13.5.13

Ginzburg - Morelli, Freud y Sherlock Holmes: indicio y método científico


El autor tratará de exponer cómo, a finales del siglo XIX surgió, en el ámbito de las Cs Soc., un nuevo modelo epistemológico, un nuevo paradigma.


Entre 1874 y 1876à Artículos firmados por Ivan Lermolieff à Proponía un nuevo método para la atribución correcta de las pinturas de los viejos maestros, método que suscito mucha discusión y controversia entre los historiadores del arteà Años después se reveló como Giovanni Morelli y su método consistía en distinguir una copia de un original; había que abandonar el método habitual de concentrarse en las características más obvias de las pinturas, ya que esas son las más fáciles de imitar. Proponía concentrarse en los detalles menores (lóbulos de las orejas, las uñas, la forma de los dedeos de las manos y de los pies)à Fue muy criticado, se tachó de mecánico y cayó en desgracia.
Edward Windà Propone como ejemplo de una aproximación más moderna a las obras de arte, que tiende a una apreciación de detalle más de conjunto. Morelli no abordaba los problemas a nivel estético (ésta fue de las críticas que le hicieron). Las implicaciones de su método eran diferentes, muchos más ricas, y Wind, estuvo a un paso de advertirlas.
Enrico Castelnouvoà Trazó un paralelo entre los métodos de clasificación de Morelli y los atribuidos por Sir Arthur a su personaje de ficción, Sherlock Holmesà La comparación entre el especialista en arte y el detective es que ambos se dedican a descubrir, a partir de indicios no observados por nadie más, el autor de un delito, en un caso, y de una pintura, en el otro.
Windà La mayoría de las críticas hacia Morelli se basan en que encuentran raro que la personalidad tuviera que descubrirse donde el esfuerzo personal era más débil. En este punto la psicología moderna (acá lo relacionamos con Freud) no dudaría en salir en defensa de Morelli ya que nuestros pequeños gestos inadvertidos revelan nuestro carácter de una manera más auténtica que cualquier postura formal que podamos preparar cuidadosamenteà Los comentarios de Wind han hecho que algunos eruditos presten atención en un pasaje olvidado del famoso ensayo de Freud “El Moisés de Miguel Ángel”à En  él, Freud, antes de desarrollar la actividad psicoanalítica, se intereso por Ivan Lermolieff (Morelli). Encontró en el procedimiento de Morelli grandes afinidades con el psicoanálisis, ya que éste también acostumbra a deducir rasgos pocos estimados o inobservados, cosas secretas o encubiertas
Antes de tratar de comprender lo que Freud sacó de sus lecturas de Morelli, es preciso aclarar la cronología exacta de los 2 encuentrosà El primero puede fecharse de manera muy aproximada,  debió ocurrir antes de 1895/1896 y después de 1883. El segundo puede fecharse con mayor seguridad, aunque también presuntamente, en 1897.
La significación que le da Freud, alejado del psicoanálisis, a las lecturas de Morellià La propuesta de un método interpretativo que se basaba en considerar los detalles marginales e irrelevantes como indicios reveladores. Un método donde detalles hasta ese entonces considerados como carentes de importancia, proporcionaban la clave de acceder a los productos más elevados del espíritu humanoà Según Morelli, esos detalles marginales resultaban reveladores porque en ellos la subordinación del artista a las tradiciones culturales desaparecía y daba paso a una manifestación puramente individual. Lo que sorprende es la manera en que se vincula el núcleo más íntimo de la individualidad del artista con elementos sustraídos al control de la conciencia.
Similitudes entre Holmes y Freud fueron estudiadas por Steven Marcusà El propio Freud manifestó a un paciente cuán interesado estaba en las historias de Holmes. Sin embargo, cuando un colega suyo sugirió un paralelismo entre el método psicoanalítico y el método de Holmes, Freud replicó expresando su admiración por la técnica de Morelli.
En los 3 casos, unos detalles minúsculos proporcionan la clave para acceder a una realidad más profunda, inaccesible por otros métodos. Para Freud, estos detalles son síntomas, para Holmes, pistas, indicios, y para Morelli, rasgos pictóricosà Para explicar esta triple analogía: Freud era médico, Morelli era licenciado en medicina; Conan Doyle había sido médico antes de dedicarse a escribirà Modelo de la semiótica médica, o sintomatología, la disciplina que permite establecer un diagnóstico, aunque la enfermedad no sea observable directamente, sobre la base de unos síntomas superficiales, o signos, a menudo sin ninguna relevancia para el ojo del lego ni para el ojo del propio doctor Watson. No sólo se trata de coincidencias biográficas. Hacia finales del S XIX (1870-1880) ese enfoque semiótico, basado en la interpretación de indicios, había llegado a tener gran influencia en el campo de las ciencias humanas. Sus raíces eran mucho más antiguas.
Durante miles de años la humanidad vivió de la cazaà Aprendieron a husmear, a observar, a dar significado y contexto a la más mínima huella. Sucesivas generaciones de cazadores enriquecieron y transmitieron este patrimonio de saber. Podemos recurrir a los cuentos populares que a veces transportan un eco de lo que sabían estos cazadores remotos.
Es posible que el cazador haya sido el primero en narrar una historia, porque sólo los cazadores sabían leer una secuencia coherente de acontecimientos en los silenciosos signos dejados por su presaà “descifrar”, “leer” las huellas de los animales son metafóricas. Pero vale la pena tratar de entenderlo literalmente, como la condensación verbal de un proceso histórico que lleva, a través de un espacio de tiempo muy largo, a la invención de la escritura.
Existen analogías sorprendente entre el cazador que hablamos anteriormente y el modelo implícito en los textos adivinatorios de Mesopotamia, que datan como mínimo de III milenio ACàAmbos modelos requieren un examen minucioso de lo real, aunque trivial, para descubrir huellas de acontecimientos que el observador no puede experimentar directamente.
El segundo grupo, a diferencia del primero, veían signos del futuro en todo, o casi todo. Desde nuestro punto de vista existe una diferencia más importante: el hecho de que la adivinación apuntaba hacia el futuro, mientras que el desciframiento de los cazadores apuntaba al pasado real, aunque fuera el de unos instantes antes. Sin embargo, en términos de comprensión, el enfoque era en ambos casos similar; las etapas intelectuales (análisis, comparación, clasificación) idénticas, por lo menos en teoría. Pero los contextos sociales eran muy diferentesà La invención de la escritura debió tener un efecto en el arte adivinatorio mesopotámico. Los dioses mesopotámicos tenían el poder de comunicación con los súbditos a través de mensajes escritos (en las estrellas, en los cuerpos, humanos, etc) que los adivinos tenían la misión de descifrarà La adivinación mediante el descubrimiento de los caracteres inscritos por los dioses se vio reforzada, en la vida real, por la naturaleza pictográfica de esa escritura primitiva. Asimismo, una pisada representa un animal real que ha pasado. En comparación con la naturaleza concreta de una pisada, el pictograma es un avance enorme hacia la abstracción intelectual pero la ésta capacidad es pequeña comparada con la requerida por la transición a una escritura fonética.
En suma, es legítimo hablar de un paradigma indiciario o adivinatorio orientable hacia el pasado o el presente, o el futuro, según el tipo de conocimiento invocado. Pero detrás de éste paradigma, se vislumbra el gesto más antiguo de la historia intelectual humana: el del cazador examinando las huellas de una presa.

Algunos escritos hipocráticos tienen un tono defensivo que sugiere que ya en el S V AC los médicos eran atacados por su falibilidadà relaciones entre médico y paciente, caracterizadas por la incapacidad de éste para comprobar o controlar el saber y el poder del primero, no han cambiado, en algunos aspectos, desde los tiempos de Hipócrates. Lo que sí ha cambiado es forma de conducir el debate, junto con los conceptos como rigor y ciencia à aparece Galileo con un nuevo paradigma científico el cual tiene una importancia para la ciencia en general que permanece inalterada. El uso de las matemáticas del método experimental implicaba la necesidad de hacer mediciones y de repetir fenómenos, mientras que un enfoque individualizante hacia imposible esto último y permitía lo primero solo en parte. Lo cual explica por qué los historiadores no han logrado elaborar nunca un método galileano. La historia sigue siendo una cienia de una clase muy oarticular, basafa irremediablemente en lo concreto. La historia es como la medicina, que utiliza clasificaciones de enfermedades para analizar la enfermedad específica de un paciente en particular. Y el saber del historiador, como el del médico, es indirecto, basado en signos y vestigios de indicios, conjetural.
De todos modos, el contraste que el autor es una simplificación exagerada. Entre las disciplinas conjeturales hay una, la filología y la crítica textual, que se ha convertido en atípica, en varios aspectos. Su objeto fue definiéndose mediante una drástica selección de rasgos pertinentes. Este cambio en el seno de la disciplina fu resultado de 2 cesuras decisivas: la de la invención de la escritura y la de la invención de la imprenta.
Hubo una desmaterialización progresiva de los textos, se eliminó el encanto que lo original tenía para nuestro sentido.
Esta noción completamente abstracta de texto explica por qué la crítica textual, a pesar de su carácter todavía muy adivinatorio, pudo convertirse en una disciplina rigurosamente científica. La radical decisión de descartar lo que no fuera reproducible del texto hizo posible evitar lo cualitativo, principal escollo de las ciencias humanísticas a pesar que continuaba manejando casos individuales. No deja de ser significativo que Galileo, cuando establecía las bases de la ciencia natural moderna mediante una reducción conceptual igualmente drástica, recurriera a la filología.
Galileoà insistió en que la filosofía no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua y a conocer las caracteres en los que está escrito. Para el filósofo de la naturaleza, como para el filólogo, el texto es una entidad, profunda e invisible, que hay que reconstruir a través y más allá de los datos sensoriales a nuestro alcance.
Con esta afirmación, Galileo encaminó las ciencias naturales por una vía que jamás han abandonado, que tendría que alejarlas del antropocentrismo y del antropomorfismo.
Mancinià nos presenta su talento para el diagnóstico y sus muy pocos escrúpulos para conseguir pinturas de sus clientes. Nos plantea el reconocimiento de pinturas en la que establece un método para identificar las falsificaciones, para distinguir las copias de las originales, etc. Algo que damos por sentado implícitamente, que tomamos (por error) por obvio: que entre una tela de Rafael y una copia de ella hay una diferencia imborrable. Las implicaciones de esto en el mercado (el hecho de que una pintura sea única e irrepetible) son determinadas y están ligadas a la aparición del entendido. Esta suposición surge de una opción cultural que no fue inevitable, sobre todo teniendo en cuenta que en el caso de los textos escritos se optó por un camino diferente. Las características pretendidamente intrínsecas y eternas de la pintura y de la escritura no son pertinentes en este contexto. Ya vimos cómo la evolución histórica despojó gradualmente al texto escrito de las características no consideradas pertinentes. En el caso de la pintura ese despojamiento no ha tenido lugar. Por ellos creemos que mientras un manuscrito o ejemplar impreso de “Orlando furioso” puede reproducir exactamente el texto que propuso Ariosto, una copia de un retrato de Rafael no puede hacerlo jamás.
Mancinià al margen de la propiedad común de una época, existe la propiedad peculiar del individuo, igual que observamos que en los escritores se reconoce esta propiedad distinta. Vemos, que la analogía entre escritura y la pintura, se establecía, en primer lugar, a un nivel macroscópico (la época, el siglo), y después se proponía a un nivel microscópico (el individuo).
Mancini no estaba interesado en las pretensiones de la naciente grafología que podía reconstruir la personalidad de los escritores estableciendo a partir de su “carácter” escrito (la forma de sus letras) su “carácter” psicológico. Le impresionó, el supuesto preliminar que se basaba la nueva disciplina, la variedad de caligrafías diferentes y la imposibilidad de imitarlas. Mediante la identificación de elementos que también en pintura eran imposibles de imitar, sería posible lograr su propósito de distinguir los originales de las falsificaciones.
Así, el paralelo entre pintura y escritura, que Mancini ha establecido ya en diferentes contextos, se le da aquí un nuevo giro. La analogía es reforzada por el uso de términos técnicos de uso corriente en los tratados contemporáneos sobre la escritura, como “resolución”, “trazos”, “enlaces”. Incluso la insistencia sobre la velocidad tiene el mismo origen: con el desarrollo d la burocracia, la cursiva en los documentos legales requería no solo ser elegante, sino rápida, para competir en el mercado de copistas. La importancia que Mancini da a los rasgos decorativos es la prueba de la atención prestada a las características de los modelos de caligrafía dominantes en Italia a finales del S XVI y principios del S XVII.
Descenso de nivel en el contenido científico refuerza el argumento de que la verdadera dificultad en la aplicación del método galileano residía en la centralidad que una disciplina otorgaba a lo individual. Cuanto más pertinentes resultaran las características en lo individual, más difícil era elaborar un corpus de conocimiento rigurosamente científico.
Llegados a este punto, había 2 enfoques posibles: sacrificar la comprensión del elemento individual para alcanzar un nivel más o menos riguroso, más o menos matemático, de generalización; o bien tratar de desarrollar, aunque solo fuera de manera tentativa, un paradigma alternativo basado en la comprensión científica de lo individual. El primer enfoque sería el de las ciencias naturales y solo más tarde el de las ciencias humanas o sociales. La probabilidad de descartar las características individuales es directamente proporcional a la distancia emocional del observador.
El conocimiento basado en distinciones individualizadoras es siempre antropocéntrico, etnocéntrico y expuesto a otros prejuicios específicos.
Durante las primeras décadas del S XVII, la influencia del paradigma galileano llevaría hacia el estudio de lo típico más que de lo excepcional, hacia una comprensión general de las obras de la naturaleza antes que a la adivinación. En 1625, nace un becerro con 2 cabezas cerca de Roma. La primera cuestión fue si el becerro debía considerarse como un animal o como dos. Para los médicos, lo que distinguía al individuo era el cerebro; para los seguidores de Aristóteles, el corazón.
Macini, consideró el carácter específico del nacimiento del monstruo no como revelador del futuro, sino como el modo de llegar a una definición más precisa de un individuo normal, que, en cuanto miembro de una especie, podía considerarse con toda razón repetible.
La meticulosa descripción de la disección del becerro, redactada por Faber, y la precisión de los grabados que producían las viceras del animal se proponían establecer, no las propiedades propias de ese animal, sino las propiedades comunes (naturales, no históricas) de la especie en conjunto; lo que significaba la continuación y el refinamiento de la tradición naturalista fundada por Aristóteles.
Hubo intentos de aplicar el método matemático al estudio de los fenómenos humanos. El grupo de las ciencias humanas permanece anclado en lo cualitativo, aunque con cierta incomodidad, especialmente en el caso de la medicina. Aunque se había logrado algún progreso, sus métodos todavía parecían inciertos, sus resultados no predeciblesà 2 razones: las descripciones de enfermedades concretas no resultaban adecuadas en la práctica, puesto que la enfermedad podía presentarse de formas diferentes en cada paciente; y el conocimiento de una enfermedad seguía siendo indirecto e indiciario: los secretos del cuerpo vivo  permanecían siempre inalcanzables. Una vez muerto, podía hacerse su disecciónà El reconocimiento de esta doble dificultad significaba de manera inevitable admitir que la eficacia de la medicina no estaba demostrada.
En las discusiones sobre la “incertidumbre” de la medicina estaban contenidas ya las primeras formulaciones de los futuros problemas epistemológicos centrales de las ciencias humanas.
Habían más disciplinas indiciarias que no gozaron del reconocimiento pleno de la sociedad, como sí lo tuvo la medicinaà Estos tipos de saber eran más ricos que lo escrito por cualquier autoridad sobre el tema, no se aprendían en libros, sino oídas, en la práctica, observando. Era un legado de hombres y mujeres de toda clase. Todos nacían de la experiencia, de lo concreto, de lo individualà Se intentaba poner por escrito ese corpus de saber popular, arraigado localmente pero sin origen ni memoria ni historia conocidos, para encajarlos en la camisa de fuerza de la precisión terminológica. El resultado era pobre y limitado.
S XVIIIà La burguesía se fue apropiando del saber popular tradicional de artesanos y campesinos, saber a veces conjetural y otras veces no; lo organizaron y lo anotaron, a la vez que intensificaron el masivo proceso de instrucción que ya había comenzado, aunque tomando formas diferentes y con un contenido diferente durante la Contrarreforma
En relación con el hipotético paradigma indiciario entre los cazadores de épocas remotas, hay un relato sobre 3 hnos que reconstruyeron el aspecto físico de un animal que no habían visto nunca a partir de la interpretación de una serie de huellasà Se convirtió en libro y fue editado varias veces y traducido.
Entre los S XVIII y XIXà Aparición de las ciencias humanas, cambia la constelación de las disciplinas indiciariasà surgieron nuevos astros, que (como la frenología) no tardaron en llegar a su ocaso, o que (como la paleontología) lograrían grandes cosas, pero por encima de todo estaba la medicina, que confirmó su elevado rango social y científico. Se convirtió en punto de referencia de todas las ciencias humanas. ¿Pero, qué área de la medicina? Hacia mediados del S XVIII se definen 2 posibilidades: el modelo anatómico y el semiótico. La metáfora de la “anatomía de la sociedad” de Marx expresa la aspiración de lograr un conocimiento sistemático. Pero, las ciencias humanas acabaron por adoptar cada vez más el paradigma indiciario de la semióticaà Aquí tenemos la tríada Morelli-Freud-Conan Doyle.
Hasta ahora hemos analizado el término de paradigma indiciario. Debemos desarticularlo. La discusión de naturaleza (inanimada o viva) y cultura es fundamental. La idea de Morelli fue rastrear, en el seno de un sistemas de signos culturalmente determinado, las convenciones de la pintura, signos que, al igual que los síntomas se producían de manera involuntaria. No sólo esto: en esos signos involuntarios Morelli localizó la individualidad del artista. Así, Morelli heredaba (indirectamente) y desarrollaba los principios formulados por Mancini, No fue del todo casual que tales principios dieran sus frutos después de tanto tiempo. Coincidieron con la aparición de una tendencia cada vez más clara de un poder estatal a extender sobre la sociedad una espesa red de controles, y una vez más el método utilizado implicaba la atribución de identidad a través de características triviales y fuera del control consciente.
Toda sociedad tiene la necesidad de diferenciar a sus miembros y los métodos que utiliza para ello según el lugar y la épocaà Existe el nombre, pero cuánto más compleja es la sociedad, menos satisfactoriamente el nombre puede representar la identidad individual sin confusión.
Finales del S XVIIIà Lanzià imposibilidad de imitar una caligrafía personal se debía al propósito de la naturaleza de dar “seguridad” a la “sociedad civil”à se podían falsificar las firmas, con el tema de las migraciones era un juego de niños jugar a borrar los propias huellas y desaparecer bajo una nueva identidad. En las últimas décadas del S XIX comenzaron a proponerse nuevos métodos de identificación.
UKà 1720à Aparición de las relaciones capitalistas de producción condujeron a una transformación de la legislación que hicieron que ésta concordara con los nuevos conceptos burgueses de la propiedad, y que estableció un mayor número de delitos punibles y condenas más severas. Nuevo sistema carcelario basado en condenas más largas en prisión; pero la prisión produce delincuentesà En Francia aumento el número de reincidentes. El problema de la identificación de reincidentes era necesario demostrar que una persona había sido condenada y que la persona en cuestión era la mismaà Creación de ficheros policiales. La burguesía exigía signos que fueran indelebles como los que se imponían bajo el Antiguo Régimen, pero menos sangrientos y humillantesà A partir de 1879, Bertillon, un empleado de la prefectura de París, desarrolló un método antropométrico basado en la medición meticulosa de los detalles físicos que se combinaban con la ficha de cada individuo. Luego, para evitar errores, propuso combinar el método antropométrico con lo que llamó un “retrato hablado”, una descripción verbal en que se analizaran entidades discretas (nariz, ojos, orejas, etc.), que al reunirse reconstituyeran la imagen completa del individuo, posibilitando su identificación.
1888à Galton expuso un método de identificación, que hacía mucho más fáciles las recopilaciones de datos y su clasificación. Se basaba en las huellas digitales, aunque él no fue el primero en proponerlo. En 1823 se inició con un trabajo de Purkinje, que distinguía y describía 9 tipos básicos de líneas de la piel, a la vez que afirmaba que no había 2 individuos que tuvieran una combinación idéntica de líneas en las huellas digitales. Centró su atención en las línas de las yemas de los dedos que le proporionaron la prueba oculta de la individualidad.
Galtonà No realizó tan solo una contribución crucial al análisis de las huellas digitales sino que se dio cuenta de sus implicancias prácticas. En breve tiempo, el método fue introducido en UK, y de ahí, poco a poco, en el resto del mundo. Así, todo ser humano adquirió una identidad, se constituyó en un individuo.
Esta extraordinaria amplificación de la noción de individualidad se producía a través de la relación con el Estado y sus órganos burocráticos y policiales. De esta forma todos, gracias a sus huellas digitales, se convertían en individuos identificables y controlables.
El mismo paradigma indiciario, utilizado en este caso para desarrollar unos controles del individuo en la sociedad, lleva en su seno el potencial para comprender a la sociedad. Se confirma la existencia de una profunda conexión que explica los fenómenos superficiales cuando se reconoce que el conocimiento directo de tal conexión es imposible. La realidad es opaca, pero exiten ciertos puntos privilegiados (indicios, síntomas) que nos permiten descifrarla: esta idea, que constituye el núcleo del paradigma indiciario/semiótico, se ha abierto camino en una amplia gama de contextos intelectuales, afectando las ciencias humanas.
“Artístico”à indicación, síntoma, indicio.
“Aforismos”à literatura aforística, es un intento de formular opiniones acerca del hombre y de la sociedad a partir de síntomas, indicios; una humanidad y una sociedad que están enfermas, en crisis.
¿Es el rigor compatible con el paradigma indiciario? La dirección cuantitativa tomada por las ciencias naturales desde Galileo ha planteado un dilema incómodo a las ciencias humanas. ¿Deben conseguir resultados importantes a partir de una posición científicamente “débil”, o deben situarse en una posición fuerte pero obtener resultados de escaso relieve? Solo la lingüística ha logrado sustraerse  a este dilema, y por ello se ofrece como modelo para otras disciplinas, que éstas han conseguido en mayor o menor grado.
Poseen formas de saber que tienden a ser mudas, cuyas reglas no se prestan con facilidad a ser articuladas formalmente, ni aun a ser expresadas. En este tipo de saber entran en juego factores que no pueden medirseà olfato, vista, intuición.

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