Conceptos de folklore, sentido común y
hegemonía
Descartando posiciones alabatorias o
condenatorias de lo popular consideró que se podía profundizar y comprender sin
maniqueísmos los consumos y creaciones de las clases subalternas.
Superando
ambos obstáculos Gramsci pudo acceder al estudio del folklore (la cultura popular) y la literatura popular desde la perspectiva de su
uso. Esto significó una oposición a los modelos que desprecian las
manifestaciones de las clases subalternas y sus usos, por considerarlos burdos
e imposibilitados de acceder a lo “artístico”. Simultáneamente se diferenció
de aquellas visiones que tienden a
celebrar acríticamente las manifestaciones populares, sin advertir que en estas
no todo es “autenticidad” y que allí también es posible identificar residuos de
la cultura oficial y reproducción conservadora del orden social.
En este sentido el
concepto de hegemonía se vincula a
un modo de concebir lo social en tanto construcción cultural de consensos y
simultáneos procesos de resistencia. En estos enfrentamientos y
negociaciones la legitimidad del orden social se actualiza. La hegemonía permite pensar así en
procesos de conformación de subjetividades compartidas que no se cosifican ni
se acaban, y al mismo tiempo debe reforzar constantemente su credibilidad
porque hegemonía implica siempre resistencias tácticas y estratégicas. Algunas
de estas tácticas quedan evidenciadas en el análisis que hace de la novela de
folletín: “la lectura de la novela de
folletín sustituye y favorece al mismo tiempo el fantasear del hombre de
pueblo, es un verdadero soñar con los ojos abiertos, que determina fantasías
sobre la idea de venganza, castigo a los culpables por los males soportados,
etc.” Tanto en el folletín como en la novela de intrigas se manifiesta esa
lucha por la hegemonía, que no es más que un conflicto por la imposición de
formas de ver y percibir el mundo.
En este marco, la hegemonía permite tomar distancia de
dualismo estructura / superestructura como modelo de determinación e implica
una construcción político – cultural en ciertas ocasiones autónoma de las
estructuras económicas. La lucha social, intelectual y política es el espacio
donde esta hegemonía se conquista, se negocia o se pone en juego.
Gramsci: Ámbitos
superestructurales: 2 espacios à sociedad civil: lugar de expresión de
instituciones como la familia o la escuela, ligadas a la conformación y
conquista cotidiana de la hegemonía y sociedad
política: encargada de administrar, reproducir y reforzar el resultado de las luchas hegemónicas que se
dan en la sociedad civil.
Gramsci advierte
que la conformación de una dominación simbólica se consolida en los ámbitos
menos analizados. Se constituye en las áreas de la vida práctica donde no
aparece la coerción ni la violencia para obligar conductas.
Gramsci polemiza
desde este enfoque con el modelo soviético que impulsaba una conquista de la
institución estatal mediante la coerción y el control partidario, como único
medio del triunfo de las clases populares. Plantea que sin embargo la hegemonía
se construye y que no es posible imponerla desde el estado. En este marco el
modelo gramsciano permite pensar a la sociedad como algo más que una simple
coacción político militar. Habla de una conflictividad constante por la
apropiación de la legitimidad y el sentido
común. De una confrontación que no está solo en la disputa partidocrática,
sino que se halla presente en la comunicación cotidiana, en la literatura popular,
los textos televisivos, estéticas urbanas, etc.. De alguna manera Gramsci democratiza la esfera de lo político al
observar el modo en que en todas las áreas de lo cotidiano se construye la
legitimidad. El sentido común,
entonces, desde esta visión es el resultado o la expresión de ciertas luchas
que se dan en todo el ámbito de lo social.
El intelectual orgánico
Gramsci se
constituyó en uno de los principales teorizadores de la función social de los
intelectuales y del valor de la cultura, el lenguaje y la comunicación en la
construcción de hegemonías. La función del intelectual es para G un “guía
simbólico” difusor de cosmovisiones del mundo o defensor de ciertas verdades
sociales. Pero será en tanto que tal delegado o vocero de algún grupo social
que colabora en la conformación de hegemonías, que tiene nexos con ellas o que
se le opone frontalmente. Entonces los intelectuales no son solo científicos o
académicos, sino también el director de murgas, los guionistas de telenovelas o
comentaristas en los medios.
La cultura del
trabajo
Otro de los
aspectos analizados por Gramsci remite a la relación existente entre la
producción material y los estilos de vida en los que se enmarca. Entonces
observa los vínculos entre las nuevas formas productivas desarrolladas en EEUU
entre el 20 y el 30 con el fordismo, y el disciplinamiento cultural con el cual
simultáneamente se alegaba fortalecer a los “buenos obreros”. Dicha reforma y
ortopedia social conlleva modelos de legitimación social que hacen al orden de
la vida privada, y que sin embargo están puestos en juego en la lucha por la
hegemonía. El recorte de la autonomía llevaba consigo la promesa de un salario
relativamente alto y al mismo tiempo las recomendaciones de cómo gastarlo.
La concepción dinámica de la cultura que propone
Gramsci permite examinar el folklore como parte de una cosmovisión del mundo
donde están latentes ciertas rebeliones que conviven con autorizaciones al
poder hegemónico.
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