHELLE (1995) “LOS
ESTUDIOS CULTURALES Y LA ETNOGRAFÍA DE AUDIENCIAS”. DE “LOS EMPIRISMOS DEL
NUEVO MUNDO”; “INDUSTRIA CULTURAL, IDEOLOGÍA Y PODER” Y “EL RETORNO DE LO
COTIDIANO”.
Cultural Studiesà corriente que se despliega
en los ’60 y ’70.
Tiene su fuente lejana en
los estudios de crítica literaria de Frank Raymond Leavis.
Para este autor el
desarrollo del capitalismo industrial y sus expresiones culturales tienen un
efecto pernicioso sobre las diversas formas de la cultura tradicional
(elitistas y populares).
Por su preocupación
didáctica, estos estudios legan un abordaje diferente del texto literario
fundado en el análisis textual, la búsqueda del sentido, y el estudio de los
valores socioculturales, lugar desde el que se oponen a los métodos de la
escuela funcionalista.
En los ’50 con la expansión
del sistema escolar, un grupo de pedagogos de la escuela secundaria retoman este
tipo de abordaje del textoà pero, a diferencia de los
planteos elitistas de Leavis, valorizan los gustos de los estudiantes
pertenecientes a la clase obrera.
El Centro de Birminghan
En 1964 se funda en la
Universidad de Birminghan el Centre of
Contemporary Cultural Studies (CCCS) centro de estudios doctorales sobre
las “formas, las prácticas y las instituciones culturales y sus relaciones con
la sociedad y el cambio social”.
La idea fundadora es de
Williams, Hoggart y Thompson.
La obra de Williams, The Long Revolution (1965)à marca una doble ruptura que sitúa la cultura
por fuera de la sociedad, para sustituirle una definición antropológica;
la
cultura es ese proceso global a través del cual los significados son
construidos social e históricamente; la literatura y el arte no son más que una
parte de la comunicación social.
Ruptura también con el
marxismo reduccionista: propone estudiar la relación entre la cultura y las
otras prácticas sociales; se mete en el debate sobre la primacía de la base
sobre la superestructura, que reduce la cultura a la determinación social y
económica.
En The Making of the English Working Class (1968), Thompson entabla una
polémica con Williams a propósito de su trabajo.
Le reprocha ser todavía tributario de una
tradición literaria evolucionista que se refiere siempre a la cultura en
singular, mientras que el trabajo de los historiadores muestra que se trata de
culturas en pluralà la historia está hecha de
luchas, tensiones, conflictos entre culturas y modos de vida, conflictos
íntimamente ligados a las culturas y a las formaciones de clase.
En la búsqueda de un marxismo heterodoxo, los
investigadores del Centro releen los estudios de historia literaria de Georg
Lukacs y los trabajos sobre literatura rusa de Mikhail Bajtin, traducen a
Walter Benjamin, se interesan en Lucien Goldman, Jean Paul Sastre y Roland
Barthes.
Con Louis Althusser comparten las cuestiones
ligadas a la naturaleza de la ideología, que toma un papel activo en la
reproducción social.
El aporte de la obra del marxista italiano
Gramsci reside principalmente en la noción de hegemonía.
En el análisis del poder, la noción de
hegemonía introduce la necesidad de considerar las negociaciones, los
compromisos y las mediaciones, y en su momento, llevaba precozmente a un primer
plano la cuestión de la sociedad civil como diferente del Estado.
Todas estas influencias se constituirán en
objeto de una apropiación crítica
Hacia el estudio de la recepción
El trabajo de Stuart May sobre el papel
ideológico de los medios y la naturaleza de la ideología marca un momento
importante en la constitución de una teoría capaz de refutar los postulados del
análisis funcional norteamericano y de fundar una forma diferente de
investigación crítica sobre los medios.
Su artículo “Encoding/Decoding” (1973)à encara el proceso de
comunicación televisiva como una articulación entre producción, circulación,
distribución/consumo, reproducción, momentos que están determinados por
relaciones de poder institucionales.
La audiencia es a la vez el receptor y la
fuente del mensaje.
En el análisis de la audiencia, Hall define 3
tipos de decodificación: dominante, oposicional, negociada.
Everyday
Televisión Nationwide (1978) de C. Brundson y D. Morleyà marca un cambio en la producción de esos estudios sobre medios: se
analizan programas de información general sobre los grandes problemas de la
sociedad, dirigidos a un público especializado o de elite, la atención se
centra en emisiones también denominadas de “comunicación política” pero
destinadas a público más vasto.
Así, en la etapa siguiente, los estudios se
desplazarán del estudio de los textos al de las audiencias.
Etnografía
de las audiencias: La cuestión del lector
En los ’60, la investigación literaria
trabajó sobre la problemática del lector y de la recepción.
Labor especialmente desarrollada en Alemania.
La conferencia pronunciada por Hans Robert
Gauss (1967) es el punto de partida para el movimiento que contó con el aporte
inicial también de Wolfgang Iser.
Gauss entiende el proceso de recepción como
las “concretizaciones sucesivas de una obra”, la relación de diálogo entre el
texto y el lector que libera, en cada época, el potencial semántico–artístico
de la obra y lo inscribe en la tradición literaria.
Pero el lector puede ser también un factor
conservador en la medida en que su horizonte de expectativa puede ofrecer una
mayor o menor resistencia a las iniciativas innovadoras del escritor.
Cultural Studies y estudios feministas
En los ’80, los estudios van a centrarse muy
especialmente en el papel activo del receptor en la construcción del sentido de
los mensajes, y en la importancia del contexto de la recepción.
David Morley, en Family Televisión, Cultural
Power and Domestic Leisure (1986) explora las interacciones en el seno de la
familia alrededor de la pantalla chica, en el contexto natural de recepción de
la televisión, el universo doméstico.
Morley también se interesó de la cuestión de
las relaciones de poder entre los sexos y que aparecen en el uso de la
televisión y la recepción de los programas.
Y se encuentra ya con una corriente de
estudios feministas desarrollada especialmente en los Estados Unidos a partir
de la “teoría feminista del film”, que se apoya en el psicoanálisis y en la
semiótica del cine.
El consumidor y el usuario: apuestas
estratégicas
El análisis de las lecturas y los usos
diferenciados se expresa en un contexto particular.
La recepción y el individuo consumidor ocupan
un lugar central en la concepción neoliberal de la sociedad.
No se trata de cualquier consumidor, sino de
uno considerado soberano por sus elecciones, en un mercado denominado libre.
De allí los derivados neo–populistas de
ciertas teorías de la recepción.
Algunos estudios comparativos sobre las
interpretaciones diferenciadas que hacen los consumidores a partir de su propia
cultura ayudan a empastar la cuestión del poder de la comunicación, que tanto
ha obsesionado a las generaciones precedentes.
Llegan, en sordina, a la siguiente
conclusión: como el poder de los emisores es muy relativo, contrariamente a lo
que había llegado a pensarse, la idea de un emisor más poderoso que otro pierde
en gran parte su pertinencia de la misma manera que la necesidad de una
economía política establecida bajo un signo crítico.
La apuesta de un interés exclusivo en el tema
de la recepción reaparece cuando la hegemonía de los productores de los Estados
Unidos está en el centro de las discusiones sobre el libre intercambio y la
libre circulación de los flujos en materia audiovisual, desarrolladas en el
seno de instancias internacionales.
MORLEY, DAVID (1993) “TEORÍA DE LAS AUDIENCIAS
ACTIVAS: PÉNDULOS Y TRAMPAS”.
En
los viejos tiempos las audiencias de TV eran consideradas consumidores pasivos.
Después
se descubrió que esto era inexacto porque eran activos de todas formas.
Los
recientes estudios sobre las audiencias de los medios plantean dos supuestos:
-
que
la audiencia es siempre activa y
-
que
el contenido de los medios es siempre abierto a la interpretación.
La
mayoría de las audiencias modifica o desvía cualquier ideología dominante
reflejada en el contenido de los medios.
Los
recientes estudios de recepción que plantean la autonomía de la audiencia
servían para plantear la ausencia total de la influencia de los medios en la
“democracia semiótica” del pluralismo posmoderno.
Pero
el problema de esta democracia es que este modelo de competencia perfecta es
inútil en la comprensión del funcionamiento del campo cultural como en el
análisis económico, porque es obvio que algunos discursos y empresas tienen
grandes recursos materiales y acceso preferencial a los principales medios.
Los
trabajos actuales asumen que la gente habitualmente usa el contenido de los
medios dominantes para investirlos de poder a ellos mismosà los estudios son optimistas: cualquier cosa
que el mensaje codifique, la descodificación viene al rescate.
Pero
el problema de todo esto es que las audiencias pueden ser activas pero no hay
que igualar activo con poderoso.
El
poder de los espectadores para reinterpretar significados no es equivalente al
poder de las instituciones de los medios para construir los textos que el
espectador después interpreta.
REGUILLO, ROSSANA (2004) “LOS ESTUDIOS CULTURALES.
EL MAPA INCÓMODO DE UN RELATO INCONCLUSO”.
Definir con precisión y establecer los límites
de lo que son y lo que representan en el mapa de la producción contemporánea de
conocimiento los estudios culturales es una tarea no sólo compleja,
sino imposibleà en tanto no hay un “acuerdo” que
establezca su definición y marque con claridad las fronteras.
Quizá sea más conveniente señalar
primeramente que es lo que NO son los estudios culturales:
Primeramenteà los estudios culturales no son
una disciplina.
Quien mejor ha interpretado el contexto y el
sentido fue Emmanuel Wallerstein, para quien hay dos aspectos que no podemos
ignorar:
De un lado, la dimensión
política que pese a que se le suele ignorar está presente en el proceso de
producción de conocimientos y de manera especial en el modo en que se organizan
los saberes disciplinarios que también obedece a una lógica de “beneficios” y
de disputas por la asignación de recursos.
Tenemos una primera claridad: los
estudios culturales emergen como respuesta al proceso de disciplinarización y
(disciplinamiento) del saber.
“Nacen” marcados entonces por un
fuerte componente político, que los sitúa en el territorio de “la sospecha” y
del rechazo de aquellos que detentan el poder académico fundado en la
compartimentación del saber.
Una segunda cuestión es el
fuerte contenido irruptivo de los estudios culturales.
Al desmarcarse de los anclajes
disciplinarios, los estudios culturales convocan especialistas provenientes de
muy diversos campos que están más interesados en proveer marcos de lectura, es
decir interpretativos de los fenómenos sociales que en defender ciertos cotos
disciplinarios.
Al desmarcarse de anclajes
disciplinarios los estudios culturales van a constituirse como una comunidad de
hablantes que traen a la escena de la discusión marcos diferenciales desde los
cuales hacen visible las intersecciones entre tres asuntos que van a resultar
claves:
§ la importancia central del sujeto
que actúa en un marco constreñido por el poder;
§ la necesidad de “deconstruir” los
procesos de normalización que históricamente construidos han definido como “naturales”
los procesos de exclusión, marginación, dominación; y,
§ la vinculación clave entre los “productos”
de la cultura y sus productores.
Estas tres dimensiones pueden ser
leídas desde tres ópticas conceptuales distintas: la subjetividad (el sujeto),
el poder (la política) y la cultura (lo simbólico).
Por supuesto, que este pequeño mapa, es en el
mejor sentido de lo que los estudios culturales han hecho posible, una mirada
susceptible de ser “contestada” desde otras visiones.
En segundo lugarà los estudios culturales no
representan ni un cuerpo homogéneo de saberes y mucho menos agrupan unas
determinadas formas preestablecidas de prácticas intelectuales.
Es decir, una vez que es posible establecer
su des–vinculación disciplinaria y su clara vocación política, es fundamental
establecer sus diferencias.
Para ello habría que establecer la vertiente
de los Estudios Culturales británicos a quiénes suele atribuirse la
formación del concepto a partir de los trabajos de Raymond Williams y la
llamada Escuela de Birmingham.
De ahí provienen las tradiciones más sólidas
en estudios culturales: el culturalismo y el estructuralismo (discusión que fue
presentada por otra figura central de los estudios culturales en Birmingham,
Stuart Hall).
Para Hall, dos paradigmas habían
caracterizado la producción del círculo de intelectuales cercanos a Birmingham:
-
“el culturalista” que asumía al sujeto como libre de
asignar y construir significados para reinscribirse en el marco de las
instituciones sociales y,
-
“el estructuralista/posestructuralista” que enfatiza
que el sujeto y las identidades son posiciones determinadas social e
ideológicamente estructuradas.
Es quizás desde esta tensión en el que puede
inscribirse la emergencia de los estudios culturales estadounidenses que no son
tampoco homogéneos y cuentan con varios focos de interés y distintos centros de
irradiación a lo largo y ancho del vasto territorio norteamericano.
La teoría crítica de los “frankfurtianos”,
tuvo impactos en el proyecto de investigación de radio de Lazarfeld en
Princeton y también entre el grupo de Estudios de Opinión en Berkeley donde
destacaron los trabajos de Bruno Bettelheim y Morris Janowitz.
No hay una línea directa en la genealogía de
los cultural studies estadounidenses
y la Escuela Crítica de Frankfurt, pero es evidente que el impacto de
pensadores de esta escuela como Walter Benjamín caló hondo en la perspectiva de
lo que a partir más o menos de los años ’60 se conocería como “estudios
culturales en su versión norteamericana”.
Una de las figuras centrales de estos, fue
sin duda Fredric Jameson, Larry Grossberg, Any Nelson y Pamela Treichlere.
Llegados a este punto, hay un texto clave
como bisagra entre la perspectiva norteamericana y la vertiente latinoamericana
de los estudios culturales, que es el de Néstor García Canclini, “El malestar
en los estudios culturales”.
Dice el autor: “En Estados
Unidos, los cultural studies han modificado significativamente el análisis de
los discursos, dentro del territorio humanístico, pero son escasas las
investigaciones empíricas”.
Lo que esta cita nos permite pensar es que la
crítica principal que se plantea a las vertientes “culturalistas” de los cultural studies es la de su dificultad
para hacerse cargo de los marcos constrictivos del poder y de la centralidad de
los procesos de carácter estructural que configuran lo cultural.
Lo relevante aquí, es que estas críticas
permiten entender lo que sucede cuando a los estudiosos o intelectuales
latinoamericanos se les preguntan si hacen “estudios culturales”; la respuesta
suele ser una contundente negativa seguida de una explicación larga y a veces
confusa para el interlocutor no “continental” de lo que se hace en América
Latina son estudios de la cultura y que son los norteamericanos los que hacen
estudios culturales.
Los estudios de la cultura en América Latina
(de larga tradición) se han esforzado por visibilizar y poner en discusión
temas, procesos, momentos, prácticas socio-históricas y políticas, como claves
para la (auto)comprensión de las sociedades latinoamericanas en sus vínculos
con el mundo y con el pensamiento metropolitano.
Más que un enfoque metodológico, lo
“transdisciplinario” ha sido en Latinoamérica una necesidad. Pensar el mundo y
la propia sociedad en condiciones asimétricas de poder no solo intelectual,
obligó a que muy temprano los pensadores latinoamericanos construyeran sus
andamiajes teóricos desde la lógica de las intersecciones.
Hoy, creo una de mas mayores “peleas” de los
estudios culturales en América Latina es no perder esa densidad, ni la postura
crítica frente a la realidad, ello ha derivado en intensos debates con algunas
(no todas) posiciones del norte, que tienden a obviar el poder en sus análisis.
Para los estudiosos de la comunicación
resultan de particular relevancia los aportes de los estudios de la cultura y
el poder producidos desde América Latina:
-
las categorías para pensar el consumo y la economía
política de los intercambios simbólicos;
-
las pertinencias culturales como mediaciones claves
para la recepción/interpretación del mundo;
-
los medios de comunicación como dispositivos de
poder e instituciones culturales, las identidades como categorías
socio–culturalmente construidas y la gestión cultural.
Otras figuras importantes en América Latina
son Jesús Martín Barbero y Renato Ortiz.
Problemas, objetos, circuitos
Problemas que están presentes en el campo de
los estudios culturales o de lo estudios culturales y el poder:
a)
En primer lugar, la tensión entre el momento
subjetivo y el momento objetivo de la cultura.
Esto es, la compleja relación
entre las estructuras, las instituciones y la subjetividad que orienta las
prácticas de los actores sociales.
b)
Un segundo frente problemático lo constituye lo que
podríamos llamar las “políticas de reconocimiento”.
El problema persistente en los
estudios culturales en su interface con la comunicación es cómo hacer hablar de
manera productiva y creativa a las “diferencias”, es decir, los procesos de
pertenencia diversa no como constitutivos de la acción, sino estos procesos de
diferenciación y pertenencias como mediaciones y dinamizadores de la acción.
c)
Las transformaciones en la escena contemporánea
exigen hoy más que nunca la atención sobre los diferentes planos en los que se
produce, circula y se reconoce la cultura.
d)
Resistir a la tentación “salvífica” es una tarea
política de los estudios culturales.
Esto señala que para los nuevos
practicantes de esta perspectiva, es el peligro de apelar a lo que se llama
“narrativas de sustitución” (los derechos humanos, la democracia, la interculturalidad,
el género, el altermundismo entre otras causas) como espacios de discursos y
prácticas liberadoras a priori.
e)
Queda la cuestión del método.
Es mejor poner a funcionar
nuestros instrumentos de registro en clave multidimensional.
En lo que toca a los “objetos”, el mapa de
los estudios de la cultura, el poder y la comunicación, es diverso.
Lo fundamental sería reconocer que esta
perspectiva no se define por los objetos que toma, sino por el enfoque y las
intersecciones que se privilegian para el análisis.
Lo central en este aspecto estriba en la
“articulación”, en la construcción de relaciones “significativas” entre
procesos y prácticas.
ANDERSON, BENEDICT (1983): “INTRODUCCIÓN” Y
“CONCEPTOS Y DEFINICIONES”.
Vivimos una transformación fundamental en la historia del marxismo y de los Movimientos marxistas.
Ejemplos:
guerras entre Vietnam, Camboya y China.
Entre diciembre de
1978 y enero de 1979 Vietnam ocupa Camboya.
En febrero de 1979
China ataca Vietnam.
Desde la segunda
guerra toda revolución triunfante se ha definido en términos nacionales: La
República Popular China, La República Socialista de Vietnam.
Eric Hobasbawn
afirma que “los movimientos y los estados marxistas han tendido a volverse
nacionales, en la forma y en la sustancia, es decir, nacionalistas.
Muchas naciones
antiguas se ven amenazadas por “sub”nacionalismos dentro de sus fronteras.
El “Fin de la era
del nacionalismo” no se encuentra la vista.
La nacionalidad es
el valor más universalmente legítimo en la vida política de nuestro tiempo.
Nación,
nacionalidad, nacionalismo son términos difíciles de definir.
Hugh Seton-Watson: no se puede elaborase
ninguna definición científica de la Nación; pero el fenómeno ha existido y
existe.
Tom Nairn afirma “La teoría del nacionalismo representa
el fracaso histórico del marxismo”.
El nacionalismo ha
sido una anomalía incómoda para la teoría marxista y se ha eludido en gran
medida antes que confrontarlo.
Anderson dice que
su libro da sugerencias para arribar a una interpretación satisfactoria de la
“anomalía” del nacionalismo.
La nacionalidad (o
la calidad de nación), al igual que el nacionalismo, son artefactos culturales
de una clase particular.
La creación de
estos artefactos a fines del siglo XVIII fue la destilación espontánea de un
cruce complejo de purezas históricas discretas, pero que una vez creados se
volvieron “modulares”.
Los artefactos
culturales –nacionalidad y nacionalismo- generaron un apego profundo.
Los teóricos del nacionalismo se han sentido a menudo
desconcertados ante tres paradojas:
1. la
modernidad objetiva de las naciones a la vista del historiador, frente a su
antigüedad subjetiva a la vista de los nacionalistas;
2. la
universalidad formal de la nacionalidad como un concepto socio-cultural, frente
a la particularidad inmediata de sus manifestaciones concretas;
3. el
poder político de los nacionalismos, frente a su pobreza e incoherencia
filosófica.
El nacionalismo no
ha producido jamás sus propios grandes pensadores.
Tom Nairn dice:
“el nacionalismo es la patología de la historia moderna del Desarrollo”.
La dificultad
radica en la existencia del “Nacionalismo” y clasificarlo luego como una
ideología.
Se propone como
definición de Nación lo
siguiente: una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana.
Es imaginada
porque los miembros de la nación no conocerán jamás a la mayoría de sus
compatriotas. Gellner dice que el nacionalismo no es el despertar de las
naciones a la autoconciencia: inventa naciones donde no existen.
La nación se
imagina limitada porque tiene fronteras finitas.
Ninguna nación se
imagina con las dimensiones de la humanidad.
Se imagina como comunidad porque la noción se
concibe siempre como comportamiento profundo, horizontal.
Las aprehensiones del tiempo
Sería miope la concepción de
las comunidades de naciones imaginadas como algo que simplemente surgió de las
comunidades religiosas y los reinos dinásticos para sustituirlos.
Cambia fundamentalmente
en los modos de aprehensión del mundo que permitía “pensar” a la nación.
Simultaneidad:
concepción fundamental, que si no la tomamos en cuenta, encontraremos
dificultades para explorar la génesis oscura del nacionalismo.
Hubo dos formas de
imaginarios del siglo XVIII: la novela y el periódico, que proveyeron los
medios técnicos necesarios para la representación de la clase de comunidad
imaginada que es la nación.
Nación:
organismo sociológico que se mueve a través del tiempo homogéneo, vacío.
Se concibe también
como una comunidad sólida que avanza sostenidamente de un lado a otro de la
historia.
El libro fue el
primer producto industrial producido en masa, al estilo moderno.
Es un objeto autónomo,
reproducido en gran escala.
El periódico es
sólo una “forma extrema” del libro, un libro vendida a escala colosal pero de
popularidad efímera.
La obsolescencia
del periódico al día siguiente de su impresión crea el consumo simultáneo
(“imaginario”) del periódico como ficción.
El mundo imaginado
está arraigado en la vida diaria.
La ficción se
cuela silenciosamente y continuamente a la realidad, creando esa notable
confianza de la comunidad en el
anonimato que es la característica de las naciones modernas.
La mera
posibilidad de imaginar a la nación solo surgió en la historia cuando tres
concepciones culturales fundamentales (todas ellas muy antiguas), perdieron su
control axiomático sobre las mentes de los hombres.
-
La 1ra era que
una lengua escrita particularmente ofrecía un acceso privilegiado a la verdad
ontológica, porque era una parte inseparable de esa verdad.
-
La 2da era la
creencia de que la sociedad estaba organizada alrededor y bajo centros
elevados.
-
La 3ra era una
concepción de la temporalidad donde la cosmología y la historia eran
indistinguibles, mientras que el origen del mundo, y el del hombre eran
idénticos en esencia.
La
declinación lenta y desigual de estas certezas interconectas bajo el efecto del
cambio económico, los “descubrimientos” y el desarrollo de comunicaciones cada
vez más rápidas, introdujeron una cuña dura entre la cosmología y la historia.
No es
sorprendente que se haya buscado una nueva forma de unión de la comunidad, el
poder y el tiempo, dotada de sentido.
BARTH, F. (1976) “INTRODUCCIÓN”.
Este conjunto de
ensayos se ocupa de los problemas de los grupos étnicos y su persistencia.
El razonamiento
antropológico se funda en la premisa de que la variación cultural es
discontinuaà
existen:
-
por un lado, agregados de
individuos que comparten esencialmente una cultura común y,
-
por otro, diferencias
conectadas entre sí que distinguen a esta cultura discreta de todas las demás.
Puesto que la cultura es una forma de describir
la conducta humana, se podría concluir que existen grupos discretos de
individuos, es decir, unidades étnicas correspondientes a cada cultura.
La constitución de
los grupos étnicos y la naturaleza de los límites entre éstos no han sido
investigados en la forma correspondiente.
Ya nadie la
sostiene la hipótesis ingenua según la cual cada tribu y pueblo han logrado
conservar su cultura mediante un desdén con sus vecinos, pero sí subsiste
todavía la opinión simplista que considera al aislamiento geográfico y al
aislamiento social como los factores críticos en la conservación de la
diversidad cultural.
Una investigación
empírica del carácter de los límites étnicos produce dos descubrimientos:
Primero, es evidente que los límites
persisten a pesar del tránsito de personal a través de ellos.
En
otras palabras, las distinciones étnicas categoriales no dependen de una
ausencia de movilidad, contacto o información; sino que implican procesos
sociales de exclusión e incorporación por los cuales son conservadas categorías
discretas a pesar de los cambios de participación y afiliación en el curso de
las historias individuales.
En segundo lugar, ciertas relaciones sociales
estables, persistentes, y a menudo importantes, se mantienen por encima de
tales límites y, con frecuencia, están basadas en los status étnicos en
dicotomía.
En
otras palabras, las distinciones étnicas no dependen de una ausencia de
interacción y aceptación sociales.
Las
diferencias culturales pueden persistir
a pesar del contacto interétnico y de la interdependencia.
Planteamiento general
Se requiere es un
método que combine lo teórico y lo empíricoà necesitamos investigar los hechos empíricos
de una variedad de casos y adaptar nuestros conceptos a estos datos empíricos
con el objeto de aclararlos del modo más sencillo y adecuado posible que nos
permita explorar sus implicaciones.
Los
grupos étnicos son categorías de adscripción e identificación que son
utilizadas por los actores mismos y tienen la característica de organizar
interacción entre los individuos.
En
segundo término, todos los ensayos aplican un punto de vista generativo al
análisis.
Por
último, para observar estos procesos, desviamos el foco de la investigación de
la constitución interna y de la historia de los grupos étnicos para centrarlo
en los límites étnicos y su persistencia.
Definición del grupo étnico
El término grupo
étnico es utilizado en la literatura antropológica para designar una comunidad
que:
1. en
gran medida se autoperpetúa biológicamente
2. comparte
valores culturales fundamentales realizados con unidad manifiesta en formas
culturales
3. integra
un campo de comunicación e interacción
4. cuenta
con unos miembros que se identifican a sí mismos y son identificados por otros
y que constituyen una categoría distinguible de otras categorías del mismo
orden.
Mi principal
objeción es que tal formulación nos impide comprender el fenómeno de los grupos
étnicos y su lugar en las sociedades y culturas humanas. .
Y esto se debe a
que incurre en una petición de todos los principios, pues cuando se propone
aportar un modelo típico ideal de una forma empírica recurrente, ya está
presuponiendo una opinión preconcebida de cuáles son los factores
significativos en la génesis, estructura y función de estos grupos.
A un nivel más
crítico nos permite suponer que la persistencia de límites no es problemática y
que está originada en el aislamiento que implican las características antes
enumeradas.
Los grupos étnicos como portadores de cultura
En mi opinión,
mucho se ganaría si se considerase al hecho de compartir una cultura común como
una implicación o un resultado /// antes que como una característica primaria y
definitiva de la organización del grupo étnico.
Si se insiste en
considerar al aspecto de portadores de cultura de los grupos étnicos como
característica primaria, nos tendremos que enfrentar a consecuencias de muy
amplio alcance.
Se propendería a
identificar y distinguir, a los grupos étnicos por las características
morfológicas de las culturas de que son portadores.
Esto implica un
punto de vista prejuiciado de:
1) la
naturaleza de la continuidad en el tiempo de estas unidades y
2) del
“locus” de los factores que determinan la formas de unidades.
La naturaleza de la continuidad en el tiempo de estas unidades
Hecho el hincapié
en el aspecto de portadores de cultura, la clasificación de los individuos y
los grupos locales como miembros de un grupo étnico, dependerá del grado en que
muestren rasgos particulares de esa cultura.
Esto puede
juzgarse en la actitud del investigador etnográfico que no toma en
consideración las categorías y los prejuicios de los actores.
Las diferencias
entre los grupo se convierten en simples diferencias en el inventario de
rasgos; la atención se concentra en el análisis de las culturas y no en la organización
étnica.
El “locus” de los factores que determinan la formas de unidades
Las formas
culturales manifiestas que pueden ser clasificadas como rasgos culturales
exhiben los efectos de la ecología.
Con esto me
refiero a que reflejan las circunstancias externas a las cuales se debieron
adaptar los actores mismos.
Con toda
seguridad, un mismo grupo de individuos puestos frente a las diferentes
oportunidades ofrecidas por un diferente medio, se verían obligados a adoptar
diferentes patrones de existencia y a institucionalizar diferentes formas de
conducta.
Por lo mismo, no
nos deba sorprender, que un grupo étnico, diseminado en un territorio con
circunstancias ecológicas variables, muestre variantes regionales de una
conducta manifiesta institucionalizada, que no reflejan, sin embargo,
diferencias en su orientación cultural.
ð
Es un error considerar
las formas institucionales manifiestas como constitutivas de los rasgos
culturales que en un momento dado distinguen a un grupo étnicoà estas formas manifiestas están determinadas
tanto por la ecología como por la cultura trasmitida.
Los grupos étnicos como tipo de organización
Socialmente, los
grupos étnicos son considerados como una forma de organizacional.
De acuerdo con
esto, el rasgo crítico es la característica de autoadscripción y adscripción
por otros.
Una adscripción
categorial es una adscripción étnica cuando clasifica a una persona de acuerdo
con su identidad básica, y más general supuestamente determinada por su origen
y su formación.
En la medida en
que los actores utilizan las identidades étnicas para categorizarse a sí mismos
y a los otros, con fines de interacción forman grupos étnicos, en este sentido
de organización.
Aunque las
categorías étnicas presuponen diferencias culturales, es preciso reconocer que
no podemos suponer una simple relación de paridad entre las unidades étnicas y
las similitudes y diferencias culturales.
Los rasgos que son
tomados en cuenta no son la suma de diferencias “objetivas”, sino solamente
aquellas que los actores mismos consideran significativas.
Analíticamente,
los contenidos culturales de las dicotomías étnicas parecen ser de dos órdenes:
1) señales
o signos manifiestosà
rasgos diacríticos que los individuos esperan descubrir y exhiben para indicar
identidad. P/e: el vestido, el lenguaje, la forma de
vivienda o un general modo de vida y
2) las
orientaciones de valores básicosà
normas de moralidad y excelencia por las que se juzga la actuación.
Las categorías
étnicas ofrecen un recipiente organizacional capaz de recibir diversas
proporciones y formas de contenido en los diferentes sistemas socioculturales.
El hincapié en la
adscripción como el aspecto crítico de los grupos étnicos también resuelve las
dos dificultades conceptuales que antes discutimos:
1) Cuando
se los define como grupos adscriptivos y exclusivos la naturaleza de la
continuidad de las unidades étnicas es evidente: depende de la conservación de
un límite.
Los
aspectos culturales que señalan este limite pueden cambiar, del mismo modo que
se pueden transformar las características culturales de los miembros; más aun,
la misma forma de organización del grupo puede cambiar, no obstante, el hecho
de que subsista la dicotomía entre miembros y extraños nos permite investigar
también la forma y el contenido culturales que se modifican.
2) Solamente
los factores socialmente importantes pueden ser considerados diagnósticos para
los miembros, no así las diferencias “objetivas” y manifiestas generadas por
otros factores.
Los límites de los grupos étnicos
El foco de la
investigación es el límite étnico que define al grupo y no el contenido
cultural que encierra.
Por supuesto, los límites
a los cuales debemos dedicar nuestra atención son los límites sociales, aunque
bien puedan contar con su concomitante territorial.
El hecho de que un
grupo conserve su identidad (aunque sus miembros interactúen con otros) nos
ofrece normas para determinar la pertenencia al grupo y los medios empleados
para indicar afiliación o exclusión.
Los grupos étnicos
no están basados necesariamente en la ocupación de territorios exclusivosà necesitamos analizar los diferentes medios
por los cuales logran conservar pues no es solo mediante un reclutamiento
definitivo, sino en virtud de una expresión y una ratificación continuas.
Los límites étnicos
canalizan la vida social y esto ocasiona una organización a menudo muy compleja
de relaciones sociales y de conducta.
La identificación
de otra persona como miembro del mismo grupo étnico entraña una coparticipación
de criterios de valoración y de juicio.
La dicotomía que
convierte a los otros en extraños y en miembros de otro grupo étnico supone un
reconocimiento de las limitaciones para llegar a un entendimiento recíprocoà diferencias de criterio para emitir juicios
de valor y de conducta y una restricción de la interacción posible a sectores
que presuponen común acuerdo e interés.
Los grupos étnicos
persisten como unidades significativas solo si van acompañados de diferencias
en la conducta /// es decir, de diferencias culturales persistentes.
No obstante,
cuando interactúan personas pertenecientes a culturas diferentes, es de esperar
que sus diferencias se reduzcan, ya que la interacción requiere y genera una
congruencia de códigos y valores; una similitud o comunidad cultural.
La persistencia de
los grupos étnicos en contacto implica no solo criterios y señales de
identificación, sino también estructura de interacción que permita la
persistencia de las diferencias culturales.
Las relaciones
interétnicas estables presuponen una estructura de interacción semejante:
-
por un lado, existe un
conjunto de preceptos que regulan las situaciones de contacto y que permiten
una articulación en algunos dominios de la actividad y,
-
por otro, un conjunto de
sanciones que prohíben la interacción interétnica en otros sectores, asilando
así ciertos segmentos de la cultura de posibles confrontaciones o
modificaciones.
Sistemas sociales poliétnicos
Sociedad poliétnica: integrada en la plaza
del mercado, bajo el control de un sistema estatal dominado por uno de los
grupos, pero con amplias zonas de diversidad cultural en los sectores
domésticos y religiosos del a actividad.
La identidad étnica
implica una serie de restricciones respecto a los tipos de función que a un
individuo le es permitido desempeñar, así como a los socios que puede escoger
para realizar diferentes tipos de transacciones.
En otras palabras,
considerada como un status, la identidad étnica está sobrepuesta a la mayoría
de los demás status y define las constelaciones permisibles de status /// es decir,
de personalidades sociales que puede asumir un individuo con tal identidad.
En este respecto,
la identidad étnica constriñe al sujeto en todas sus actividades y no solo en
algunas situaciones sociales definitivas.
Se puede decir
también que es imperativa, en cuanto no puede ser pasado por alto o suprimida
por otras definiciones de la situación.
Las imposiciones
en la conducta de una persona originadas en esta identidad étnica tienden a ser
absolutas, y en las sociedades poliétnicas complejas, totalmente exclusivasà tanto los componentes morales como las
convenciones sociales se vuelven todavía más resistentes al cambio al
agrupárseles en grupos estereotipados como características de una identidad
específica.
Las asociaciones de identidades y las normas de
valor
El análisis de las
características de la interacción y la organización de las relaciones
interétnicas no ha prestado la debida atención a los problemas de la
conservación de límites.
Para visualizar
los requisitos básicos para la coexistencia de una diversidad étnica, sugeriré
que primero nos preguntemos qué se requiere para que surjan distinciones
étnicas en una zona dada.
Obviamente, los
requisitos organizacionales son:
-
primero una
categorización de los sectores de la población en categorías de status
exclusivas e imperativas y,
-
segundo, una aceptación
del principio de que las normas aplicadas a una categoría pueden ser diferentes
de las aplicadas a otra.
Cada categoría
puede asociarse con un conjunto separado de normas de valor.
Cuanto mayores
sean las diferencias entre estas orientaciones de valor, mayores serán las
restricciones en la interacción interétnicaà deben evitarse los status y las situaciones
en el sistema total que envuelven conductas discrepantes con las orientaciones
de calor de una persona, ya que tal conducta será negativamente sancionada por
su parte.
Las nuevas formas
de conducta tenderán a la dicotomíaà sería
de esperarse que las restricciones sobre la conducta serán de tal suerte que
las personas se mostrarán renuentes a actuar en formas nuevas por temor a que
tal conducta resultase inapropiada para una persona de su identidad y que al
punto clasificaran estas nuevas formas de actividades como asociadas con uno u
otro grupo de características étnicas.
Así como las dicotomías
de trabajo masculino versus trabajo femenino proliferan en algunas sociedades,
del mismo modo la existencia de categorías étnicas básicas podría ser un factor
que fomentara la proliferación de diferencias culturales.
En tales sistemas,
las sanciones que producen adhesión a valores específicos de grupo son
ejercidas no solo por aquellos que comparten esa identidad.
CONTURSI,
MARÍA EUGENIA Y ARZENO, FEDERICO (2004) “LA CONSTRUCCIÓN DE LA INSEGURIDAD EN
EL DISCURSO DE NUEVOS ‘AGENTES DE SEGURIDAD’.
Para el estudio de la relación
entre la comunicación y procesos identitarios se enfocan dos problemáticas:
-
La tensión de la idea de
identidad que oscila entre una mirada científica que la considera como una
construcción y la mirada de los actores que la experimentan como una esencia.
-
La relación entre procesos
identitarios y procesos comunicacionales.
La construcción de la
identidad se materializa en relatos, discursos y practicas, allí se pueden estudiar
los procesos de identidad. La identidad cambia, por esto es que es un proceso.
La identidad implica igualdad entre 2 o mas personas. Es una construcción
simbólica que se hace en relación con un referente y funciona como marco de
procesos históricos que dan como resultado la construcción de identidades.
La identidad no es vivida como
una construcción por los propios sujetos sino como una esencia imposible de
escapar y no como una construcción socia, histórica y cultural.
La etnográfica no nos alcanzo
para dejar afuera lo particular de los procesos comunicacionales. La etnográfia
nos sirve para construir nuestros corpus de análisis, la interpretación
comunicacional (no se puede reproducir la interpretación antropológica que tiene como objeto de análisis de la cultura),
se necesita una teoría y una metodología para el análisis de los datos que
recogemos etnográficamente.
El análisis de los discursos
es una herramienta valida. La identidad construida tanto desde arriba (desde
posicionamientos hegemónicos como los gobiernos) o la construcción desde abajo
(por los sujetos en la vida cotidiana) adquieren materialidad en las personas
del discurso en tanto objetos discursivos. Tomando como punto de partida el
discurso, puede analizar las operaciones históricas de clasificación que operan
desde arriba y penetran en los procesos identitarios de la vida cotidiana, así
como las tensiones entre los diferentes discursos desde arriba que compitan
entre si.
La construcción discursiva de
la identidad desde arriba es asignándoles determinadas características.
Hay que dotas a los
estudiantes de una definición de identidad que contenga positivamente la
perspectiva de la comunicación. Una posibilidad seria pensar la identidad desde
abajo como “procesos identitarios” de adscripción como la representación que
uno tiene de su posición a la totalidad social. Mientras que para hablar de la
identidad desde arriba se podría hablar de “procesos identitarios”, que tienen
como resultado un discurso que cristaliza identidades en situaciones de
desigualdad.
El discurso de los medios son
construcciones que ponen en escena y reelaboran los diferentes tipos de
discursos y garantizan su circulación masiva, de allí su poder: DISCURSOS
CONSTITUYENTES.
CUCHE, DENYS (1996) “CULTURA E IDENTIDAD”.
Las nociones de
cultura e identidad no pueden ser confundidas. La cultura se origina
generalmente en procesos inconcientes, la identidad remite a una norma de
pertenencia necesariamente conciente.
La identidad
social de un individuo se caracteriza por el conjunto de sus pertenencias en el
sistema social: pertenencia a una clase sexual, clase social, a una nación. La
identidad social no solo concierne a los individuos sino también que todo grupo
esta dotado de una identidad que corresponde a sus definición social, la cual
permite situarlo en el conjunto social. La identidad es al mismo tiempo :
INCLUSIÓN (nosotros) y EXCLUSIÓN (ellos): identifica al grupo y lo distingue de
otros grupos. Identifica al grupo y lo diferencia del resto.
Desde un enfoque
de herencia cultual o de un enfoque de herencia biológica, el resultado es
igual: el individuo interioriza los modelos culturales que se le imponen y no
puede hacer otra cosa que identificarse con el grupo de origen.
Lo que une a las
diferentes teorías es una concepción objetivita de la identidad cultural. Acá
se la define a partir de cierto numero de criterios determinados considerados
objetivos. Esto es criticado por los
subjetivistas. Para ellos la identidad cultural no es recibida de una vez y
para siempre, sino que es un sentido de pertenencia, lo que importa son las
representaciones que los individuos hacen de la realidad social. Pero el punto
subjetivista. Para ellos la identidad cultural no es recibida de una vez y para
siempre, sino que es un sentimiento de pertenencia, lo que importa son las
representaciones que los individuos se hacen de la realidad social. Pero el
punto subjetivista en extremo concluye en una reducción de la identidad a una
cuestión de elección individual ya que cada una es libre de realizar sus
propias identificaciones.
No hay que adoptar
un enfoque puramente objetivo o subjetivo para la cuestión de la identidad,
sino que hay que tener en cuenta el contexto relacional.
La construcción de
la identidad se hace en el interior de los marcos sociales que determinan la
posición de los agentes y orientan sus representaciones y acciones. Una cultura
no produce por si misma una diferencia, esta solo puede ser el resultado de las
interacciones entre los grupos y los procedimientos de diferenciación que
instauran sus relaciones. No hay identidad en si, esta es siempre una relación
con el otro, la identidicacion se produce junto con la diferenciación. La
identificación se considera como algo que se construye y re construye. La
identidad se produce por diferenciación, en relacion con otro.. Si bien es
relacional se va manteniendo y construyendo a traves del otro. La
identificación es una negociación entre una autoidentificacion ( definida por
si misma) y una heteroidentificacion (definida por los otros). La
heteroidentificacion en una situación de dominacion se traduce en la
estigmatizacion de los grupos minoritarios.
Definidos como
diferentes por los grupos mayoritarios los grupos minoritarios solo se ven
reconocidos en una diferencia negativa. El poder de indentificacion depende de
la posición que se ocupa en el sistema de relaciones. No todos los grupos tiene
la misma autoridad.
Con el estado
moderno, la identificación se volvio un asunto de Estado. Este tiende a mono
identificarse. La ideología macionalista es la de la logica. Esta accion del
Estado implica una reaccion por parte del grupo dominante . Ellos no quieren
reapropiarse de una identidad que generalmente fue concebida por el grupo
dominante sino en reapropiarse de los medios para definir por si mismos su
identidad. Se trata de transformar la heteroidentidad (que generalmente es una
identificación negativa) en identificación positiva.
La supuesta “doble
identificacion” de los jóvenes provenientes de la inmigración, es en realidad
una identificación marxista. En ellos no hay dos identificaciones enfrentadas
sino que el individuo que forma parte de varias culturas fabrica su
identificación personal unica haciendo una síntesis original.
Para subrayar la
dimension cambiante de la identidad, se utiliza el concepto de “estrategia
identitaria”. Desde esta perspectiva la identidad es un medio para alcanzar un
fin.. El individuo , en funcion de la situación , usa de manera estrategica sus
recursos identitarios. El concepto de estrategia muestra que la identifdad se
construye y reconstruye según las situaciones. Cada cambio social lo lleva a
reformularse de manera diferente. Un tipo extremo de estrategia seria ocultar
la identidad para escapar de la discriminación.
Lasa diferencias
en largo plazo entre dos grupos étnicos no logran borrar las diferencias
culturales, al contrario, se organizan para mantener la diferencias cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario