El habitus lingüístico
se distingue de la competencia (competente)
de Chomsky (capacidad de generar oraciones gramaticalmente correctas) porque es
producto de las condiciones sociales y porque no es simple producción de
discurso sino producción de un discurso que se ajusta a una situación, o más
bien un mercado o un campo.
¿Qué es “hablar bien”? Es la capacidad de
presentar un enunciado adecuado a una situación = adecuar un discurso a una
situación. La noción de situación
fue utilizada para cuestionar los supuestos del modelo saussuriano, en el cual
el habla (performance en Chomsky) se
reduce a un acto de ejecución. La noción de situación nos recuerda que existe una lógica específica de
la ejecución, que lo que pasa ahí no se puede deducir de simple conocimiento de
la competente o competencia. Entonces
el discurso debe tener una aceptabilidad, la cual supone la conformidad de las
palabras, y para llegar a ella no sólo en necesario conocer las reglas
inmanentes de la lengua (la gramática),
sino las reglas inmanentes a una “situación”, o más bien a un determinado mercado lingüístico.
¿Qué es este mercado
lingüístico?
à Concretamente: es un campo,
una situación social determinada, histórica, más o menos, oficial y
ritualizada, un conjunto de interlocutores que se sitúan más o menos elevados
en la jerarquía social, que evalúan, valoran, y orientan inconscientemente la
producción lingüística.
à En términos abstractos: es un
conjunto de leyes (variables) de formación de los precios de las producciones
lingüísticas.
Bourdieu propone sustituir la noción de competente o competencia por la de capital lingüístico, porque hablar de capital significa que
hay ganancias lingüísticas. Ej: en París, en cuanto alguien que ha nacido en el
7º distrito abre la boca, recibe una ganancia lingüística, porque la naturaleza
misma de se lenguaje indica que está autorizado a hablar, no importa lo que
diga.
El capital lingüístico
es el poder sobre los mecanismos de formación de los precios lingüísticos, el
poder para hacer que funcionen en su propio provecho las leyes de formación de
los precios y así recoger la plusvalía específica. Todas las interacciones
lingüísticas son tipos de micromercados que están siempre dominados por las
estructuras globales.
Un capital solo tendrá valor mientras tenga un mercado, es por esto que
la clase que domina procurará defender su capital y dominar en el mercado. Es decir,
las relaciones de fuerza que dominan el mercado provocan que ciertos
productores de productos lingüísticos no sean iguales. Para que haya condescendencia, tiene que
existir una diferencia objetiva. La condescendencia
es la utilización demagógica de una relación de fuerza objetiva, ya que el que
condesciende utiliza la jerarquía para negarla; en el momento en que la niega,
la está explotando. Estos son casos en los que una relación de interacción
dentro de un pequeño grupo deja traslucir bruscamente relaciones de fuerza
trascendentales.
Ejemplo: el alcalde bearnés. Si el francés no fuera una lengua legítima,
dominante (si no hubiera un mercado unificado) que tiene que ser usada en los
actos oficiales, la actitud del alcalde de hablar en bearnés no tendría ningún
efecto emotivo. Lo que pasa con las relaciones
lingüísticas de fuerza es que trascienden la situación, son
irreductibles a las relaciones de interacción tal como se puede captar en la
situación.
Para que se ejerzan los efectos de capital y de dominación lingüística,
es necesario que la mayoría de los locutores estén sometidos a la misma ley de
determinación de los precios de las producciones lingüísticas, esto quiere
decir que hasta el último de los campesinos bearneses es medido objetivamente según
una norma que es la del francés parisino.
En el mercado lingüístico se ejercen formas de dominación que poseen una
lógica específica y, al igual que en cualquier mercado de bienes simbólicos,
existen formas de dominación específica que no se pueden reducir a la
dominación estrictcamente económica.
La situación de encuesta es un lugar donde se actualizan las relaciones
de fuerza lingüísticas y culturales, la dominación cultural. Los miembros de
las clases populares en situación de encuesta, cuando se los interroga por su
cultura, tendían consciente o inconscientemente a seleccionar lo que les
parecía más conforme con la imagen que tenían de la cultura dominante.
Lo que registra la encuesta cultural es una competencia en situación, una competencia para un mercado
particular. Labov descubrió que aquello que se capta con el nombre de “lenguaje
popular” en una encuesta, es el lenguaje popular tal como aparece en una situación de mercado
dominada por los valores dominantes. Hablar con libertad es una forma de hablar
espontáneamente en la situación popular, cuando quedan entre paréntesis las
leyes de mercado. Sin embargo, sería un error pensar decir que es “el verdadero
lenguaje popular” porque no es más verdadero que el lenguaje popular que se
encuentra en un mercado oficial y está trastornado.
La legitimidad lingüística
significa que nadie puede ignorar la ley lingüística. Las leyes de mercado
ejercen un efecto de censura
en aquellos que sólo pueden hablar en situación de lenguaje espontáneo y que
están condenados al silencio en las situaciones oficiales. Cada campo tiene sus
leyes y tiende a censurar las palabras que no van de acuerdo a esas leyes. Ejemplo:
alguien de la clase popular se encuentra ante un famoso intelectual, de facto
se romperá su lenguaje, se callará, estará condenado al mutismo.
La relación de los burgueses con la lengua es desenvuelta, como si
estuvieran en su elemento, como si fuera natural, esto se da porque tienen a
las leyes del mercado de su lado. La experiencia de la desenvoltura es casi
divina. Este sentimiento de ser lo que hay que ser es una de las ganancias
absolutas de los dominantes.
El habitus:
- conjunto de disposiciones
duraderas, adquiridas e interiorizadas en los cuerpos que generan prácticas,
juicios (apreciación de prácticas) y formas de ver la realidad (percepción de
prácticas).
- tiene una impronta poderosamente generadora. (≠ El hábito es algo
mecánico, repetitivo, más reproductivo que productivo)
- las prácticas producidas están disponibles para la clasificación, que
están objetivamente diferenciadas. à Nada
clasifica más a alguien que sus clasificaciones. à implica un sense of one´s place,
pero también un sense of other´s place.
La situación es la condición que permite la realización objetiva del
habitus. Aun así, los ajustes que impone la necesidad de adaptarse a
situaciones nuevas e imprevistas pueden determinar transformaciones duraderas
en el habitus, pero éstas no rebasaran un cierto límite, entre otras razones,
porque el habitus define la percepción de la situación que lo determina.
¿Qué diferencia hay entre un campo
y un aparato?
Campo à sistema competitivo de
relaciones entre posiciones ancladas en cierta forma de poder. Están en lucha
agentes e instituciones, con fuerzas diferentes y según las reglas constitutivas
de este espacio de juego, para apropiarse de las ganancias específicas que
están en este juego. Los que dominan el campo tienen los medios para hacerlo
funcionar en provecho suyo.
La noción de aparato
vuelve a introducir el funcionalismo de lo peor: es una máquina infernal,
programada para lograr ciertos fines.
El sistema escolar, el Estado, la Iglesia o los partidos, no son
aparatos sino campos. Sin embargo, bajo ciertas condiciones, pueden ponerse a
funcionar como aparatos. Un campo se convierte en aparato cuando los dominantes
adquieren los medios para anular la resistencia y las reacciones de los
dominados. Son tales los efectos de dominación que cesan la lucha y la
dialéctica que son constitutivas del campo, recordar que en el campo se dan las
luchas para la apropiación de las ganancias específicas que están en juego.
Según Goffman hay historia mientras hay gente que se rebela, que causa
problemas. Las instituciones totalitarias como la prisión, los asilos, los
campos de concentración, tratan de instituir el fin de la historia. Los
aparatos son un estado de los campos que se puede considerar como patológico.
La dominación lingüística
se da por la creación de este mercado lingüístico. La Real Academia Española es
un ejemplo de academia de lengua que se ha arrogado el poder de definir qué es
hablar bien.
La conformación de un mercado lingüístico es un proceso político que
pretende la unificación de la lengua y de una variedad de usos. Se legitima una
“lengua dominante” dándole a quien la tienen más capital lingüístico.
1932: Academia Argentina de Letras
El idioma de los argentinos es un lenguaje, mientas que la lengua es la
española.
ESPACIO SOCIAL Y PODER SIMBÓLICO
Definiría mi trabajo como estructuralismo
constructivista o estructuralismo
genético.
- Por estructuralismo quiero
decir que existen en el mundo social mismo, y no solamente en los sistemas
simbólicos, lenguaje, mito, etc., estructuras objetivas, independientes de la
conciencia y de la voluntad de los agentes, que son capaces de orientar o de
coaccionar sus prácticas o sus representaciones.
- Por constructivismo, quiero
decir que hay una génesis social (de ahí el “genético) de una parte de los esquemas de percepción, de
pensamiento y de acción que son constitutivos de lo que llamamos habitus, y
también de los campos.
La ciencia social oscila entre dos puntos aparentemente incompatibles:
El objetivismo (fisicalismo – física social).
Barthes, Marx, Lévy-Strauss, Durkheim
Sujeto: portador pasivo de las condiciones sociales à Pueden tratar a los hechos sociales como cosas y dejar así de lado todo
lo que deben hace al hecho de que son objetos de conocimiento en la existencia
social.
El conocimiento se obtiene mediante una ruptura con
las representaciones primeras (“prenociones”, “ideología”).
Estructuras
El subjetivismo (psicologismo – fenomenología social).
Goffman, Garfinkel
Sujeto: creadores del mundo libres à Pueden reducir el mundo social a las representaciones que de él se
hacen los agentes, consistiendo la ciencia en solamente construcciones de
segundo grado.
El conocimiento está en continuidad con el sentido
común ya que no es más que una construcción de construcciones.
Representaciones
El objetivo del autor de superar estas dos posiciones. Los dos
momentos, subjetivista y objetivista, están en una relación
dialéctica. Por un lado, propone que las estructuras objetivas que
construye el sociólogo en el momento objetivista, al apartar las
representaciones subjetivas de los agentes, son el fundamento de las
representaciones subjetivas y constituyen las coacciones estructurales que
pesan sobre las interacciones; pero, por otro lado, esas representaciones
también deben ser consideradas si se quiere dar cuenta especialmente de las
luchas cotidianas, individuales o colectivas, que tienden a transformar o
conservar esas estructuras.
El aporte principal del estructuralismo ha consistido en aplicar al
mundo social un modo de pensamiento relacional.
Se puede comparar el espacio social con el espacio geográfico en el
interior del cual se recortan las regiones. Los grupos o instituciones que en
él se encuentran colocados tienen tantas más propiedades en común cuanto más
próximos estén en este espacio, tantas menos cuanto más alejados. Las
distancias espaciales coinciden con las distancias sociales, pero no sucede lo
mismo en el espacio real. Las personas muy alejadas en el espacio social pueden encontrase, entrar en interacción, por
lo menos en forma breve e intermitente, en el espacio físico.
Las interacciones esconden las estructuras que en ellas se realizan, lo
visible esconde lo invisible que lo determina; diferencia entre la estructura y
la interacción. Ejemploà las estrategias de condescendencia: los agentes de posición
superior niegan simbólicamente la distancia social, pero esta no deja de existir,
y de esta manera se aseguran las ventajas que implica el reconocimiento de esta
distancia.
Las relaciones objetivas son las relaciones entre las posiciones
ocupadas en las distribuciones de recursos, en la competencia por la
apropiación de bienes raros à el capital
económico, el capital cultural y el capital simbólico.
El espacio social está construido de tal forma, que los que tienen
capitales semejantes son situados en posiciones y condicionamientos similares,
por lo que tienden a tener intereses similares y a producir prácticas
semejantes. Es lo que Goffman llama sense
of one´s place.
Bourdieu critica:
- A Marx: “el objetivismo
tiende a reducir las acciones y las interacciones a las estructuras. De esta
manera, el principal error del marxismo fue tratar las clases en el papel como
clases reales, en concluir que la identidad de posición en el espacio social
resulta de la homogeneidad objetiva de las condiciones.”
- a la fenomenología: El autor
repudia al sujeto universal, al ego trascendental. Sí, los agentes tienen una
captación activa del mundo, y construyen su visión del mundo. Pero esta
construcción no se opera bajo un vacío social sino bajo coacciones
estructurales del habitus (estructuras mentales a través de las cuales
aprehenden el mundo social, son el producto de la interiorización de las
estructuras del mundo social). En segundo lugar, las estructuras cognitivas son
socialmente estructuradas porque tienen una génesis social. En tercer lugar, la
construcción de la realidad social no es solamente una empresa individual, sino
que puede volverse una empresa colectiva.
Las representaciones de los agentes varían según su posición y según su
habitus. El habitus es a la vez un sistema de esquemas de producción de
prácticas y un sistema de esquemas de percepción y de apreciación de las
prácticas.
Además, a través del habitus tenemos un mundo de sentido común, un mundo
social que parece evidente y fuertemente estructurado. Las categorías muestran
diferencias que funcionan como signos de distinción (Ejemplo: jugar al golf es de burgués) y la distinción puede ser
positiva o negativa. El espacio
social tiende a funcionar como un espacio simbólico, un espacio de
estilos de vida y de grupos de estatus, caracterizados por diferentes estilos
de vida.
Los objetos del mundo social conllevan siempre una parte de
indeterminación y un cierto grado de elasticidad semántica. Este elemento
objetivo de incertidumbre provee una base a la pluralidad de visiones del
mundo, y al mismo tiempo, una base para las luchas simbólicas por el poder de
producir y de imponer la visión del mundo legítima.
Hay siempre en una sociedad conflictos entre los poderes simbólicos que
tienden a imponer la visión de esas divisiones legítimas, es decir, a construir
grupos. El poder simbólico es un poder de worldmaking.
Para cambiar el mundo, en necesario cambiar las maneras de hacer el
mundo, es decir la visión del mundo y las operaciones prácticas por las cuales
los grupos son producidos y reproducidos. El poder simbólico, cuya forma por
excelencia es el poder de hacer grupos, está fundado en dos condiciones: el
primer término tiene que estar fundado sobre un capital simbólico, que es un
crédito, es el poder impartido a aquellos que obtuvieron suficiente
reconocimiento para estar en condiciones de imponer el reconocimiento. Este
poder de constitución sólo puede ser obtenido después de un largo proceso de
institucionalización.
En segundo término, la eficacia simbólica depende del grado en que la
visión propuesta está fundada en la realidad. El efecto de teoría es tanto más
poderoso cuanto más adecuada es la teoría.
La lucha de las clasificaciones es una dimensión fundamental de la lucha
de clases. El poder de hacer visibles las divisiones sociales implícitas, es el
poder político por excelencia, es el poder de hacer grupos, de manipular la
estructura objetiva de la sociedad.
El capital simbólico
no es otra cosa que el capital económico o cultural cuando es reconocido.
Cuando es conocido según las categorías que de percepción que el mismo impone,
las relaciones de fuerza tienden a reproducir y a reforzar las relaciones de
fuerza que constituyen la estructura del espacio social. Los agentes aplican a
las estructuras objetivas del mundo social estructuras de percepción y de
apreciación que salen de esas mismas estructuras objetivas y tienden por eso
mismo a percibir el mundo como evidente.
La verdad del mundo social está en juego en las luchas entre los agentes
que están desigualmente equipados para alcanzar una visión global, es decir,
autoverificante. La legalización del capital simbólico confiere a una
perspectiva valor absoluto, arrancándola así a la relación que es inherente
como visión parcial tomada de un punto particular del espacio social.
Relación campo,
habitus y capitales
El habitus son las
estructuras subjetivas, mientras que el campo
las estructuras objetivas. Entre las dos, hay una relación recursiva y
necesaria. El habitus es la lógica del campo hecha cuerpo y se adquiere
participando del campo.
En cada campo hay una serie de capitales:
- capital económico à dinero.
- capital social à condiciones de membresía; red de relaciones que establece el agente en
el campo.
- capital cultural à (incorporado) el de la familia; (objetivado) acumulación de objetos,
arte; (institucionalizado) títulos, diplomas.
- capital simbólico:
el capital económico o cultural cuando es reconocido.
Sociedad à serie de campos y fracciones donde los agentes,
condicionados por un habitus despliegan estrategias para posicionarse mejor en
su campo.
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