13.5.13

Kessler - Las teorías sobre el delito

La Escuela de Chicago y las teorías culturalistas
                Los trabajos culturalistas (años treinta): ponen el acento en la adquisición de los individuos de un sistema de valores que favorecen la acción delictiva. Sus 2 conceptos centrales son el principio de aprendizaje y el principio de asociación diferencial: en resumen, el comportamiento delictivo se aprende de los otros, de los grupos de pares generalmente.

La Escuela de Chicago (dentro de las teorías culturalistas): los autores Shaw y McKay proponen una tasa diferencial de delito en distintos barrios de inmigrantes con sus características culturales. Los grupos de inmigrantes que mantienen sus valores se aíslan y se produce un conflicto cultural por las distintas formas de vida. El delito sería la forma de encontrar integración, respeto y medios económicos en lo que los autores consideran un barrio desorganizado.
                La asociación entre la “desorganización” producto del crecimiento urbano y la migración ha sido central en la Escuela de Chicago. El concepto de desorganización fue criticado e hizo que se dejara de lado esta teoría pero luego se recupera en torno a la cuestión de hábitat, que destaca que el diseño urbano moderno concibe espacios que no aparecen bajo la responsabilidad de nadie, creando las condiciones para la realización de delitos.
                Los factores del hábitat que podrían favorecer el delito son el hacinamiento, la ausencia de instituciones, la mala reputación de un lugar y la estigmatización de sus habitantes. Esto no influye en el crimen pero puede llevar a una mayor tolerancia y naturalización del delito, en tanto disminuyen la capacidad de instituciones intermedias y el interés del estado por ejercer un control efectivo en una comunidad estigmatizada.
                La Escuela de Chicago postuló también una relación entre urbanización y crimen que fue muy discutida porque conlleva un juicio moral contra la vida en las ciudades. El mayor cuestionamiento (de la urbanización) surge cuando se adopta una perspectiva histórica. Pero por ejemplo, la violencia decreció en el pasaje de la vida rural a la conformación de las ciudades que se produce entre la Edad Media y el Renacimiento.
                La Escuela de Chicago denomina delitos de “cuello blanco” a las desviaciones que no son causa de falta de medios para llegar a fines legítimos sino que tienen que ver con lo ilimitado de los fines (ej: cuanta más educación se tenga más conocimiento hay de los vericuetos para delinquir en empresas o en el sector público). A mayor acceso a los medios legítimos, mayor posibilidad de violarlos.

Las teorías del control social
                Después del eclipsamiento de la Escuela de Chicago se difunden en la sociología del crimen norteamericano las llamadas teorías del control social en la explicación del delito. Entre los trabajos está el de Hirschi (1969): visión pesimista de la condición humana que se traduce en que cualquier persona, ante circunstancias propicias, puede cometer un acto delictivo (no hace tanto énfasis en el por qué). El problema para esta teoría no es la desviación sino cuando esta no se da. Por eso se detiene en las instituciones que retienen esas tendencias delictivas innatas. Si un individuo delinque es porque se han debilitado los lazos que lo unen a los otros miembros de la sociedad. Solo un cálculo racional puede disuadirlo de delinquir, pero el delito da satisfacciones más rápidas que el respeto por la ley.
                Más tarde se produce un mayor énfasis en el control externo que en el interno. La principal característica del delincuente es su propensión al inmediatismo, es decir, una dificultad para diferir gratificaciones (preferencia por el presente). Se utiliza la idea de “bajo autocontrol” para explicar la delincuencia ordinaria. Los delincuentes son insensibles a los daños causados a otros.

La anomia en Merton y la teoría de la tensión
                Las teorías del control social son desplazadas en pleno esplendor del funcionalismo por la teoría de la tensión: los delincuentes potenciales experimentan fuerzas contradictorias creando un conflicto interno (tensión), una de cuyas formas de resolución es la adopción de un “rol delincuente”. El delito es definido como una suerte de rol en el sentido estructural-funcionalista (relación establecida entre el actor y los otros con una significación funcional para todo el sistema social). 3 fuentes de la tensión: situación social (pobreza), el género (masculinidad) y la edad (adolescencia o adultos jóvenes).
                La tensión en Merton: idea de un conflicto entre estructura social y valores culturales, es decir, entre los objetivos considerados legítimos por una sociedad y los medios para alcanzarlos. Una forma de respuesta frente a la anomia es el recurso a medios ilegítimos para alcanzar objetivos culturalmente legitimados. Esto es lo que Merton llama “innovación”: el individuo conoce los objetivos legítimos pero utiliza otros medios para alcanzarlos. (de la anomia de Durkheim que se refiere a la ilimitación de los fines cuando no se sabe ya que esperar, sino que la anomia de Merton se refiere a la ilimitación de los medios: los individuos saben lo que quieren pero no cómo llegar a ello).
                Esta teoría fue criticada por no poder explicar la delincuencia en los sectores medios y altos y por ser incapaz de explicar por qué sólo algunos pocos individuos bajo tensión delinquen.

La teoría del etiquetamiento
                La teoría de la tensión no escapó al cuestionamiento general que tuvo el funcionalismo a mediados de los 60, por el interaccionismo simbólico y la etnometodología.
                No se trata ya de cómo las reacciones de la sociedad pueden hacer disminuir el delito sino, por el contrario, de suponer que esas mismas reacciones están en la base de tales conductas o, al menos, las amplifican. Becker, afirma que la desviación no es el resultado de quien transgrede sino de la imposición a un grupo de ciertas reglas como normales, a partir de lo cual todo aquel que se aparte de ellas será considerado desviado. Entra en juego la dimensión política: ciertos individuos y grupos tienen el poder de imponer sobre otros, normas, definiendo qué será considerado desviación. Cuando las acciones se hacen repetitivas, las personas son etiquetadas como desviadas, con fuertes implicancias en la construcción identitaria.
                Para que la desviación y el etiquetamiento existan, debe existir alguien que se toma el trabajo de señalar a esa persona como desviada. Sin publicidad no se produce el etiquetamiento.

El delito como elección racional
                La idea de delito como decisión racional domina el debate actual y, sobre todo, la fundamentación de políticas de tipo represivo. Se origina en el seno de una ofensiva contra las políticas asistenciales propias de la “guerra contra la pobreza” (como el delito es causado por la pobreza y la marginación, buenos trabajos y mayores oportunidades parecían ser la solución).
                Frente a lo que se consideró como un fracaso de los programas de rehabilitación, Murray y Cox sugirieron un peso mayor de las políticas represivas para disuadir a los criminales de continuar en su senda. Para ellos el crimen se trata de una elección individual, no se debe a la pobreza u otros problemas sociales.
                El delincuente realiza una evaluación costo-beneficio antes de emprender una acción. El aumento de la probabilidad de ser aprehendido y la severidad de las penas, constituye la base de la “disuasión” frente a los potenciales actores.
                Durante la década del 80 esta teoría, que podía tan fácilmente simplificar las causas del delito, convirtiéndolo una responsabilidad de sus protagonistas, cobró una gran difusión en EEUU. Ya no se trata de victimas de un sistema injusto sino de sujetos ávidos de gratificación rápida a los que es necesario disuadir.

El análisis de la underclass
                Las teorías conservadoras instauran un tipo de explicación comportamentalista que desechaba todas las variables estructurales o, peor aún, las transformaba en rasgos idiosincrásicos. Los autores retoman el debate sobre la underclass: clase desfavorecida de desempleados, inempleables y subempleados que viven marginados del resto de la sociedad, sin compartir ni sus ambiciones ni sus expectativas; los pobres, en general, negros que presentan comportamientos criminales, desviados o, tan solo, no propios de la clase media. La underclass se caracterizaría por el alto porcentaje de familias con jefatura femenina y de nacimientos fuera del matrimonio. Esto es consecuencia de que en EEUU durante los 80: desempleonegros pobresen los jóvenes aumenta la criminalidadencarcelamientobaja la tasa de matrimonios= familias monoparentales y nacimientos fuera del matrimonio.
                La relación entre desempleo y delito es fundamental en la noción de underclass. La declinación económica crea condiciones de debilitamiento familiar y de pérdida de lazos comunitarios haciendo más probable la participación de los jóvenes en delitos.

Teorías multifuncionales o integradas
                Se intenta establecer explicaciones multicausales que combinan lo económico, son los social, lo psicológico y lo biológico. Hay factores de riesgo que se pueden ir adicionando. Son teorías inductivas de importante base empírica.
                Se preguntan no sólo por la entrada en las actividades delictivas sino, sobre todo, por el egreso. Hay un pico a una cierta edad y luego una tendencia al abandono. Se diferencia a aquellos que comenten un único hecho, a los ocasionales, a los frecuentes y a los crónicos.
                2 teorías: 1) cercana a la psicología: hay pautas latentes estables que se mantienen a lo largo de toda la vida. Estas tendencias a las conductas asociales son el resultado de una menor inteligencia, impulsividad, poco control parental, etc. Se asume que esto conforma la personalidad. 2) enfoque en el ciclo de la vida: cada fase de la vida está influida por variables que refuerzan o, por el contrario, tienden a desistir de conductas delictivas (familia, escuela y grupo de pares, trabajo, pareja). Las influencias sobre el individuo irán cambiando a lo largo de su ciclo de vida, con la existencia de “puntos de inflexión” centrales para realizar virajes en las historias personales.

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