En
este capítulo de "Erving Goffman y la microsociología", Isaac compara
cómo emplean la noción de ritual Durkheim y Goffman, y muestra sus diferencias.
El programa durkheimiano de una investigación rigurosa sobre la materialidad
de las ceremonias requiere de instrumentos de análisis de la
comunicación verbal y no verbal (intercambio de miradas, interpretación de
señales de alarma y amenazas, etc.) que el análisis de la conversación y la
etnografía de la comunicación han desarrollado para el estudio de
situaciones ordinarias cara a cara.Normas de conjunción y vida pública
Para Isaac, la etología aporta nuevas ideas a la sociología
porque los grupos sociales que estudia tienen la particularidad de que sus
miembros permanecen en el campo de la percepción mutua. Llevado a la
sociología, éste especifica un orden de la vida pública a través de los ritos
positivos o confirmativos cotidianos, como los saludos. Es que la copresencia
en los espacios públicos determina una serie de pequeñas veneraciones
comunes que constituyen una suerte de religión cotidiana contemporánea.
La circulación de transeúntes, por ejemplo, puede ser
descripta como una sucesión de arreglos de visibilidad completamente
ritualizados. El orden de la vida pública es, así, el orden del
acomodamiento. Éste es un principio
del orden espacial de circulación en el que la fluidez está asegurada
por una suerte de negociación y disuasión cooperativa.
El principio del acomodamiento se refleja en esta doble
dimensión del orden público: orden de circulación y de justificación,
que intenta "despejar la vía pública" para no crear problemas. Isaac
señala que este principio consiste más en contener los desbordes que en
controlar la ejecución de una regla.
El valor de la imagen: la calle y la conversación
Isaac
propone pensar los ritos como dispositivos de socialización y de figuración.
La cortesía y otros ritos de protección de la imagen son disposiciones
interaccionales preventivas contra un posible descrédito. Este es el principio
de la ofensa virtual, o de la "ficción diplomática".
Inscripta en
la tradición pragmatista norteamericana, la microsociología abandona la masa
(analizada por Durkheim) sin dejar los lugares públicos ("la
calle"), dado que constituyen el terreno perfecto para la observación
etológica y etnográfica de los rituales cotidianos, como la conversación
cara a cara y otras formas intermedias de socialización.
Convenciones
Del mismo modo que en una conversación, los participantes
de los encuentros son siempre activos, aún cuando no hablen. Los agentes
coordinan las actividades de forma conjunta para que transcurran sin
molestias para ellos. Es así que en las calles de las ciudades, las personas
que no se conocen se manifiestan en todo momento una confianza recíproca.
Cada parte piensa que existe un acuerdo tácito sobre
la forma de solucionar las cosas y que la otra piensa lo mismo. Estas son las condiciones
estructurales de la convención. La coordinación conjunta de las
actividades no sería posible sin esta "consideración" mínima en
relación con el transeúnte copresente.
La copresencia
en un espacio de visibilidad mutua reposa sobre intercambios recíprocos que
permiten observar toda la paleta convencional de acuerdos, arreglos y
reservas inherentes a la organización de los usos del espacio público.
Isaac señala que los transeúntes utilizan, tal como lo hacen los monos, un lenguaje
corporal ("lenguaje de la calle") para moverse por el espacio de
visibilidad mutua.
La arena simbólica
En estos párrafos Isaac retoma los estudios de Labov que
distinguen los insultos rituales de los insultos personales en
los jóvenes negros norteamericanos. A diferencia de lo que acontece con un
insulto personal, el insulto ritual no es seguido de una excusa, sino de
un nuevo insulto que, a su vez, llama a uno nuevo.
Este relanzamiento refleja la competencia de los
interlocutores y el hecho de que han comprendido el nudo lúdico de lo
que dicen. Lo importante para los participantes es que la palabra circule y el juego
continúe. Los insultos son siempre proferidos para ser evaluados por un público
real o imaginario. Es delante de testigos que se hace la clausura
de la arena simbólica.
Esta conducta, así como todas las que investiga el
etnógrafo del orden público, están dirigidas de acuerdo a normas que no
se aplican de la misma manera según los contextos. El estudio de los
ritos debe llevarse a cabo paralelamente al de la microecología de las
interacciones.
Así, pues,
habrá que estar atento tanto a las disposiciones interaccionales como a
los entornos en los cuales se despliega el lenguaje corporal de los
participantes. En otras palabras, interpretar las huellas del orden
simbólico puestas en funcionamiento en una situación. Es esto lo que la
etología y la microsociología aportaron a la sociología estructural.
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