Los trabajos culturalistas (años
treinta): ponen el acento en la adquisición de los individuos de un sistema
de valores que favorecen la acción delictiva. Sus 2 conceptos centrales son
el principio de aprendizaje y el principio de asociación diferencial:
en resumen, el comportamiento delictivo se aprende de los otros, de los grupos
de pares generalmente.
La Escuela de Chicago (dentro de las teorías culturalistas):
los autores Shaw y McKay proponen una tasa diferencial de delito en distintos
barrios de inmigrantes con sus características culturales. Los grupos de
inmigrantes que mantienen sus valores se aíslan y se produce un conflicto
cultural por las distintas formas de vida. El delito sería la forma de
encontrar integración, respeto y medios económicos en lo que los autores
consideran un barrio desorganizado.
La asociación entre la
“desorganización” producto del crecimiento urbano y la migración ha sido
central en la Escuela de Chicago. El concepto de desorganización fue
criticado e hizo que se dejara de lado esta teoría pero luego se recupera en
torno a la cuestión de hábitat, que destaca que el diseño urbano moderno
concibe espacios que no aparecen bajo la responsabilidad de nadie, creando las
condiciones para la realización de delitos.
Los factores del hábitat que
podrían favorecer el delito son el hacinamiento, la ausencia de instituciones,
la mala reputación de un lugar y la estigmatización de sus habitantes. Esto no
influye en el crimen pero puede llevar a una mayor tolerancia y naturalización
del delito, en tanto disminuyen la capacidad de instituciones intermedias y el
interés del estado por ejercer un control efectivo en una comunidad
estigmatizada.
La Escuela de Chicago postuló
también una relación entre urbanización y crimen que fue muy discutida porque
conlleva un juicio moral contra la vida en las ciudades. El mayor
cuestionamiento (de la urbanización) surge cuando se adopta una perspectiva
histórica. Pero por ejemplo, la violencia decreció en el pasaje de la vida
rural a la conformación de las ciudades que se produce entre la Edad Media y el
Renacimiento.
La Escuela de Chicago denomina
delitos de “cuello blanco” a las desviaciones que no son causa de falta de
medios para llegar a fines legítimos sino que tienen que ver con lo ilimitado
de los fines (ej: cuanta más educación se tenga más conocimiento hay de los
vericuetos para delinquir en empresas o en el sector público). A mayor acceso a
los medios legítimos, mayor posibilidad de violarlos.
Las
teorías del control social
Después del eclipsamiento de la
Escuela de Chicago se difunden en la sociología del crimen norteamericano las
llamadas teorías del control social en la explicación del delito. Entre
los trabajos está el de Hirschi (1969): visión pesimista de la condición humana
que se traduce en que cualquier persona, ante circunstancias propicias, puede
cometer un acto delictivo (no hace tanto énfasis en el por qué). El problema
para esta teoría no es la desviación sino cuando esta no se da. Por eso se
detiene en las instituciones que retienen esas tendencias delictivas innatas.
Si un individuo delinque es porque se han debilitado los lazos que lo unen a
los otros miembros de la sociedad. Solo un cálculo racional puede disuadirlo de
delinquir, pero el delito da satisfacciones más rápidas que el respeto por la
ley.
Más tarde se produce un mayor
énfasis en el control externo que en el interno. La principal característica
del delincuente es su propensión al inmediatismo, es decir, una dificultad para
diferir gratificaciones (preferencia por el presente). Se utiliza la idea de
“bajo autocontrol” para explicar la delincuencia ordinaria. Los delincuentes
son insensibles a los daños causados a otros.
La
anomia en Merton y la teoría de la tensión
Las teorías del control social
son desplazadas en pleno esplendor del funcionalismo por la teoría de la
tensión: los delincuentes potenciales experimentan fuerzas contradictorias
creando un conflicto interno (tensión), una de cuyas formas de resolución es la
adopción de un “rol delincuente”. El delito es definido como una suerte de rol
en el sentido estructural-funcionalista (relación establecida entre el actor y
los otros con una significación funcional para todo el sistema social). 3
fuentes de la tensión: situación social (pobreza), el género (masculinidad) y
la edad (adolescencia o adultos jóvenes).
La tensión en Merton: idea de un
conflicto entre estructura social y valores culturales, es decir, entre los
objetivos considerados legítimos por una sociedad y los medios para
alcanzarlos. Una forma de respuesta frente a la anomia es el recurso a medios
ilegítimos para alcanzar objetivos culturalmente legitimados. Esto es lo que
Merton llama “innovación”: el individuo conoce los objetivos legítimos pero
utiliza otros medios para alcanzarlos. (de la anomia de Durkheim que se refiere
a la ilimitación de los fines cuando no se sabe ya que esperar, sino que la
anomia de Merton se refiere a la ilimitación de los medios: los individuos
saben lo que quieren pero no cómo llegar a ello).
Esta teoría fue criticada por no
poder explicar la delincuencia en los sectores medios y altos y por ser incapaz
de explicar por qué sólo algunos pocos individuos bajo tensión delinquen.
La
teoría del etiquetamiento
La teoría de la tensión no
escapó al cuestionamiento general que tuvo el funcionalismo a mediados de los
60, por el interaccionismo simbólico y la etnometodología.
No se trata ya de cómo las
reacciones de la sociedad pueden hacer disminuir el delito sino, por el
contrario, de suponer que esas mismas reacciones están en la base de tales
conductas o, al menos, las amplifican. Becker, afirma que la desviación no es
el resultado de quien transgrede sino de la imposición a un grupo de ciertas
reglas como normales, a partir de lo cual todo aquel que se aparte de ellas
será considerado desviado. Entra en juego la dimensión política: ciertos
individuos y grupos tienen el poder de imponer sobre otros, normas, definiendo
qué será considerado desviación. Cuando las acciones se hacen repetitivas, las
personas son etiquetadas como desviadas, con fuertes implicancias en la
construcción identitaria.
Para que la desviación y el
etiquetamiento existan, debe existir alguien que se toma el trabajo de señalar
a esa persona como desviada. Sin publicidad no se produce el etiquetamiento.
El
delito como elección racional
La idea de delito como decisión
racional domina el debate actual y, sobre todo, la fundamentación de políticas
de tipo represivo. Se origina en el seno de una ofensiva contra las políticas
asistenciales propias de la “guerra contra la pobreza” (como el delito es
causado por la pobreza y la marginación, buenos trabajos y mayores
oportunidades parecían ser la solución).
Frente a lo que se consideró
como un fracaso de los programas de rehabilitación, Murray y Cox sugirieron un
peso mayor de las políticas represivas para disuadir a los criminales de
continuar en su senda. Para ellos el crimen se trata de una elección
individual, no se debe a la pobreza u otros problemas sociales.
El delincuente realiza una
evaluación costo-beneficio antes de emprender una acción. El aumento de la
probabilidad de ser aprehendido y la severidad de las penas, constituye la base
de la “disuasión” frente a los potenciales actores.
Durante la década del 80 esta
teoría, que podía tan fácilmente simplificar las causas del delito,
convirtiéndolo una responsabilidad de sus protagonistas, cobró una gran
difusión en EEUU. Ya no se trata de victimas de un sistema injusto sino de
sujetos ávidos de gratificación rápida a los que es necesario disuadir.
El
análisis de la underclass
Las teorías conservadoras
instauran un tipo de explicación comportamentalista que desechaba todas las
variables estructurales o, peor aún, las transformaba en rasgos
idiosincrásicos. Los autores retoman el debate sobre la underclass: clase
desfavorecida de desempleados, inempleables y subempleados que viven marginados
del resto de la sociedad, sin compartir ni sus ambiciones ni sus expectativas;
los pobres, en general, negros que presentan comportamientos criminales,
desviados o, tan solo, no propios de la clase media. La underclass se
caracterizaría por el alto porcentaje de familias con jefatura femenina y de
nacimientos fuera del matrimonio. Esto es consecuencia de que en EEUU durante
los 80: desempleonegros pobresen los jóvenes aumenta la criminalidadencarcelamientobaja
la tasa de matrimonios= familias monoparentales y nacimientos fuera del
matrimonio.
La relación entre desempleo y
delito es fundamental en la noción de underclass. La declinación
económica crea condiciones de debilitamiento familiar y de pérdida de lazos
comunitarios haciendo más probable la participación de los jóvenes en delitos.
Teorías
multifuncionales o integradas
Se intenta establecer
explicaciones multicausales que combinan lo económico, son los social, lo
psicológico y lo biológico. Hay factores de riesgo que se pueden ir
adicionando. Son teorías inductivas de importante base empírica.
Se preguntan no sólo por la
entrada en las actividades delictivas sino, sobre todo, por el egreso. Hay un
pico a una cierta edad y luego una tendencia al abandono. Se diferencia a
aquellos que comenten un único hecho, a los ocasionales, a los frecuentes y a
los crónicos.
2 teorías: 1) cercana a la
psicología: hay pautas latentes estables que se mantienen a lo largo de toda la
vida. Estas tendencias a las conductas asociales son el resultado de una menor
inteligencia, impulsividad, poco control parental, etc. Se asume que esto
conforma la personalidad. 2) enfoque en el ciclo de la vida: cada fase de la
vida está influida por variables que refuerzan o, por el contrario, tienden a
desistir de conductas delictivas (familia, escuela y grupo de pares, trabajo,
pareja). Las influencias sobre el individuo irán cambiando a lo largo de su
ciclo de vida, con la existencia de “puntos de inflexión” centrales para
realizar virajes en las historias personales.
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