13.5.13

Cassigoli Perea – Contrainformación y medios alternativos

1)      Sintetizar las críticas realizadas al concepto de comunicación alternativa.
Desde el interior de las izquierdas oficiales como desde los grupos contestatarios en los países de Europa, se ha venido gestando un  término impreciso: medios alternativos.
Bajo este rubro se ha agrupado a los medios de información o difusión distintos a los de la policia oficial, proletarios , sindicales y obreros; pertenecientes a los partidos de izquierda o a los de oposición; artesanales y políticamente críticos del sistema capitalista y la sociedad burguesa; clandestinos o subterráneos; la agitprop.
El término alternativo implica opción entre una cosa u otra; algo distinto del común, del sistema oficial, normal, de la clase dominante; opuesto a la ideología.
El autor sostiene que la noción de medio alternativo es poco feliz y simplemente explicaría la necesidad de las izquierdas oficiales y las clandestinas, de poseer elementos de información en su lucha contra lo establecido y abrigaría la esperanza de llegar a situaciones de poder paralelo en que se produjera el equilibrio de tantos periódicos, revistas, radios y canales frente otra cantidad parecida de canales, radios, revistas y periódicos, lo que de ninguna manera daría paso a situaciones revolucionarias.
Sostiene, además, que el papel y el poder del medio alternativo se ha exagerado mucho; se le atribuyen fuerzas de penetración que no tiene y una influencia casi mágica
2)      ¿Por qué habla del “mito de las izquierdas”?
El autor sostiene que los medios alternativos constituyen casi una suerte de mito de las izquierdas, sobre todo frente a las transnacionales de la comunicación-información y al efecto recuperación con que las clases hegemónicas ponen a su servicio los mensajes que cuestionan. El débil izquierdista piensa que comprar una revista que nadie lee, es hacer efecticvamente la revolución
3)      Sistematizar los elementos que definen y diferencian a la Contrainformación de la comunicación alternativa
La discusión sobre los medios alternativos y la contrainformación requiere tres aclaraciones previas: 1)el concepto de ruido; 2)la diferencia entre información y comunicación; y 3)la situación histórico política en la que surgen los medios llamados alternativos y la contrainformación.
1)      El concepto de ruido hace referencia a que en un esquema elemental de transmisión de información, de un transmisor a un receptor, no toda la energía enviada por el transmisor llega al receptor: Existe una leve pérdida, y ésta se denomina “ruido”; no sólo se refiere a sonidos o defectos acústicos sino a cualquier interferencia. Tal concepto es muy importante para darles valoración a los medios alternativos, que muchas veces no son otra cosa que un simple ruido entre el Transmisor de los grupos dominantes y el Receptor constituido por los dominados.
2)      La diferencia entre c omunicación e información es importante para entender que la contrainformación es una información contraria a la emitida por el sístema. Implica que lo que el sístema vehicula a través de la radio, el cine, la televisión, la música gráfica y la prensa, es mera información y no comunicación. Implica, además, que la información controla, domina, manipula, informa, conforma y deforma al receptor a quien obliga a recibir el mensaje dominante como el verdadero y el único, eliminando la posibilidad de otros mensajes contrarios.
El término información señala la vehiculización de un mensaje en una sóla dirección. En esta relación informativa, en el sentido comunicativo (de trasmisor a receptor), no tiene importancia el contenido del mensaje emitido; lo que interesa es que sean claros y que gasten la menor energía poisble.
3)      La teorización de la cultura alternativa emana de las situaciones que se produjeron durante 1968 en Europa, EUA, Asia y América Latina. La primera tentativa de definición de la contrainformación apareció en Il Manifesto en 1971; según ella la contrainformación sería una información que se realiza a espaldas de la información normal. Se refiere a una interpretación política de mensaje oficial. Lotta Continua, por ejemplo, plantea que el nivel prioritario de su lucha es el nivel del análisis político general, articulado en los términos de un análisis de clase. En un segundo nivel se refiere a la contrainformación sistemática, políticamente orientada y vinculada a la dirección y el desarrollo del movimiento de clase, es decir nunca entregada al capricho del frenesí periodístico sino siempre anclada a  puntos de referencia generales, a los principios políticos.
Es preciso recuperar iniciativas contrainformativas y aplicarlas dentro de la política de masas que asuma la información oficial, la información del sistema, y le dé vuelta. Esto es lo que diferencia a la contrainformación de los llamados medios alternativos. Un medio alternativo consituye lo que se llama “ruido” ya que simplemente anuncia el mensaje normal que recibimos a través de los aparatos ideológicos del Estado. Algunas veces estos medios alternativos satisfacen apenas un sentimiento del deber cumplido de sus propagadores y apenas constituyen un factor entrópico.
Privilegiar el medio alternativo en detrimento del arma contrainformativa constituye uno de los vicios que la izquierda debe superar en su práxis política.


MANGONE – Qué hay de nuevo viejo (2005)

La alternatividad no pudo escapar al desplazamiento culturalista de los años 80, en el marco de derrotas políticas e ideológicas fue influido por flujos discursivos posmodernos que pusieron en el centro la diferencia cultural por sobre la desigualdad social. Se perdió de vista entonces que la comunicación alternativa nació por las desigualdades.
Con respecto a la cuestión del Estado en la intervención alternativa, en los años 60 y 70 la existencia de dictaduras y de proyectos nacionalistas producía ambivalencias en torno a recostarse en el Estado para producir comunicación alternativa. Se sistematizaban dos líneas de comunicación A: una enfrentada a lo transnacional y otra en oposición a las censuras ideológicas del Estado. El problema se planteaba cuando la transición democrática desorienta el rumbo de los proyectos alternativos. El Estado empieza a ser percibido como una referencia no solo de protección legislativa sino de fomento de prácticas culturales. En los 80, el Estado atacado por el discurso dominante empieza a ser apremiado por los movimientos sociales. Para cierta alternatividad, el fracaso de las políticas nacionales de comunicación era su propio fracaso. Ayuda a este proceso también, las políticas de descentralización de la gestión estatal en educación y la entrada de las ONGs y fundaciones que resultan el nuevo paraguas para intentos que quieren pasar por alternativos.
En los 80 comienza a revalorizarse el aspecto cultural de las clases. Históricamente las clases tuvieron que organizarse como estructuras, como una organización rígida. Frente a esas estructuras apareció la noción de movimiento, todo lo que no quería aparecer como rígido aparecía como movimiento, que no era algo histórico sino concreto. Se pueden rastrear los desplazamientos con respecto al tema de los movimientos sociales. Del optimismo inicial de Barbero  (en De los medios a las mediaciones) sustentado en su crítica al concepto de masa y de clase marxista, que se plasma también en la postura de García Canclini en Culturas híbridas, comienza un camino de revalorizar los movimientos sociales hasta llegar a Consumidores y ciudadanos en donde les da carta de ciudadanía mercantil.
Las tensiones siempre vigentes entre verticalidad y horizontalidad, movimiento y estructura, base y dirección, reponen el programa anarquista para justificar algunas definiciones. El nuevo lugar de la expresividad artística por sobre las definiciones políticas en las prácticas alternativas actuales se relaciona cómodamente con el anarquismo individualista no confrontativo que difunden los medios de comunicación de masas.
Una posible consecuencia de la falta de articulación de los conflictos (supuesta función de la alternatividad) se puede ver en la reducción de la política a simples alianzas tácticas, conyunturales y puntuales, sin foco estratégico.
Con respecto al concepto de vanguardia Grinberg las asimilaba a una nueva y perniciosa forma de conductismo dejando abierta la puerta a lo que ocurrió después con la revisión de la tarea de la vanguardia en la clave de los movimientos sociales de los 80 y de los autónomos de los 90. Los nuevos sujetos de comunicación alternativa no eran ya los cuadros marxistas y cristianos formados al calor de las luchas de liberación de los 60 sino jóvenes urbanos que tomaban más en cuenta algunas formas de vanguardias artísticas en detrimento de los gestos históricos y tradicionales de la vanguardia política. Esta tensión entre vanguardia artística y política, se instalan desplazamientos conceptuales como el de alternativo a alterativo y de éste a ciudadano o comunitario. Se acentúa el origen social pequeño burgués de los participantes en las propuestas alternativas así como el afán profesionalizador con el que se toma la iniciativa. Las dos vanguardias sufrieron desgastes, una por su incorporación veloz y oportunista a la industria cultural, la otra por el desprestigio que la teoría política le imprimió en la transición democrática en América latina. 
La intervención alternativa está atravesada actualmente por una serie de tensiones y desplazamientos que podrían resumirse en la crisis del concepto de vanguardia, en su relación con el Estado y con todo tipo de organizaciones, en su inscripción en políticas culturales más abarcadoras y en la crisis de estrategia política de los sujetos sociales involucrados en las prácticas. Una definición más relacional de lo alternativo nos hace reflexionar sobre la necesidad de una tarea alternativa que suture y no fragmente, que articule, que vuelva al plano de lo social y de la lucha por la igualdad. La claridad de objetivos de la vanguardia del Estado mayor del capitalismo mundial nos puede ayudar a reflexionar sobre la alternatividad actual.

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