Uno de ellos es Gregory Bateson, quien a partir de 1949 trabajó en el hospital psiquiátrico de
Proveniente de la gran
burguesía intelectual inglesa, abandona la zoología para partir en 1927 para
Nueva Guinea como antropólogo. Allí conoce a Margaret Mead con quien
después se casaría.
Trata de construir una
teoría de la cultura que rebase el marco de la sociedad estudiada. Un ejemplo
de es lo constituye el concepto de cismogénesis, con el cual intenta
explicar la génesis de un cisma en el seno de un sistema social.
Así, distingue entre
una cismogénesis simétrica (en la que los interactuantes responden a la
violencia con la violencia, a la dádiva con la dádiva, etc.) y una complementaria,
en la que los asociados se hunden cada vez más en los papeles del tipo
dominación/sumisión, exhibicionismo/voyeurismo, etc.
Doble vínculo
A fines de los años
’30 viaja a Bali, donde toma 25 mil fotos y rueda 7 mil metros de película para
estudiar las posturas humanas, los gestos, la entonación, la risa, etc. Es que
estaba buscando técnicas adecuadas de descripción y análisis del
comportamiento no verbal que, creía, hasta ese momento no había.
El resultado fue Balinese Character: A photographic analysis,
producto de la aplicación de sus nuevos métodos de investigación de la
cultura y los procesos de socialización. Allí intentaron explicar cómo
aprende el niño balinés a convertirse en miembro de su cultura al comer, andar,
jugar, bailar y dormir.
Al estudiar las
relaciones entre padres e hijos balineses, Bateson formuló una hipótesis,
quince años más tarde, conocida como “doble vínculo” (double bind). Esta
consiste en ver el origen de la esquizofrenia infantil en una red de relaciones
contradictorias entre la madre y el hijo.
La madre incita
continuamente al niño a mostrar su emoción (amor, deseo, celos o ira), pero es
solamente para alejarse y romper el vínculo, en el momento en que el
niño, encerrado en una espiral afectiva, pide a su madre alguna respuesta
emocional.
Esto es para que la interacción
no culmine de un modo afectivo. Es que en Bali las madres controlan las
emociones de sus hijos, rechazando sus emociones.
En esa secuencia, el
gesto indiferente de la madre es un comentario de la acción anterior,
por lo que se ubica en un nivel metacomunicativo.
Feedback negativo
En los años ’40,
Bateson se pone a trabajar sobre el concepto de feedback negativo. Bajo el
término de cismogénesis (simétrico o complementario), había explicado las condiciones
para el estallido de un sistema social. El feedback positivo era el
mecanismo que mantenía la tendencia hacia la destrucción total, sin posiciones
intermedias.
Pero para explicar la
estabilidad de un sistema social, Bateson utiliza el concepto de feedback
negativo. Por medio de autocorrecciones sucesivas, el sistema es
capaz de regresar a la estabilidad. El concepto de feedback fue clave en lo que
sería la cibernética.
En 1948 Bateson
abandona la antropología para entrar en el mundo de la psiquiatría, que no
abandonaría hasta los años ’60. Su objetivo, sin embargo, no era una mejora de
los métodos terapéuticos sino una teoría general de la comunicación derivada
de las ideas de la cibernética. Así es que va a distinguir entre procesos
digitales y analógicos, por ejemplo.
Marco metacomunicativo
En los años ’50
reflexiona sobre la teoría de los tipos lógicos. Así, trata de resolver una
antigua paradoja de la filosofía griega: un hombre que enuncia “Estoy
mintiendo”, ¿está diciendo la verdad? Para resolver la paradoja, Bateson
señala que hay una confusión de los niveles de abstracción.
Distingue entre un
primer y un segundo nivel de abstracción en un mensaje. Para pulir esta
idea estudia el comportamiento de las nutrias para saber si eran capaces de
distinguir entre un comportamiento lúdico de un combate.
Observa que estos
animales se disputaban el pescado que Bateson les había tendido, de buen humor,
mordiéndose sin herirse. Así, concluye que su comportamiento demuestra que
saben emitir y recibir señales que dicen “esto es un juego”. Se
comunican sobre sus comunicaciones, es decir, se metacomunican, ponen
comillas, encuadran sus mensajes.
En el ejemplo del niño
esquizofrénico balinés, éste está prisionero en una doble coacción, en la cual
la única forma de salir es haciendo un comentario sobre la posición
contradictoria en que lo colocó la madre. Pero, al alejarse, ella le impedirá
siempre metacomunicarse.
Es así que Bateson
traza un paralelismo con la esquizofrenia del adulto, quien no puede
establecer la diferencia entre mensajes de nivel I y de II. Toma al pie de la
letra todo mensaje emitido o recibido. No se metacomunica porque no puede
construir un marco para los mensajes.
La diferencia con un artista
es que éste puede invertir los niveles de los mensajes, conservando la
conciencia sobre ese procedimiento en el proceso de su creación.
Progresivamente comenzó a aplicarse el principio del doble vínculo para
explicar el funcionamiento del arte, el humor, el sueño y otros procesos de
creación, donde el comentario se convierte en texto y viceversa.
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