La relación entre
la antropología y los estudios comunicacionales y/o semiológicos (que no se
deben superponer con los estudios de los medios) está produciendo una explosión
de trabajos de investigación. Esto forma parte de un proceso mayor, común a
varios campos de investigación; pero también a la relación con la política
(necesidad de recurrir a diversos saberes para explicar las complejidades de la
crisis contemporánea). Pero en parte,
este proceso es también producto de la reacomodación y crisis del campo
intelectual y del mercado académico.
Esto dio lugar a
una de las mayores discusiones sobre la “institucionalización de los estudios
culturales”; estos al perder su condición “border” entre lo académico y lo
político, pueden perder su densidad crítica, su autonomía y transformarse en
buenos “instrumentos”.
Micro/macro: un falso binarismo
Si bien lo micro es
un dispositivo fundamental en la elaboración de hipótesis y conjeturas, puede
transformase en una coartada cuando no es acompañado por lecturas del mismo
objeto desde otras escalas. Por otra parte, los análisis exhaustivos que
avanzan sobre un hecho real, bien pueden transformarse en servicios de control
social adecuados más que a la “seguridad nacional”.
El binarismo
micro/macro es falso. Un mismo objeto puede estudiarse desde diversas escalas y
cada una nos presentará problemas específicos y no contradictorios con los
otros niveles. El problema es cuando no se produce el enganche entre las
visiones micro y macro; parece que trabajar en varias pistas a la vez, todavía
produce angustias e inseguridades.
De cómo la reina Victoria aportó al tercemundismo
Es necesario
entender la cultura no sólo como “bellas artes” sino también como el conjunto
de creencias, hábitos, destrezas y vida cotidiana. Depende de cómo sea
utilizado en concepto de cultura en las investigaciones, que su aporte sea
represivo o transformador. Por eso es peligro que los estudios culturales se
desenganchen del compromiso político macro. No se puede seguir avanzando en la
problemática multicultural, muchas veces híperdesagregada, sin tener en cuenta
que su origen está en las migraciones y que éstas, a su vez, son el producto de
las nuevas estrategias de los poderes que han hecho que la brecha entre ricos y
pobres haya llegado a los extremos que se encuentran actualmente.
Estudiamos los
medios no por “integrados” sino para analizar, sin prejuicios, los usos que se
hacían de ellos las diferentes clases sociales; de la misma manera, hoy
atendemos las nuevas ofertas y segmentaciones, los conflictos que se generan
entre poder y medios, la concentración de los medios, el rol que juegan en el
debilitamiento entre lo público y lo privado, el avance sobre la privacidad, la
crisis de la utopía de la aldea global y la cibernética y los enormes avances y
peligros de las nuevas tecnologías.
Dónde estoy, dónde me pongo
Problema: la
auto-observación, la pérdida de ingenuidad ante el lenguaje, la decisión sobre
qué hay que hablar e investigar y cómo intervenir en la sociedad para no quedar
encerrado en la propia retórica.
-Bateson descubrió
que nos comunicamos en diversos niveles a la vez, que “metacomunicamos” y que
estos niveles pueden entrar en colisión entre sí generando paradojas.
-Geertz dijo que ya
no se puede ser ingenuo ante las trampas del lenguaje.
No hay duda que fue
necesario hiper-observar el lenguaje o los lenguajes, las formas en que
hablábamos de los hechos o los construíamos, para poder avanzar en la comunicación
y el conocimiento. Pero a esta altura no es necesario que todo cierre para
intervenir en la vida social; el análisis cultural no es sólo un divertimento,
no hay que perder contacto con los problemas de la sociedad. La teoría de los
teóricos de la cibernética o de la Aldea
Global de que la comunicación iba a armonizar el mundo no fue más que una
utopía; hoy cada pueblito tiene una antena parabólica pero los conflictos son
más violentos que nunca.
Los hechos
Los investigadores
de América Latina realizaron innumerables trabajos sobre la transición a la
democracia; sin embargo, poco aportaron a la explicación del por qué mientras
nos democratizamos, más nos empobrecemos y endeudamos, más retroceden las
instituciones básicas.
Por momentos y
especialmente en Argentina, pareciera que frente a los enormes desafíos que nos
plantea la cultura contemporánea, nuestra respuesta es light, desactualizada,
retórica, indiferente, nostálgica y provinciana. Y esto no sucede sólo por
razones presupuestarias, cuando Rodolfo Walsh descifró en Cuba los cables
secretos de Idígoras Fuentes al Departamento de Estado de EE.UU. lo hizo a
solas y sin recursos. Era sólo Walsh, que pensaba simultáneamente la
comunicación, la cultura y la política, que manejaba la honda de David: una
destreza sencilla y al alcance de todos.
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