13.5.13

Shohat / Stam - Despensando el eurocentrismo. Multiculturalismo y los media

Estos autores proponen concientizar sobre los efectos intelectualmente debilitantes del eurocentrismo inscriptos en las representaciones mediáticas y de la cultura popular contemporánea.
Critican la universalización de las normas eurocéntricas, la idea de que alguna raza porta el monopolio de la belleza, inteligencia o fortaleza.
            Parten su análisis teniendo en cuenta que el eurocentrismo es parte del sentido común al punto que el rol de dominación histórica sobre otros pueblos pasa desapercibido.
            El discurso colonialista-imperialista se filtra en el lenguaje desde la escuela primaria hasta estructurar las prácticas y representaciones contemporáneas que difunden las corporaciones mediáticas como Hollywood.
            Pero no se trata de condenar lo europeo. Tal actitud perpetuaría el eurocentrismo. Así como muchos no-europeos sostienen el eurocentrismo, Europa aplasta su propia diversidad cultural: desde la persecución inquisitorial de los judíos, los musulmanes y los gitanos hasta la discriminación de los campesinos, los irlandeses, las mujeres y los gays/lesbianas.
            En definitiva, el pensamiento eurocéntrico es fundamentalmente desrepresentativo de un mundo que siempre fue multicultural. La meta de estos autores es multiculturalizar el campo de los estudios culturales.
            Para ello proponen hacer conexiones en términos temporales (entre el siglo XIX y la Grecia clásica), espacio-geográficos (ubicando debates en el amplio contexto que ciñe las Américas, África y Asia), disciplinarios (forjando lazos entre la teoría literaria, la etnografía reflexiva y los estudios culturales), intertextuales (comparando la “alta cultura” con las culturas populares) y conceptuales (relacionando temas de colonialismo con otros de nacionalismo y multiculturalismo).

El papel de los medias en la formación de identidades

            Para los autores, los media contemporáneos forman identidades. La expectación de los productos mediáticos impacta complejamente en la identidad nacional y en la pertenencia comunal. El contacto mediatizado con pueblos distantes permite imaginar comunidades.
            Inscriptas en las estrategias narrativas están las representaciones eurocéntricas. Éstas se construyen mediante tropos, metáforas y figuras que trasmiten una actitud etnocéntrica hacia la tierra, la ecología y las culturas no-europeas.
            Dentro del discurso colonialista, ciertas figuras retóricas, comparaciones e imágenes narrativas juegan un rol constitutivo en la configuración de la superioridad europea.
            No obstante, el discurso colonialista varía con la región, el período histórico y las necesidades ideológicas del momento. Puede condenar al mundo árabe por vestirse de más y al mundo indígena por vestirse de menos.

Tropos del Imperio: la animalización
            La operación tropológica de animalización subyuga lo colonizado como a bestias salvajes de irrefrenable libidinosidad, que carecen de vestimenta apropiada y viven en chozas de barro que parecen nidos y cuevas.
            Este mecanismo de dominación reduce lo cultural a lo biológico y tiende a asociar lo colonizado con lo vegetativo y lo instintivo más que con lo aprendido y lo cultural. Así lo atestiguan los epítetos que recaen sobre ciertas figuras y lugares de la cultura popular latinoamericana, como “Gladis, la bomba tucumana”, “Terremoto bailable”, “La mona Jiménez”, “El puma Rodríguez”. El lugar que le cabe a cultura popular latinoamericana parecería tratarse de un gran zoológico.

Infantilización
            El tropo de la infantilización proyecta lo colonizado materializando corporalmente una etapa temprana del ser humano o del desarrollo cultural. Muchos científicos buscaron probar alguna vez que los negros eran intelectualmente idénticos a los niños blancos.
            También se sigue utilizando el término “subdesarrollado” para referirse al “Tercer” Mundo (otrora “Nuevo” Mundo). Estos tropos presuponen que, aún cuando estos territorios son el producto de cientos de años de civilización, no están preparados todavía para controlar su cuerpo/psique y por eso necesita una mano-guía de sociedades más adultas y evolucionadas que los introduzca suavemente en los tiempos modernos.
            Otros binarismos también reflejan ciertas actitudes verticalistas y geocéntricas, como lo demuestra la jerarquización entre clases “altas” y “bajas” o entre países “centrales” y países “periféricos”, entre la Europa iluminada (por la razón) y los mundos oscuros.

Erotización y exotización
            Muchos procesos territoriales de dominación política del hombre blanco son narrados utilizando un lenguaje sexuado. Así, se habla de conquistas de nuevas tierras y de la penetración del hombre blanco en tierras vírgenes, indómitas.
            El “descubridor” daba nombres a los lugares como marca de posesión (Américo Vespucio y su “América”, el Estrecho de “Magallanes”, Cristóbal Colón y su “Colombia”, Simón Bolívar y su “Bolivia”, etc.).
            Pero muchas representaciones de “lo virgen”, sostenidas desde Indiana Jones hasta los ecologistas, sirven para legitimar ciertas maniobras geopolíticas de las potencias occidentales. La cartografía del Renacimiento y su “terra incógnita” es otro ejemplo.
            A veces, estas metáforas son recubiertas por un aura de cientificidad. En películas como Lawrence de Arabia, el estatus de héroe se trasmuta al del viajero (a menudo un científico) quien domina una nueva tierra y sus tesoros, cuyo valor habían desaprovechado los residentes “primitivos”.
            El Oriente fue visto desde la Grecia clásica como la escena de los deleites carnales. Las arenas resplandecientes metaforizan las pasiones “calientes”. El desierto es un mundo que no tiene control de sí. Incluso los árabes son vistos siempre como polígamos, en busca de una mujer, a la que arrastrarán hacia su harén con el rapto si fuera necesario.
            El imaginario del harén refleja una utopía masculina de sexual omnipotencia. Y, si bien el discurso eurocéntrico, ha definido al harén simplemente como un espacio dominado por el hombre, se trata de un sistema que también permite que la mujer tenga acceso a otras mujeres, proveyendo un lugar para el intercambio de ideas e información al resguardo de los oídos y la vista del hombre.
            Ciertas películas pueden representar a la mujer como viajera independiente de clase alta que ocupa transitoriamente la posición del pater blanco enfrente de los nativos. Pero esta mujer es casi siempre objeto del deseo de negros, latinos o árabes libidinosos que intentarán raptarla.
            La “vuelta al hogar” es el castigo disciplinario de las fantasías femeninas de liberación. Todas estas metáforas permiten que el espectador revalore y aprecie el existente orden sexual, racial y nacional-imperial

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