1) Sintetizar las críticas
realizadas al concepto de comunicación alternativa.
Desde el interior de las izquierdas oficiales como
desde los grupos contestatarios en los países de Europa, se ha venido gestando
un término impreciso: medios
alternativos.
Bajo este rubro se ha agrupado a los medios de información o
difusión distintos a los de la policia oficial, proletarios , sindicales y
obreros; pertenecientes a los partidos de izquierda o a los de oposición;
artesanales y políticamente críticos del sistema capitalista y la sociedad
burguesa; clandestinos o subterráneos; la agitprop.
El término alternativo implica opción entre una cosa u
otra; algo distinto del común, del sistema oficial, normal, de la clase
dominante; opuesto a la ideología.
El autor sostiene que la noción de medio alternativo
es poco feliz y simplemente explicaría la necesidad de las izquierdas oficiales
y las clandestinas, de poseer elementos de información en su lucha contra lo
establecido y abrigaría la esperanza de llegar a situaciones de poder paralelo
en que se produjera el equilibrio de tantos periódicos, revistas, radios y
canales frente otra cantidad parecida de canales, radios, revistas y
periódicos, lo que de ninguna manera daría paso a situaciones revolucionarias.
Sostiene, además, que el papel y el poder del medio
alternativo se ha exagerado mucho; se le atribuyen fuerzas de penetración que
no tiene y una influencia casi mágica
2) ¿Por qué habla del “mito de
las izquierdas”?
El autor sostiene que los medios alternativos
constituyen casi una suerte de mito de las izquierdas, sobre todo frente a las
transnacionales de la comunicación-información y al efecto recuperación con que
las clases hegemónicas ponen a su servicio los mensajes que cuestionan. El
débil izquierdista piensa que comprar una revista que nadie lee, es hacer
efecticvamente la revolución
3) Sistematizar los elementos
que definen y diferencian a la Contrainformación de la comunicación alternativa
La discusión sobre los medios alternativos y la
contrainformación requiere tres aclaraciones previas: 1)el concepto de ruido;
2)la diferencia entre información y comunicación; y 3)la situación histórico
política en la que surgen los medios llamados alternativos y la
contrainformación.
1) El concepto de ruido hace
referencia a que en un esquema elemental de transmisión de información, de un
transmisor a un receptor, no toda la energía enviada por el transmisor llega al
receptor: Existe una leve pérdida, y ésta se denomina “ruido”; no sólo se
refiere a sonidos o defectos acústicos sino a cualquier interferencia. Tal
concepto es muy importante para darles valoración a los medios alternativos,
que muchas veces no son otra cosa que un simple ruido entre el Transmisor de
los grupos dominantes y el Receptor constituido por los dominados.
2) La diferencia entre c
omunicación e información es importante para entender que la contrainformación
es una información contraria a la emitida por el sístema. Implica que lo que el
sístema vehicula a través de la radio, el cine, la televisión, la música
gráfica y la prensa, es mera información y no comunicación. Implica, además,
que la información controla, domina, manipula, informa, conforma y deforma al
receptor a quien obliga a recibir el mensaje dominante como el verdadero y el
único, eliminando la posibilidad de otros mensajes contrarios.
El término información
señala la vehiculización de un mensaje en una sóla dirección. En esta relación
informativa, en el sentido comunicativo (de trasmisor a receptor), no tiene
importancia el contenido del mensaje emitido; lo que interesa es que sean
claros y que gasten la menor energía poisble.
3) La teorización de la
cultura alternativa emana de las situaciones que se produjeron durante 1968 en
Europa, EUA, Asia y América Latina. La primera tentativa de definición de la
contrainformación apareció en Il Manifesto en 1971; según ella la
contrainformación sería una información que se realiza a espaldas de la
información normal. Se refiere a una interpretación política de mensaje
oficial. Lotta Continua, por ejemplo, plantea que el nivel prioritario de su
lucha es el nivel del análisis político general, articulado en los términos de
un análisis de clase. En un segundo nivel se refiere a la contrainformación
sistemática, políticamente orientada y vinculada a la dirección y el desarrollo
del movimiento de clase, es decir nunca entregada al capricho del frenesí
periodístico sino siempre anclada a
puntos de referencia generales, a los principios políticos.
Es preciso recuperar
iniciativas contrainformativas y aplicarlas dentro de la política de masas que
asuma la información oficial, la información del sistema, y le dé vuelta. Esto
es lo que diferencia a la contrainformación de los llamados medios
alternativos. Un medio alternativo consituye lo que se llama “ruido” ya que
simplemente anuncia el mensaje normal que recibimos a través de los aparatos
ideológicos del Estado. Algunas veces estos medios alternativos satisfacen
apenas un sentimiento del deber cumplido de sus propagadores y apenas
constituyen un factor entrópico.
Privilegiar el medio
alternativo en detrimento del arma contrainformativa constituye uno de los
vicios que la izquierda debe superar en su práxis política.
MANGONE – Qué hay de nuevo viejo (2005)
La
alternatividad no pudo escapar al desplazamiento culturalista de los años 80,
en el marco de derrotas políticas e ideológicas fue influido por flujos
discursivos posmodernos que pusieron en el centro la diferencia cultural por
sobre la desigualdad social. Se perdió de vista entonces que la comunicación
alternativa nació por las desigualdades.
Con
respecto a la cuestión del Estado en la intervención alternativa, en los años
60 y 70 la existencia de dictaduras y de proyectos nacionalistas producía
ambivalencias en torno a recostarse en el Estado para producir comunicación
alternativa. Se sistematizaban dos líneas de comunicación A: una enfrentada a
lo transnacional y otra en oposición a las censuras ideológicas del Estado. El
problema se planteaba cuando la transición democrática desorienta el rumbo de
los proyectos alternativos. El Estado empieza a ser percibido como una
referencia no solo de protección legislativa sino de fomento de prácticas
culturales. En los 80, el Estado atacado por el discurso dominante empieza a
ser apremiado por los movimientos sociales. Para cierta alternatividad, el
fracaso de las políticas nacionales de comunicación era su propio fracaso.
Ayuda a este proceso también, las políticas de descentralización de la gestión
estatal en educación y la entrada de las ONGs y fundaciones que resultan el
nuevo paraguas para intentos que quieren pasar por alternativos.
En
los 80 comienza a revalorizarse el aspecto cultural de las clases.
Históricamente las clases tuvieron que organizarse como estructuras, como una
organización rígida. Frente a esas estructuras apareció la noción de movimiento, todo lo que no quería
aparecer como rígido aparecía como movimiento, que no era algo histórico sino
concreto. Se pueden rastrear los desplazamientos con respecto al tema de los
movimientos sociales. Del optimismo inicial de Barbero (en De
los medios a las mediaciones) sustentado en su crítica al concepto de masa
y de clase marxista, que se plasma también en la postura de García Canclini en Culturas híbridas, comienza un camino de
revalorizar los movimientos sociales hasta llegar a Consumidores y ciudadanos en donde les da carta de ciudadanía
mercantil.
Las
tensiones siempre vigentes entre verticalidad y horizontalidad, movimiento y
estructura, base y dirección, reponen el programa anarquista para justificar
algunas definiciones. El nuevo lugar de la expresividad artística por sobre las
definiciones políticas en las prácticas alternativas actuales se relaciona
cómodamente con el anarquismo individualista no confrontativo que difunden los
medios de comunicación de masas.
Una
posible consecuencia de la falta de articulación de los conflictos (supuesta
función de la alternatividad) se puede ver en la reducción de la política a
simples alianzas tácticas, conyunturales y puntuales, sin foco estratégico.
Con
respecto al concepto de vanguardia Grinberg las asimilaba a una nueva y
perniciosa forma de conductismo dejando abierta la puerta a lo que ocurrió
después con la revisión de la tarea de la vanguardia en la clave de los
movimientos sociales de los 80 y de los autónomos de los 90. Los nuevos sujetos
de comunicación alternativa no eran ya los cuadros marxistas y cristianos
formados al calor de las luchas de liberación de los 60 sino jóvenes urbanos
que tomaban más en cuenta algunas formas de vanguardias artísticas en
detrimento de los gestos históricos y tradicionales de la vanguardia política.
Esta tensión entre vanguardia artística y política, se instalan desplazamientos
conceptuales como el de alternativo a alterativo y de éste a ciudadano o
comunitario. Se acentúa el origen social pequeño burgués de los participantes
en las propuestas alternativas así como el afán profesionalizador con el que se
toma la iniciativa. Las dos vanguardias sufrieron desgastes, una por su
incorporación veloz y oportunista a la industria cultural, la otra por el
desprestigio que la teoría política le imprimió en la transición democrática en
América latina.
La
intervención alternativa está atravesada actualmente por una serie de tensiones
y desplazamientos que podrían resumirse en la crisis del concepto de
vanguardia, en su relación con el Estado y con todo tipo de organizaciones, en
su inscripción en políticas culturales más abarcadoras y en la crisis de
estrategia política de los sujetos sociales involucrados en las prácticas. Una
definición más relacional de lo alternativo nos hace reflexionar sobre la
necesidad de una tarea alternativa que suture y no fragmente, que articule, que
vuelva al plano de lo social y de la lucha por la igualdad. La claridad de
objetivos de la vanguardia del Estado mayor del capitalismo mundial nos puede
ayudar a reflexionar sobre la alternatividad actual.
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