13.5.13

Ford - Navegaciones: Comunicación, cultura y crisis


7. Culturas populares y (medios de) comunicación

1 Poner en contacto la (s) cultura (s) de las clases populares con los medios de comunicación es ponerlas en contacto consigo mismas. Esto se debe a que los medios, la cultura de los medios “populares y baratos”, nace, en gran medida, en las tradiciones, los géneros, los saberes y las necesidades cognitivas existentes en las clases populares.

En un etapa (1840) marcada por la aceleración de la revolución industrial, por un intenso desarrollo urbano, y por el peso, en la organización social, del pasaje de la razón iluminista a la razón positivista, los medios, que no sufren la sistematización de la educación, parecieran hacerse cargo de esas zonas desplazadas por la razón modernizadora.
Culturas del afecto, del sentimiento, del misterio, de la actuación, del juego, de la improvisación, etc. fueron desjerarquizadas por las culturas oficiales que las consideraban irracionales.

2 El lugar de la lógica, estaba contenido en esas culturas marginales y populares que tomarían los medios, rompiendo y clasificándolo.
El relato, es una puesta en escena de toda la complejísima trama de la recepción tanto en sus instancias comunicacionales y semióticas duras como en su articulación cultural, antropológica y social.
Todas estas formaciones culturales, también objeto, de preocupación de muchos intelectuales, que desde otros lados chocan con la epistemología oficial fueron, en alguna medida, tomadas por los medios, es decir por sus géneros y búsquedas. O por el sustrato epistemológico que subyace en ellos, por su densidad metacomunicacional, por su puesta en escena de las racionalidades de la vida cotidiana.

3 Los medios avanzaron desde una lógica que no era la del saber transmitido escolar, institucional o estamental, sino desde la dinámica de pequeñas empresas “aventureras”, y desde los intelectuales pobres que trabajaban en ellas, que establecían, en gran parte desde afuera de la legislación, un complejo y “negociado” diálogo con las culturas de las clases populares con sus fuertes residuos y su reciclamiento en la urbe industrial, y también con las transformaciones que producían los nuevos espacios y tiempos de la vida cotidiana, el desarrollo tecnológico y las nuevas lecturas provenientes de las necesidades informacionales y comunicacionales que nacían de todo esto.
Pensar que este proceso puede ser reducido, absorbido o explicado sólo desde las lógicas del capitalismo es como pensar que las culturas de las clases populares son “esencialmente” luditas o pasivas en los procesos de industrialización, urbanización y modernización.

4 Los medios nacen encadenados con las culturas populares anteriores y no sólo con sus géneros sino también con sus saberes, con sus estrategias cognitivas; géneros y saberes que no pueden ser vistos como “tradicionales” pues son zonas constitutivas de la cultura del hombre reprimidas por las culturas oficiales del capitalismo.

5 Hay problemas, conjuntos culturales que no han sido jerarquizados por la razón iluminista y positivista y que estuvieron en las culturas populares anteriores, que se filtraron en los medios y que hoy persisten tanto en éstos como en saberes e intercambios no massmediaticos. Y también en disciplinas científicas que intentan explicar el desorden, el azar, el caos, la complejidad.
Y esto es importante para salir de las explicaciones estereotipadas de la popularidad de los medios, desconociendo las múltiples lógicas que subyacen en su recepción, o en cómo esta, a través de complejas mediaciones, pesa en el mensaje. O cómo forma parte de las relaciones culturales: ver espectáculos o admirar a un actor no son signos de mera pasividad. Hay momentos “receptores” en la cultura. Negarlos es como pensar que el hombre sólo se estructura sobre el “hablar” y no también sobre el “ver” o el “escuchar”.

6 Los Estados modernos jerarquizaron la escritura casi como única forma de comunicación y de información, desplazando otras formas, otros canales. De alguna manera nuestra cultura bloqueó la reflexión, el conocimiento sobre la percepción corporal, kinesica y proxémica, el rol de los sentidos en nuestra experiencia cotidiana.
Los medios rompen la hegemonía de la escritura. El proceso que va del grabado y el daguerrotipo a los periódicos y revistas ilustradas, del rollo y el alambre al disco de pasta, la aparición del cine mudo y de la radio, y todos los procesos posteriores ponen en escena, recuperan, permiten reflexionar sobre los múltiples canales de la interacción humana.

7 Es imposible analizar la cultura de las clases populares sin reconocer se relación con los medios, y viceversa.
La constitución y la historia de los medios hay que analizarla desde sus conflictos internos y no sólo desde el punto de vista de los intelectuales agredidos por ella. Como señala Barbero “ver la constitución de lo masivo por fuera del chantaje culturalista que los convierte inevitablemente en procesos de degradación cultural”.
Reconocer las racionalidades y las estrategias de las culturas cotidianas y romper desde ahí las culturas institucionalizadas dentro o fuera del Estado.
Mucho de lo señalado impide encarar las fuertes relaciones entre las culturas massmediaticas y las nomassmediaticas.
Es imposible entrar en las relaciones culturales, todavía tan poco conocidas, desde los criterios tradicionales y oficializados del saber o desde sus clasificaciones estereotipadas.
Poner en relación la lectura popular de los medios con la recuperación simbólica de lo corporal o con la persistencia de saberes que no por tradicionales hayan sido desjerarquizados son pistas abiertas para repensar no sólo la crisis de la modernidad sino también una cultura que revalorice las densidades de lo cotidiano y la riqueza cultural del hombre común. Algo que, sin confundir lo político con lo cultural, está en el subsuelo de ambos.

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