Sería importante tipificar las formas en que
se describe la crisis contemporánea.
Crisis que no es sólo comunicacional y
cultural sino también, y fundamentalmente, económica, política y social (esto
tiene su centro en el paso a la sociedad contemporánea).
Esto pone en escena:
-
la crisis de la modernidad pensada política,
económica y socialmente,
-
la imposibilidad de la aldea global homeostática,
funcionalista, armónica, tramada por las tecnologías de la comunicación, o por
una cultura pensada desde la comunicación.
Es difícil hablar de los medios, de sus
géneros, de sus formas de construcción de sentido, de su producción o
recepción, de la creciente segmentación de la demanda y la oferta, o de los
procesos de globalización simbólica, de sus “efectos y usos”, aislándolos de su
complejo entramado con las transformaciones socioculturales y económicas.
Al entrar en este producto massmediático se
entra también en problemas que exceden, que están más allá de los medios: las
identidades, las memorias, los desarraigos, las nuevas culturas urbanas, las
relaciones y los conflictos interétnicos, la brecha cada vez más profunda entre
la riqueza y la pobreza.
Con todo no es sorprendente que al ingresar
en un mensaje massmediático para analizarlo se necesite un complejo conjunto de
disciplinasà este fenómeno actual de hiperobservación de los medios por un amplísimo
conjunto de disciplinas es de alguna manera no una crisis, sino una reparación.
No hay que confundir comunicación con medios.
Del mismo que se puede decir que no debemos
enfrentar cultura con medios.
Más allá de esto, la producción cultural y
social pasa tanto por los medios como por fuera de ellos.
Son tan erróneas las tesis de la
massmediatización social como su reverso alternativista, negador de los mediosà los medios son poderosos pero
también es poderosa la producción social cultural que pasa por afuera de ellos.
Junto con esto, hay que separar metodológicamente,
lo comunicacional de lo cultural en otro planoà una cosa es el territorio duro
desde donde escribimos lógica y semiológicamente la conformación de sistemas de
construcción de sentido, de retóricas y géneros /// y otro aquel donde esto
pasa a funcionar, a tener un sentido claro, dentro de un contexto, una cultura,
una etnia, una situación histórica. /// Dos territorios no fácilmente
separables.
El territorio de los medios, y especialmente
el de sus “contenidos”, no se recorta con tanta claridad de lo que sucede
afuera. Difícil entender la telenovela sin inscribirla en la larga tradición
del melodrama y el drama social que antecede a los medios.
Este desdibujamiento de los límites se da no
sólo en el que observa académicamente la evolución sociocultural y el lugar de
los medios en ella, sino en la misma producción de estos.
P/e: los estudios cuantitativos y
cualitativos de la prensa escrita señalan un corrimiento del interés de los
lectores hacia la zona de información general, en detrimento de la lectura de
las secciones de política, economía e internacionales. Y esto presiona sobre
los medios que ven que se debilita una clasificación y una jerarquización
típica de la modernidad.
Este proceso está produciendo movimientos en
el interior de los medios, en la reformulación de las zonas tradicionales
duras, y en la profundización de la información general que comienza a
necesitar, cada vez más, el aporte de las disciplinas sociales y humanas
(comienza a necesitar de la transdisciplinariedad).
Los problemas que se van planteando tienen
dos niveles:
-
El primero es el referido a ciertas distinciones. No
confundir comunicación con medios, no enfrentar medios con cultura, inscribir
el estudio de los medios en una problemática más amplia, exterior y anterior a
estos, muy relacionada con la historia de los géneros o de otras series
culturales.
Hay que agregar otros lugares
comunes que desestructurar: la confusión entre comunicación e información es
uno, y la oposición entre cultura y ciencia o tecnología es otro.
-
Lo segundo es que ese campo que de manera nada clara
se llama en América Latina “comunicación y cultura” es un campo típicamente
transdisciplinario. Esto implica el estudio de los medios enmarcado no en una
teoría de los medios sino en una teoría de la cultura.
Lo cierto es que este campo de la
“comunicación y cultura”, dentro del cual ubicamos el estudio de los medios,
implica diversos niveles de análisis.
El debate por señas
Existe una reflexión sobre la construcción de
sentido en las culturas de la vida cotidianaà la reflexión sobre la
comunicación y la cultura, lo metacomunicacional y lo metacultural, no es sólo
patrimonio de los comunicólogos o los culturólogos.
Tanto la semiología como la comunicología -encuadradas
en las variables socioculturales-, nos llevan a la lección de que el sentido,
la recepción, sólo pueden ser comprendidos contextual y culturalmente.
El análisis comunicacional y cultural siempre
tiende a focalizar procesos de interacción simbólica, sólo explicables en el
marco de un contexto específico.
Cierre
¿Hasta dónde llega la importancia de los
medios? Es claro que el desarrollo de los medios está produciendo complejas
transformaciones en la cultura, las formas de percepción, los sistemas de
construcción de sentido.
La fragmentación o segmentación, el cable o
el video actúan en esto, y a su vez influyen en la transformación y
clasificación de los medios.
Es importante la ampliación y
reestructuración de los medios, más importante aún es la manera como las nuevas
tecnologías afectan los sistemas perceptivos y de construcción del sentido.
A veces por su aplicación a los medios
tradicionales. Exige el desarrollo de nuevas competencias en el receptor.
Post
scriptum
Como no hay ninguna teoría unitaria sobre los
medios que parezca tener consenso, las numerosas investigaciones se desarrollan
en las más diversas direcciones.
El deseo de descubrir un paradigma universal
de comunicación ha sido reemplazado por una confortable aceptación del
pluralismo.
La ciencia de la comunicación es incapaz de
influir tanto en la práctica del periodismo, como en la formulación de
políticas comunicacionalesà esta misma carece de status
disciplinario porque no tiene un núcleo de conocimiento y su legitimidad
institucional y académica sigue siendo una quimera.
En su seno continúan las batallas entre
determinismos psicológicos, culturales, económicos, textuales y tecnológicos
fragmentando el campo.
La cuestión de los efectos de los medios
sigue siendo la caja negra perpetua de la investigación en comunicación y aún
plantea la mayoría de las preguntas por contestar.
Si por un lado indica la persistencia de la
confusión entre comunicación y medios, por otro pone en escena la crisis de los
estudios comunicacionales pensados al margen de los estudios humanísticos,
semióticos y de las ciencias cognitivas.
Hay que indicar que el campo de la
comunicación se constituye, pero por otro lado lo hace navegando en un conjunto
de disciplinas caótico, inabarcable, sin un horizonte transdisciplinario claro.
Su “semiosis” es infinita.
Lo cierto es que detrás de esto queda
sepultada la communication research, o la visión ingenua, aislada e
instrumental de los medios como también el imperialismo semiológico, aunque con
más vida, como lo demuestra la incorporación de la semiología a varias
disciplinas.
Como las ciencias del conocimiento, las
ciencias de la comunicación se expanden transversalmente y nos dicen hoy más
sobre la reformulación de los estudios sobre la sociedad, la cultura, el
conocimiento, sobre la crisis contemporánea que sobre ese rubro aparentemente
inocuo: la teoría de los medios.
No es raro que la mayoría de los trabajos que
aportan realmente al estudio de los medios vengan de especialistas formados en
otras disciplinas o de las reflexiones que sobre su propia práctica realizan
los “actores” de los propios medios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario