El autor propone un concepto semiótico de la cultura, ya que el
hombre es un animal inserto en tramas de significación que el mismo ha tejido.
La cultura es esa urdiembre y su análisis debe ser, no una ciencia experimental
en busca de leyes sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones.
Los que practican la antropología social hacen etnografía
(establecer relaciones, seleccionar informantes, trazar mapas, llevar un
diario, etc.) que está definida por un cierto tipo de esfuerzo intelectual: descripción
densa. Cuyo objeto
es una jerarquía estratificada de estructuras significativas atendiendo a las
cuales, se producen, se perciben y se interpretan los tics, los guiños, los
guiños fingidos, las parodias, etc. (ejemplo del tic - guiño – burla). La
etnografía es descripción densa. El etnógrafo encara una multiplicidad de
estructuras conceptuales complejas superpuestas o entrelazadas, estructuras que
son extrañas, irregulares, no explícitas, para captarlas y explicarlas.
La cultura es pública porque la significación lo es.
No se puede hacer una guiñada sin saber como contraer el párpado y sin conocer
lo que ella significa. La cultura es por un lado acción y por otro sentido. Un ejemplo de
esto es la incomodidad que se siente al no comprender a la gente en un país
extranjero a pesar de dominar técnicamente su idioma.
Entendida como un sistema de interacción de signos
interpretables, la cultura es un contexto dentro del cual pueden describirse de
manera inteligible (densa) acontecimientos sociales, modos de conducta,
instituciones o procesos sociales. Comprender la cultura de un
pueblo supone captar su carácter normal sin reducir su particularidad.
Los escritos antropológicos son interpretaciones de segundo y tercer
orden, de manera que son ficciones. Es decir que la fuente del conocimiento
antropológico no es la realidad social sino el artificio erudito. Aquí
aparece la virtud de la etnografía: saber distinguir, a partir de la
descripción densa, el tic del guiño y de la burla.
Hay que atender a la conducta porque es en ella donde las formas
culturales encuentran articulación. La interpretación antropológica consiste en
trazar la curva de un discurso social y fijarlo en una forma susceptible de
ser examinada. El etnógrafo inscribe discursos sociales apartándose
del hecho, transformándolo en una
redacción que puede volver a ser consultada. El análisis cultural es conjeturar
significaciones, estimar las conjeturas y llegar a conclusiones explicativas
partiendo de las mejores conjeturas.
La descripción etnográfica presenta tres rasgos característicos: es
interpretativa, lo que interpreta es el flujo social y la interpretación
consiste en rescatar “lo dicho” en ese discurso social de sus ocasiones
perecederas y fijarlo en términos susceptibles de consulta. También es
microscópica, esto quiere decir que, por ejemplo, no se puede tomar el
análisis cultural de un pueblo o aldea y transformarlo en muestra de algo más
amplio.
El desarrollo teórico de la interpretación cultural tiene algunas
características que la diferencian de otras disciplinas. La primer
característica es la necesidad de que la teoría permanezca más cerca del
terreno estudiado de lo que permanece en el caso de ciencias más capaces de
entregarse a la abstracción imaginativa. La cuestión esencial de la elaboración
de una teoría es no decodificar resultados abstractos sino hacer posible la
descripción densa, no generalizar a partir de casos particulares sino
generalizar dentro de estos.
La otra característica de la teoría de la cultura es que no es
predictiva, aunque debe contemplar realidades futuras. En etnografía, la teoría
debe suministrar el vocabulario para poder expresar lo que la acción simbólica
tiene que decir sobre el papel de la cultura en la vida humana. Un conjunto de
conceptos y de sistemas de conceptos muy generales (y académicos), está
entretejido en el cuerpo etnográfico de descripción densa con la esperanza de
hacer científicamente elocuentes meras ocurrencias aisladas. La meta es llegar
a grandes conclusiones partiendo de hechos pequeños pero de contextura muy
densa. (Guinzburg)
Siempre está presente el peligro de que el análisis cultural se aleje
de la realidad política y económica en la cual está inserto el hombre y de sus
necesidades biológicas y físicas. Por lo tanto esos aspectos deben ser tenidos
en cuenta en primer término.
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