13.5.13

Arzeno / Contursi - La comunicación de la identidad

Los docentes Arzeno y Contursi se proponen enfocar dos problemáticas relacionadas con la materia: la tensión entre el enfoque científico que considera la identidad como una construcción y la mirada de los actores que la experimentan como una esencia; y la relación entre procesos identitarios y procesos comunicacionales.


Identidad como construcción y como esencia

            Ciertos conceptos como el status de Weber, las representaciones colectivas, la solidaridad mecánica y orgánica de Durkheim, el imaginario de Sartre y la noción marxista de clase permitieron reflexionar sobre el modo en que las personas se agrupan en colectivos.
            Las primeras concepciones de la identidad, como la de Herder, eran esencialistas porque la ligaban a una esencia inmutable, como las tradiciones, la lengua, etc. No obstante esta visión ontológica, la identidad pudo ser descripta.
            Ortiz rompe con ese enfoque esencialista y plantea que la identidad es “una construcción simbólica que se hace en relación con un referente”. Esos referentes, en verdad, son múltiples: nación, etnia, color, género, etc., y funcionan como marcos de procesos históricos para facilitar la construcción de la identidad.
            Para los docentes, la identidad no es conscientemente vivida como una construcción. Inmediatamente ilustran esto con un ejemplo de un taxista que preveía una guerra civil porque al argentino le gusta “lo trucho”.
            Esta definición esencialista del “ser nacional”, según los docentes, funcionaría como respuesta al tradicional discurso del Estado nacional que reivindicaba para la identidad argentina una serie de rasgos que la diferenciaban del resto de la “atrasada” América Latina.
            A esta identidad construida “desde arriba” (desde el Estado) se oponía, en el sentido común del taxista, una identidad construida “desde abajo”. A su vez, “la viveza criolla”, valorada positivamente en los discursos populares como estrategia para sortear la miseria, entra hoy en tensión con el sentido de “lo trucho”.
            Sin embargo, no todos los sectores sociales tienen la misma relación con los discursos oficiales. Por eso, como plantea Ortiz, “no tiene sentido la búsqueda de la existencia de ‘una’ identidad; sería más correcto pensarla a partir de su interacción con otras identidades, construidas según otros puntos de vista”.
            La oposición “viveza criolla”/“trucho” se explica por el “fracaso” del proyecto político que estalló en 2001 y se sostiene por nuevas valoraciones basadas en la experiencia cotidiana.
            En contraposición, la ciencia estudia la identidad como una construcción. El proceso de adscripción a una identidad se analiza a través de las materialidades discursivas.


Comunicación e identidad
            Mientras que el objeto de estudio de la etnografía es la cultura, el de las ciencias de la comunicación es el modo de representación (directa o mediatizada) de las culturas, las identidades y las relaciones sociales.
            Estas representaciones son materializadas en discursos. El sentido es vehiculizado en un cierto contexto sociocultural. Debido a que la perspectiva discursiva articula los textos con sus condiciones de producción, el análisis del discurso es la herramienta más útil para aprehender el sentido que esos textos pusieron en circulación.
            La perspectiva discursiva analiza los modos de ordenamiento en marcos comunicativos particulares. Las valoraciones ideológicas compiten por imponer su propio sistema de categorización a través de las materialidades discursivas.
            Así, los discursos producidos desde posicionamientos institucionales hegemónicos (desde arriba) entran en lucha ideológica con los discursos construidos desde abajo, es decir, por los sujetos comunes en la vida cotidiana.
            Por lo general, las propiedades que las instituciones dominantes certifican para nombrar a las personas responden a operaciones de categorización que terminan por imponerse en el sentido común.
            De esta manera, la construcción discursiva de la identidad desde arriba es un intento por construir objetivamente la identidad social de ciertas personas. Si bien no hay un “discurso de los medios”, éstos son herramientas que vehiculizan las representaciones hegemónicas y garantizan su circulación masiva, de allí su poder.
            Los docentes definen la construcción de la identidad desde abajo como procesos identitarios de adscripción para diferenciarlos de los procesos identificatorios desde arriba. Pero subrayan que estos procesos son simultáneos y en ciertos contextos están en lucha.
            El resultado de esa tensión es un nuevo discurso que borra sus condiciones de producción y cristaliza nuevas identidades en situaciones de desigualdad, pero que se muestran como naturalmente inevitables.

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