Los
participantes de una u otra esfera de la praxis humana hacen uso de la lengua a
través de enunciados concretos, singulares, orales y escritos. Cada esfera del
uso de la lengua elabora sus tipos relativamente estables de enunciados,
que se llaman géneros discursivos.
Así,
las distintas clases de géneros discursivos varían de acuerdo a la esfera de la
praxis. Los géneros más simples (primarios) son seguidos por otros surgidos en condiciones
de la comunicación cultural más compleja. Entre estos géneros secundarios
(ideológicos) están las novelas, las investigaciones científicas, etc.
La
correlación entre los géneros primarios y secundarios y el proceso de formación
histórica de éstos, proyectan luz sobre la relación mutua entre el lenguaje
y la ideología.
Una
función y unas condiciones específicas para cada esfera de la comunicación
discursiva conforman determinados géneros, con unos
tipos temáticos y estilísticos de enunciados relativamente estables.
Concepción
dialógica de la comunicación discursiva
El
lenguaje participa en la vida a través de enunciados concretos que lo realizan.
El límite del enunciado está dado por el cambio de los sujetos discursivos,
es decir, por la alternación de los hablantes.
Aunque
no siempre tenga lugar una respuesta inmediata o en voz alta, siempre un
enunciado está inserto en la cadena de la comunicación discursiva. El
hablante no es un Adán bíblico que debe poner nombres a objetos vírgenes.
Cada
enunciado refleja otros enunciados dirigidos siempre a alguien. Por eso, cada
enunciado debe ser siempre analizado como respuesta a los enunciados
anteriores de una esfera dada.
A
diferencia de las oraciones, que carecen de carácter destinado, cada
enunciado es elaborado por un autor para un destinatario determinado, que puede
ser un enemigo, un partidario, un contemporáneo o no. El tipo de destinatario
(interlocutor) estará determinado por la esfera de la praxis humana a la que se
refiere el enunciado.
Por
eso, el enunciado no sólo se relaciona con los eslabones anteriores en la
cadena de la comunicación discursiva, sino también con los eslabones
posteriores: el hablante espera desde el principio la contestación de
sus enunciados.
El
enunciado como materialización de la intención discursiva
Cada
enunciado se relaciona con un contexto particular y va a ocupar una determinada
posición en la esfera de la praxis humana. Las oraciones de la lengua, en
cambio, no son analizadas en relación con su realidad extraverbal
(contexto). Es por eso que podemos comprender las oraciones pero no podemos
adoptar una postura de respuesta.
Al ser insertado en la cadena de la
comunicación discursiva, todo enunciado refleja el compromiso que adopta el
hablante dentro de cierta esfera de sentidos. Éste determinará la selección
de ciertos recursos lingüísticos y del género discursivo.
Dado
que ningún enunciado es neutral sino que manifiesta la intención discursiva del
hablante, hay que vincular los recursos léxicos, morfológicos y sintácticos
seleccionados con la realidad extraverbal de ese enunciado. El uso de
ciertas palabras responde siempre a un contexto particular.
La
libre intención discursiva del hablante dispone de las formas obligatorias de la
lengua nacional y de las formas obligatorias discursivas. Los géneros
discursivos no son creados por él sino que le son dados.
Por
eso, un enunciado aislado no puede ser considerado como una combinación
absolutamente libre de formas lingüísticas. Los géneros discursivos son formas
normativas de enunciados.
Para
que el hablante pueda materializar su intencionalidad en un enunciado
concreto, requiere de determinados recursos léxicos, morfológicos y
sintácticos que pueden insumirle una o varias oraciones. No va ensartando
palabras, una tras otra, sino que va rellenando un todo con palabras
necesarias.
Así,
debido a que un enunciado es un eslabón en la cadena de la comunicación verbal,
el contenido semántico referencial (tema) dependerá de su lugar en relación
con otros enunciados, mientras que el tema de una oración es independiente de
tales factores contextuales.
Saussure
vs Bajtín
Dado
que Bajtín está interesado en estudiar el proceso de la comunicación
discursiva, y puesto que analiza la comunicación como un diálogo entre por
lo menos dos personas, rompe con toda la tradicional lingüística saussureana.
¿Qué
lo impulsa a estudiar el proceso real de la comunicación discursiva si, desde
Saussure, estaba instalada la opinión de que “el habla”, esto es: el uso
de la lengua en una situación particular, era un fenómeno individual,
contingente y caótico y por tanto no analizable científicamente?
Bajtín
advierte que, en los procesos de comunicación discursiva real, los enunciados
tienen similitudes importantes, sobre todo aquellos que se producen en una
misma “esfera de la actividad humana”, por lo cual se inclinará a pensar que la
“construcción” que de ellos se hace no debe ser totalmente arbitraria ni libre.
La
polifonía del discurso
El
lenguaje es como un conducto que transfiere corpóreamente pensamientos de una
persona a otra. Al escribir y hablar, la gente inserta sus pensamientos o
sentimientos en las palabras. Éstas realizan la transferencia
conteniendo a los pensamientos o sentimientos y conduciéndolos hacia otros.
Bajtin
rechaza la concepción de un "yo" individualista y privado; el
"yo" es esencialmente social. Cada individuo se constituye como un
colectivo de numerosos "yoes" que ha asimilado a lo largo de su vida,
algunos de los cuales provienen del pasado; estos "yoes" se
encuentran en los lenguajes, las "voces" habladas por otros y que
pertenecen a fuentes distintas (ciencia, arte, religión, clase, etc.).
Estas
"voces" no son sólo palabras sino un conjunto interrelacionado de
creencias y normas denominado "ideología". Nunca estaremos por
fuera de la ideología porque "hablamos con nuestra ideología, nuestra
colección de lenguajes, de palabras cargadas con valores".
Por
lo tanto, es el sujeto social quien produce un texto que es, justamente, el
espacio de cruce entre los sistemas ideológicos y el sistema lingüístico.
Discurso
"autoritario" vs "internamente persuasivo"
Como
ejemplos de textos autoritarios, Bajtín citó textos religiosos, políticos y
morales, así como también "la palabra de un padre, o de adultos, maestros,
etc.". Como señaló Bajtín, el discurso autoritario no puede ser
representado, sólo es transmitido.
La
palabra internamente persuasiva es en parte nuestra y en parte de otro,
y permite la interanimación dialógica. Su creatividad y productividad consisten
precisamente en que tal palabra despierta palabras nuevas e independientes,
organiza un conjunto de nuestras palabras interiores, y no permanece en
condición estática y aislada.
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